La liquidación de divisas del agro acumula en lo que va de marzo apenas u$s900 millones y, según las proyecciones, teniendo en cuenta las declaraciones juradas de ventas al exterior (DJVE) de granos, el mes cerraría por debajo de los u$s1.500 millones lo que significaría el menor ingreso de dólares del campo para este período, al menos desde 2008.
Este escenario continúa generando todavía más presión a la economía. En paralelo, se despejó la posibilidad de que el Gobierno lance en el corto plazo una nueva edición del dólar soja ya que los productores se muestran cada vez más reticentes a vender la mercadería disponible.
En rigor, según la estadística de la secretaria de Agricultura de la Nación, quedan por venderse alrededor de 7,6 millones de toneladas de soja de la campaña pasada, mientras el actual ciclo avanza signado por la profunda sequía que recortó las estimaciones a cosecha por debajo de las 30 millones de toneladas. De esta manera, la mercadería disponible del ciclo 2021/22 representan, teniendo en cuenta las actuales cotizaciones del grano, unos u$s4.500 millones, que le vendrían muy bien a la economía local que está necesitada de divisas frescas.
Lo cierto es que el equipo económico que lidera Sergio Massa ya descartó de plano la posibilidad de recurrir al lanzamiento de un nuevo tipo de cambio diferencial para incentivar el ingreso de divisas en el corto plazo. Es que la realidad demuestra que los productores que aún conservan grano cuentan con la espalda financiera suficiente para no vender y toman la oleaginosa como refugio de valor ante los avatares que muestra la actual campaña.
Dólar soja
En el mercado explican también que un tipo de cambio diferencial no terminaría tampoco por atraer a los productores que todavía conservan grano. Es que el incremento en la brecha entre el dólar oficial y los paralelos continúan generando todavía más ruido en el sector, lo que también paraliza cualquier decisión de venta. Hacia adelante, se espera un leve repunte en el ingreso de dólares del campo, pero por una cuestión lógica, comenzará a ingresar la cosecha de soja, aunque lo cierto es que también se prevé una de las campañas más magras para la soja y el maíz en la historia reciente de la Argentina. Y eso es más que un problema hacia adelante porque ya se sabe que la liquidación del campo durante este año se ubicaría ampliamente por debajo de los u$s30.000 millones, muy lejos del récord el año pasado cuando ingresaron más de u$s40.000 millones entre enero y diciembre.
Otro dato clave que se está haciendo sentir en la economía es el fuerte retroceso de las exportaciones de granos y subproductos, por causa de las menores ventas de grano y prácticamente la paralización del campo ante la sequía que todavía puede seguir generando recortes productivos. Según la estadística oficial, en el primer bimestre del año las exportaciones de granos sin procesar acumularon alrededor de 4 millones de toneladas, mientras que en el mismo período del año anterior había sido de 9,9 millones de toneladas. En tano, en lo que respecta a los subproductos, en lo que va del año se exportaron 2,1 millones, versus 3,7 millones de toneladas del año pasado.
También teniendo en cuenta la menor disponibilidad de grano producto de la sequía y la muy probable retención de soja de aquellos productores que puedan hacerlo (en su gran mayoría los medianos y chicos no cuentan con la espalda financiera suficiente para ejecutarlo), en la industria aceitera ya están adelantando que se viene un año muy complicado en el que las exportaciones del sector caerán drásticamente y será más que necesaria la importación de soja desde países limítrofes para atender la demanda de los compradores externos. En definitiva, un combo complejo que todavía la economía local deberá sortear.
(Fuente: Ámbito)