Aunque las condiciones estaban dadas, el film local no se pudo quedar con la estatuilla. Las razones, a partir de un recorrido histórico y una perspectiva comunicacional.
Por Lía Gómez*
En el año en que se cumplen cuatro décadas de la Democracia, “Argentina, 1985” de Santiago Mitre fue candidata a los Premios Oscar como Mejor película extranjera. Las condiciones para una victoria parecían estar dadas: un relato de época situado en el pasado reciente de la dictadura más feroz que tuvo nuestro país, acompañado de un juicio emblema en términos de política internacional sobre los Derechos Humanos. Ricardo Darín (nuestro actor fetiche) como protagonista, y un mensaje claro de necesidad de un “Nunca Más” en medio de la marea de discursos de odio circulantes en el imaginario público. En la historia de la premiación, además, contábamos con la victoria de “La historia oficial” de Luis Puenzo en 1985 y “El secreto de sus ojos” de Juan José Campanella en 2009. Ambas con la Dictadura cívico, militar y eclesiástica de fondo. Sin embargo, por más que estaban presentes todos los condimentos, Argentina, 1985 no logró la tan ansiada estatuilla. La pregunta es por qué.
La película ganadora de la terna fue “Sin Novedad en el Frente” (nunca mejor título), una producción de Netflix. La Academia marcó así, además de su posición contra la guerra como estrategia política, su relación con una de las grandes compañías productoras y exhibidoras de la industria. El film de Eduard Berger busca visibilizar las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, su posterior desastre con la Segunda, y en su paralelo contemporáneo, una posición sobre el conflicto Rusia-Ucrania desde una mirada alemana pero premiada en Estados Unidos.
Argentina, 1985 fue producida por Amazon Prime Video. Recordemos que la primera película que Netflix llevó al Oscar generó gran revuelo en el imaginario cinematográfico, pero hoy los estrenos de una y otra ala del avance de la “ciencia de la exhibición” forman parte del juego político del ocio y el entretenimiento.
Una demanda histórica
Las grandes escenas bélicas atraviesan la historia del cine, y la película alemana expuso esa grandilocuencia frente a un costumbrismo del cine nacional que se hibrida con planos fuera del terreno de lo propio construyendo un rompecabezas que recupera algo del cine de Campanella con el de Puenzo, e incluso con el de Bielinsky. ¿Cuál es la paradoja? Construir un cine industrial en un país donde no hay industria audiovisual.
Argentina, 1985 establece un modo de narrar clásico, utiliza la ficción para generar mayor empatía sobre el Juicio a las Juntas documentado en video. Las imágenes de archivo forman parte del montaje de la película, que sin embargo elige (o no tanto y ahí el rol de la coproducción) un sistema de escenas que recupera guiños con un público joven acostumbrado a la mirada en plataformas digitales más que al cine en sala oscura.
La primera ganadora de los premios Oscar fue “Alas” de William A. Wellman, una película muda de 1927 que narra la historia de dos pilotos de avión en la guerra de 1914 y el amor de una muchacha por el que además pelean. La humanidad de dicho film radica en el regreso a casa del sobreviviente y en las relaciones antes, durante y después de esa experiencia. Los efectos visuales (en ese entonces llamados “de ingeniería”) son premiados en la ceremonia, al igual que en 2023 con “Sin novedad en el Frente”.
El cine como ciencia
La Academia de Artes y Ciencias cinematográficas, más conocida, incluso en nuestro país como “Academy Award” creó el premio en 1929 y consideró las producciones de 1927 y 1928. El objetivo: potenciar al cine como industria, incluyendo los distintos oficios (hoy carreras universitarias) para el desarrollo de una investigación técnica y cultural sobre las capacidades del nuevo medio. La estatuilla replica la figura de un sujeto masculino (¿será posible un oscar de género indefinido?) con los brazos cruzados sosteniendo una espada sobre un rollo de película que contiene cinco líneas que representan las secciones originales de la Academia: actores/ces, escritores/as, directores/as, productores/as y técnicos/as.
Poco recordamos el sentido original de la propuesta, donde el cine es considerado parte de la ciencia. El desarrollo de la imagen/movimiento proviene de un experimento científico de desarrollo técnico más que artístico en sus inicios. Al mismo tiempo, el paso del mudo al sonoro, establece el lenguaje cinematográfico como un campo que requiere de conocimientos específicos para su desarrollo. Las condiciones fotoquímicas, las potencialidades y peligrosidades de la luz, y posteriormente el tratamiento del color constituyen algunos de estos aspectos.
La Academia de Artes y Ciencias premia el desarrollo tecno-científico asociado a efectos especiales, y referencias a diversos géneros (desde películas de kung fu, terror, suspenso, comedia y drama aparecen en la película), la contemporaneidad del multiverso como escenario digital múltiple, la posibilidad de convertirnos en cyborgs con extensiones tecnológicas que nos permitan manejar el espacio tiempo.
Argentina, 1985 no ganó por varias razones, pero una de las fundamentales es porque debemos prestar atención en que la primera inteligencia artificial en el mundo audiovisual es la posibilidad de contarnos cómo debemos imaginar el mundo. La pregunta sigue siendo la que planteó Walter Benjamin varias décadas atrás: ¿Cuál es el lugar de la obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica?
*Coordinadora del Programa de Cultura de la UNQ. (Agencia de Noticias Científicas UNQ) https://agencia.unq.edu.ar/?p=11412