El sombrío presente no parece tener fin. Se extiende hacia el futuro inmediato y llegan hasta fin de año la actualización por dolarización de los servicios de agua, gas, electricidad. Con libre actualización de la medicina prepaga y de internet que deja de ser servicio esencial para transformarse en servicio más destinado a élites.
La pregunta del millón es por qué y cómo Argentina llegó a esta crisis económica. Solo la deuda externa, su pesada herencia, permite hallar algún fundamento en la necesidad que tiene el gobierno del presidente Javier Milei de afrontar los vencimientos. Toda su creatividad para hacerlo se basa en el empobrecimiento generalizado de la población, el quiebre de la economía, el intento de reprimarización de la producción.
El despiadado ajuste que hasta cuestiona el principal acreedor, el Fondo Monetario Internacional, nada tiene que ver con el relato liso y llano –pero suficiente para llevarlo a redes sociales- sobre la imaginaria hiperinflación con la que Milei pretendió justificarlo al asumir: un pretendido15 mil por ciento.
El equilibrio fiscal que el Gobierno de la Nación dice buscar es una premisa basada en idénticas falacias: dejó de pagar a jubilados y trabajadores, de girar recursos y saldar deudas con las Provincias, angostar todo lo posible la coparticipación; cesar la obra pública afectando tan gravemente la infraestructura como a una industria de avanzada, inédita a nivel occidental, la de la energía nuclear: la producción de mini reactores como el Carem 25. Al que pretenden justificar con nuevos relatoss: que se construye desde el 2014 y no se terminó por una supuesta corrupción o malversación de fondos. Lo que no es real, se estaba ya en vísperas de exportación de dos de esos reactores cuando llega el cese impuesto por el milenianismo.
Y es el altísimo costo humano que se está cobrando este desgobierno una preocupación central. Porque cómo se saldrá de esta recesión profunda si no hay un plan económico, porque no lo hay. Donde irán a trabajar quienes hoy pierden sus empleos, quienes cierran sus pymes, quienes dejan de producir. El Estado tampoco podrá recaudar, sencillamente porque no se genera riqueza y todos los aumentos desmedidos que hoy se deciden no son otra cosa que pan para hoy (para el Estado voraz) y hambre para mañana (para ese mismo Estado)-
Un ejemplo: la nafta vuelve a subir en este mes de abril, pero también los peajes de todas las rutas nacionales y algunos accesos de la ciudad de Buenos Aires. Cómo impactarán, considerando tan sólo dos de esas variables, en la inflación y en la profundización de la recesión, en el cese de la producción. De hecho, las consultoras prevén entre 10 y 13% de aumento en marzo y la proyección para abril tampoco es de un digito. por más que oficialmente se ilusionen con que la recesión hará de las suyas para alcanzar tan “exitoso” resultado.
Otro “exitoso” resultado es el uso de los argentinos de sus ahorros en dólares para tratar de llegar a fin de mes. Lo había anticipado Patricia Bullrich en su campaña presidencial: la deuda generada se pagará con el ahorro de los argentinos. El ahorro en dólares del chiquitaje, en rigor. Porque las fortunas que están afuera no piensan volver, no lo han hecho y seguramente no lo harán. Hay un informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) que le pone montos a la desfinanciación de los que ahorran en el colchón.
Y. la verdad, qué persona pudiente (es decir que no necesita cambiar dólares para llegar a fin de mes) o empresa traería los dólares al país, si efectivamente el gobierno de Milei inventara un blanqueo que los “favoreciera”. Difícilmente esos pudientes pondrán sus ahorros en manos de una gestión cuyo único objetivo es pagar la deuda externa al altísimo costo del quiebre del país, administrando con medidas que improvisa casi a diario.
Porque, además, hay un debilitamiento institucional grave. El desconocimiento de las instituciones republicanas: Congreso de la Nación, Poder Judicial. Y un agravio permanente a las Provincias que no es otro que un agravio a los argentinos en general.
Hay tres palabras que un consultor -Mario Riorda- mencionó como claves y vale la pena pensarlas: la malevolencia (o el daño malicioso) ; la indolencia (o la insensibilidad y ausencia de dolor); la incivilidad (o la reacción desde sentimientos antidemocráticos o estigmatizantes).
Este mes de marzo y el venidero abril se presentaron con un respiro turístico. Al parecer las no vacaciones del verano se cristalizaron en este finde XXL, para alivio de los operadores de los principales destinos turísticos del país, entre ellos Iguazú, Misiones en general.
Rápidamente en las redes sociales, los seguidores del oficialismo pretendieron presentarlo como una desmentida de la crisis, una valoración carente de sustento que no puede mantenerse en un análisis serio de la situación que se vive a nivel nacional. Fue una bocanada de aire, de escasos cuatro, seis días. Y los mismos operadores dicen que fespués se viene la “plancha” del primer semestre que, en teoría, debería finalizar en las vacaciones de julio.
Misiones tiene hechas ya sus previsiones buscando ser sede de eventos, congresos, pero nadie ignora las dificultades. El equilibrio fiscal alcanzado a lo largo de más de 20 años, pacientemente, sin afectar a la población ni a la estructura productiva, sino todo lo contrario, revirtiendo la condición de provincia periférica para transformarla en protagonista de su destino, está a la vista. Y evidencia que se puede. Hace falta alta política, vocación de servicio, empatía.
Un empobrecimiento que se recicla mes a mes (Editorial)https://t.co/jOe0suqc5M pic.twitter.com/I6OGqSRVtH
— Jorge Kurrle (@jorgekurrle) March 31, 2024