En su libro «Four Thousand Weeks: Time Management for Mortals«, el autor británico Oliver Burkeman retoma un tema del que ya se dijeron muchas cosas: el multitasking. La posibilidad de hacer muchas cosas al mismo tiempo de forma efectiva es una habilidad que suele valorarse en el ámbito laboral, pero podría no ser tan eficiente a largo plazo.
A lo largo de su ensayo, el autor relata cómo comenzó a llevar a cabo una sola actividad por vez: corría sin escuchar música; escuchaba un podcast sin necesidad de estar manejando. De esta forma, notó que estaba mucho más presente y concentrado al momento de hacer cualquier cosa.
En medio de este cambio de hábitos -que a su vez funcionó como un estudio-, el periodista se descubrió a sí mismo como un «adicto a no hacer una cosa a la vez». Quizás como producto de una sociedad que fomenta esta característica como algo positivo, el ser humano dejó de vivir secuencialmente, es decir, centrándose en una cosa tras otra sucesivamente.
La necesidad de hacer multitasking, no es algo nuevo, sino un «requerimiento» en la sociedad actual.
Diversos artículos científicos explican que el ser humano no puede hacer más de una actividad a la vez; lo que hace en realidad es llevar la atención rápidamente de una actividad a otra sin darse cuenta. Esto, además de contribuír a la desconcentración, hace que el desempeño en todas las actividades disminuya notablemente.
Sin embargo, la «habilidad» de hacer varias cosas en simultáneo se impone casi como una presión desde fuera. Algunos trabajos -especialmente los relacionados a tecnología- exigen a sus empleados que tengan capacidad multitasking dentro de las características positivas. Al mismo tiempo, fuera del ámbito laboral el ser humano se enfrenta a los constantes problemas del mundo, que lo obligan a preocuparse por distintas cosas al mismo tiempo.
Escapar del multitasking: ¿el objetivo del futuro?
Los avances tecnológicos no contribuyen a facilitar esta situación. Las redes sociales y la exigencia de estar «presentes» todo el tiempo fomentan el uso de los teléfonos como método de distracción, lo que pone aún más barreras entre el ser humano y la realidad en la que se encuentra.
Según el estudio, la única forma de no caer en el espiral del multitasking es aceptar la realidad de las limitaciones de cada persona. Distraerse de tareas difíciles no las hace más llevaderas, ya que refuerza la creencia de que son el tipo de actividades que solo se pueden tolerar distrayéndose. Al hacer esto, no se realiza de forma correcta la tarea que se tiene que hacer, y tampoco se disfruta la actividad «de distracción» como se debería.
Para ser realmente efectivo en el trabajo, es esencial dejar de lado todo lo externo mientras se lleva a cabo una actividad. Al hacer esto, se garantiza que lo que se llegue a hacer va a ser resuelto correctamente, y sin sumarle la presión de querer hacer todo.
¿Cómo pelear contra el multitasking?
- Reducir las distracciones: apagar el teléfono o bloquear llamados y mensajes indeseados.
- Crear un plan diario que sirva para organizarse. Marcar por tramos las tareas que se quieren realizar durante un determinado tiempo puede ser de mucha ayuda para no sentir que estamos abrumados.
- Entrenar el cerebro. Aprender a concentrarse es una habilidad que vale la pena, pero requiere práctica. Actividades como la meditación pueden ser útiles para saber cómo dominar la atención.