La caída del consumo de carne vacuna parece no tener fondo. Según datos de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), las ventas al mercado interno cayeron 14,1% en los primeros siete meses del año y alcanzaron su mínimo de los últimos 26 años. Así, el consumo per cápita cayó al nivel más bajo en lo que va del siglo XXI.
En detalle, el promedio móvil de los últimos doce meses indica que en julio se alcanzó un consumo medio de 47,7 kilogramos por habitante, un valor que representó una caída del 11,7% en comparación al año pasado. Si se analizan los datos históricos, se encuentra que no hay ningún antecedente tan bajo en lo que va de este siglo.
Sólo una vez se había bajado de los 50 kg per cápita y fue en plena pandemia, en el año 2021, un período en el que la economía recién estaba empezando a recuperarse luego de la etapa de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO).
Si bien el gráfico muestra los datos sólo hasta el 2005, el archivo histórico de Ciccra permite conocer las cifras de los años anteriores. Entre el 2000 y el 2005 el consumo anualizado per cápita se ubicó casi siempre por arriba de los 60 kg. El punto más bajo de esos cinco años se dio en 2003, cuando el consumo cayó a 54,4 kilogramos por habitante. En conclusión, entre el 2000 y el 2024 jamás se registró un nivel de consumo per cápita tan bajo como el que existe en la actualidad.
Según remarcaron desde Ciccra, esto se debe en parte al ritmo de incremento del precio de los productos de carne vacuna. Durante gran parte del 2023 los productos cárnicos se mantuvieron por debajo del IPC general, pero la tendencia cambió en 2024. De acuerdo a los últimos datos publicados por el Indec y a una proyección propia de Ciccra, en los últimos doce meses los cortes más populares tuvieron un aumento del 282,2%, frente a una inflación del 263,4%. Esto quiere decir que la carne subió 18,8 puntos porcentuales por encima del promedio del resto de los precios de la economía.
Carne picada y multiplicada
La carne picada común continuó siendo el ‘corte’ que lideró las subas, con la cuadruplicación de su precio en un año. A continuación se ubicaron la paleta (298,1%), el cuadril (281,7%), la nalga (274,4%) y el asado (256,2%). Por su parte, la caja de hamburguesas tuvo un alza de precio de 214,0% anual. Y el precio del pollo entero hizo lo propio en 281,5%.
El precio promedio de los cortes vacunos subió menos que el precio promedio de la hacienda en pie (282,2% vs. 296,3% anual). “Que el traslado al mostrador haya sido inferior a la suba del valor del kilo vivo, se puede explicar por la retracción del poder adquisitivo de los salarios. Hay que tener en cuenta que en los últimos doce meses el salario que más subió fue el de los trabajadores formales privados (234%), lo que arrojó una baja de 8,7% con relación al nivel general del IPC-GBA (266,1%) y una contracción de 12,5% respecto al precio promedio de los cortes vacunos”, explicaron desde Ciccra.
“En los casos de los empleados del sector público y de los trabajadores privados informales las retracciones de los salarios reales fueron mayores aún. Todo esto es consistente con la baja que registró el consumo interno de carne vacuna en el último año”, agregaron.
Hace más de 15 años el cerdo y el pollo cambiaron la genética. Ambos tuvieron un aumento de productividad muy fuerte y con eso contuvieron los precios. Con la carne vacuna es casi imposible hacerlo (Miguel Schiariti, presidente de Ciccra)
Miguel Schiariti, presidente de Ciccra, explicó a Infobae que, además de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, tiene una alta incidencia en la caída del consumo de carne vacuna el agrandamiento de la brecha de precios con otros productos cárnicos. “Hay una diferencia de precios muy fuerte con el pollo y con el cerdo. El precio promedio de la carne vacuna ronda los $7.500 y con eso se compran tres kilos de pollo entero o dos kilos de cerdo. En épocas de bolsillos tan flacos, independientemente de que el consumidor quiera comprar carne vacuna, el presupuesto no lo deja”, comentó.
Para Schiariti, es poco viable que las diferencias de precios se acorten. “Hace más de 15 años el cerdo y el pollo cambiaron la genética. Ambos tuvieron un aumento de productividad muy fuerte y con eso contuvieron los precios. Con la carne vacuna es casi imposible hacerlo, porque la genética bovina no tiene la posibilidad de cambio que han tenido los monogástricos”, analizó.
El consumo interno
En los primeros siete meses de 2024 se produjeron 1,779 millones de tn r/c/h (toneladas de res con hueso) de carne vacuna (-8,8% anual), lo que implicó una reducción de la cantidad ofrecida equivalente a 170,66 mil tn r/c/h.
Asimismo, estimamos que las exportaciones de carne vacuna habrían ascendido a 530,6 mil tn r/c/h en lo que transcurrió del año, suponiendo un promedio mensual exportado de 76 mil tn r/c/h.
En comparación con enero-julio de 2023 esta cantidad habría sido 7,0% mayor, lo que implica que se habrían exportado casi 35 mil tn r/c/h más. Por lo tanto, el consumo aparente de carne vacuna habría caído a 1,248 millones de tn r/c/h, quedando 14,1% por debajo de enero-julio del año pasado (-205,6 mil tn r/c/h) y constituyéndose en el más bajo de los últimos veintiséis años.
Según el presidente de Ciccra, este podría ser el piso de consumo de la carne vacuna. “No creo que las ventas sigan bajando. El consumo de pollo está en su techo y no va a seguir ganando mercado”, sostuvo.
(Fuente: Infobae)