Cuando el regreso de la democracia, parecieron soplar aires nuevos en la política argentina. De hecho, así ocurrió cuando pensamientos políticos enderezados a sacar al país de su postración parecían dejar atrás tiempos de desinteligencias para construir en diversidad, pero con respeto. Duró poco y costó muy caro. En la pandemia volvieron a aparecer atisbos de entendimientos para enfrentar una crisis sanitaria tan inédita como mundial. Duró menos tiempo.
No obstante, y al parecer, subyacen esas aspiraciones de otro presente y otro futuro. Pero apenas se las puede vislumbrar porque sigue siendo cegadora la pulsión por el enfrentamiento y la vergonzante descalificación del otro. Y aunque será motivo de análisis de especialistas –sociólogos, antropólogos sociales- no es descabellado pensar que la resiliencia argentina tiene pocos casos similares. Pero llamó la atención que la severa crisis económica que debió enfrentar el país, tras el endeudamiento insensato, no haya quebrado a la sociedad, como tampoco lo hizo la precedente gestión nacional en la que, como ahora, creció la pobreza.
De igual modo llamó la atención que en ese contexto la gente haya encontrado fuerzas y alegría para vivir apasionadamente un mundial de fútbol, al punto de recibir la distinción como mejor hinchada del planeta de la redonda.
Es más Argentina parece asomarse este año a unas elecciones nacionales, inéditas, otra vez. Y otra vez busca su ciudadanía respuestas en las fuerzas políticas que ofrecen candidatos para un nuevo período de administración de la cosa pública. Podría decirse que, por primera vez, uno de los candidatos del espacio que se ubica más hacia la derecha del arco ideológico, como lo es el jefe de la ciudad e Buenos Aires, aspira a una expresión moderna y reflexiva, dispuesta a abandonar los extremos.
En la ubicación del centro, hacia el progresismo, el oficialismo se mostró apartado del Presidente y protagonizó un acto en la Plaza de Mayo, con una vicepresidenta que más allá de los giros poco amables a los que es afecta para quebrar la solemnidad de sus dichos, planteó propuestas que en Misiones viene avanzando el presidente del Frente Renovador, Carlos Rovira. Y es que Cristina Fernández de Kirchner habló de la necesidad de articular lo público y lo privado, y de crecer en innovación, en valor agregado, en incorporación de tecnología. En un mensaje que, en este sentido, tenía mucha semejanza con el que Rovira había dado cuando la inauguración de la sede principal del Silicon Misiones. Claro que acá también y en simultáneo se reivindicaba la producción agraria y la agro industria que, como en el resto del país, comportan los basamentos de las economías nacional y regional.
Ahora bien, estos gestos de la Vicepresidenta también podrían estar buscando esa renovación política que una mayoría desea. Tiempo atrás había propuesto un gran acuerdo nacional.
Habrá que ver, entonces, si estos indicios so tales y avanzan en acciones concretas, se cristalizan en realidades.
Por el lado de Misiones, ese camino ha sido desandado hace más de dos décadas por este Frente Renovador en el que confluyeron voluntades políticas de diversas vertientes, supliendo en este pluralismo, la falta de una oposición de perfil propio, de gestión local.
Misiones ahora está en busca de esa reivindicación que la Nación le ha negado en la historia y que reapareció con fuerza en la celebración del 25 de Mayo, cuando la Iglesia local habló del frustrante ninguneo. Y el propio Rovira, sin mediar reflexiones, trajera a la consideración, en sus redes sociales, la lucidez de Mariano Moreno proponiendo la dignificación del individuo, la construcción de la ciudadanía, para que cada persona y la sociedad en su conjunto fueran capaces de dejar atrás, y para siempre, la tiranía. Para que la Revolución de Mayo ya dejara de estar “inconclusa”.
Fotografía: la Bandera de Manuel Belgrano, no es de guerra sino de ceremonia