El gobierno de Javier Milei enviará un equipo científico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) a la estación de observación del espacio profundo que China tiene en una zona inhóspita de Neuquén, tras las sospechas y dudas que surgieron en torno a sus supuestos fines pacíficos y de investigación. La visita al enclave, que se maneja en la más estricta reserva en la órbita de la Jefatura de Gabinete, que encabeza Nicolás Posse, se concretaría este juevess
El funcionario, que está en misión oficial en Estados Unidos para reunirse con el FMI y funcionarios de la administración Biden, había quedado a cargo de resolver cómo y cuándo se haría esa visita, que no tendrá la condición de “inspección” debido a que los acuerdos firmados durante el gobierno kirchnerista con el régimen comunista de China no la contempla.
Más allá de que se estima que cuando Posse esté en medio de las conversaciones con el gobierno de Estados Unidos, en la Patagonia se estará desarrollando esa “visita científica”, el gobierno tiene previsto confirmar que al día siguiente, es decir el viernes, se hará un operativo similar, pero en la Deep Space 3 – Malargüe, una antena de observación del espacio profundo que depende de la Agencia Espacial Europea (ESA), y está instalada en esa localidad de Mendoza.
La decisión de enviar a los científicos de la Conae se tomó después de semanas de especulaciones y sospechas en torno a la actividad que desarrolla la base espacial China, que se remontan a mucho antes de la llegada de Milei a la Presidencia de la Nación, y que fueron mencionadas en los diversos contactos que funcionarios libertarios tuvieron con enviados del gobierno de Biden.
El tema se puso al tope de la agenda con la llegada de la jefa del Comando Sur de EEUU, general Laura Richardson. Quien puso en palabras las dudas en torno al funcionamiento de ese enclave chino fue el embajador Marc Stanley: “Me sorprende que la Argentina permita que las Fuerzas Armadas chinas operen en Neuquén, en secreto, haciendo quién sabe qué”, dijo semanas atrás el diplomático norteamericano y agregó: “Tengo entendido que se trata de soldados del ejército chino que operan este telescopio espacial, no sé lo que hacen, creo que los argentinos tampoco lo saben, y deberían entender por qué los chinos están desplegados allí”.
La preocupación principal de Estados Unidos es clara y no admite matices: sospecha que esa estación, que está conectada con China continental y el Ejército del régimen, tiene capacidad para realizar tareas de espionaje o de seguimientos vinculados a la defensa, pese a que en lo que se conoce de la letra de los compromisos bilaterales se resalta que está prohibida cualquier actividad militar.
Tras el recrudecimiento de las sospechas y las especulaciones en torno al funcionamiento de la estación, el gobierno nacional primero dijo que realizaría una inspección, luego una inspección científica, después pasó a ser una “visita científica” y finalmente Milei dijo en una entrevista que impulsaría una auditoría. “Se va a auditar como corresponde. Los chinos dicen que no hay nada ¿cuál es el problema entonces?”, le dijo Milei a Alejandro Fantino.
Ante todas esas versiones, la Embajada de China en Argentina publicó un posteo en la red social X: “El 8 de abril, Embajador Wang Wei mantuvo una positiva reunión de trabajo con la canciller Diana Mondino. Ambos llegaron al acuerdo de desmentir la especulación de que la Estación de Espacio Lejano es supuesta base militar”, informó.
El Ministerio de Relaciones Exteriores, horas antes, había informado sobre el encuentro, pero sin mencionar la cuestión de la estación espacial: “La Canciller Diana Mondino mantuvo una positiva reunión de trabajo con el Embajador de la República Popular China en Argentina, Wang Wei, para avanzar en la preparación de su visita a dicho país a fines del presente mes con miras a fortalecer la relación bilateral”. Once días después, ni la ministra ni otro funcionario desmintió nada.
Hermetismo y misterio
La estación espacial china está ubicada en Bajada del Agrio, sobre la ruta provincial 33, en Neuquén. Se empezó a construir en 2014 bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y la gobernación de Jorge Sapag, el último caudillo del clan Sapag, que manejó con un estilo feudal durante más de 50 años los destinos de la provincia, y que fue un fervoroso defensor de la base. Se terminó en 2017. Es un predio de unas 200 hectáreas que le cedieron a China por un lapso de 50 años, sin pago de impuestos.
(Fuente: Infobae)