Dejar para mañana lo que podés hacer hoy es malo para la salud. Sobretodo para la salud mental, pero también tiene sus consecuencias en la salud física y con derivadas sociales importantes. Es decir, los problemas de la procrastinación van más allá de lo que podría parecer a simple vista. Al menos, esas son las conclusiones de un estudio sobre procrastinación realizado en algunas universidades de Suecia que se publicó en la revista JAMA Network Open.
Procastinar es malo, pero ¿qué dice exactamente el estudio?
Los investigadores del Sophiahemmet University de Estocolmo evaluaron, en múltiples ocasiones, a un segmento de 3.525 estudiantes universitarios suecos con la idea de comprobar qué efecto tenía la procrastinación a medio y largo plazo. Las conclusiones generales del trabajo indican que «la demoración de las actividades que tenemos que hacer, se asocia con una peor salud mental posterior». Es decir, podría ser un indicador de una potencial depresión, ansiedad o estrés.
Incluso, los investigadores sostuvieron que este comportamiento puede incluir «dolores incapacitantes en las extremidades superiores», como también el sostenimiento de estilos de vida poco saludables. También, lógicamente, pueden traer peores niveles de factores psicosociales de salud (como mayor soledad o mayores dificultades económicas).
La procrastinación: una señal con la que tu cuerpo te pide que pares
Una persona no procrastinas sólo por vagancia. Las personas adoptan este comportamiento por voluntad propia, pero no solamente por una cuestión de pereza, sino también porque podemos estar cansados mentalmente. Y naturalmente, nuestro cuerpo «nos alienta» a no hacer nada. «Si vivís sobrepasado por la vida, ‘dejando cosas para mañana’ no es procrastinar por vagancia necesariamente, sino que también puede ser un reflejo corporal», sostiene uno de los especialistas. Y agrega sobre éste último punto: «es esencial analizar este tema como un fenómeno que va más allá de la Universidad, y parece una plaga del mundo contemporáneo».
Esto encaja muy bien con una línea de investigación que resulta cada vez más importante, la cual rechaza tratar a la procrastinación como algo moral, sino como una serie de mecanismos para prevenir problemas de salud. Es decir, es tu cuerpo pidiendo que pares. Evidentemente, intervienen cosas tan diversas como la personalidad, con el rasgo conocido como «responsabilidad» y el «comportamiento social». No obstante, si algo empieza a ser evidente es que empieza a ser un problema cultural.