En el segmento de Ambiente, Sociedad y Sustentabilidad, Sonia Weisheim entrevistó al magíster en biotecnología y máster en ciencia Leonardo Horacio Walantus, para conocer la realidad de la producción de seda en Misiones, una actividad que tiene sus raíces en el país desde hace siglos. La provincia, con sus condiciones climáticas y naturales, se presenta como un terreno ideal para el desarrollo de esta industria, que combina investigación científica y trabajo artesanal.
«El proyecto de sericultura está en Argentina desde hace décadas y siglos, y en Misiones tenemos todas las condiciones para desarrollarlo», afirmó Walantus, quien destacó que la región posee las características perfectas para criar gusanos de seda. «La tierra colorada, el calor y la humedad, sumado a un invierno corto, permiten criar gusanos casi todo el año. Además, el único alimento que necesitan son las hojas de moras, que crecen solas aquí», explicó.
La sericultura en Misiones se basa en la cría de gusanos de seda, cuya alimentación consiste exclusivamente en hojas de moras, plantas que se desarrollan rápidamente en la región. Según Walantus, «si plantamos moras, en un año podemos tener una plantación que nos permitirá cosechar suficientes hojas para alimentar a los gusanos y desarrollar la actividad productiva». Para emprender en este sector, lo único necesario es contar con un espacio cerrado para criar a los gusanos y aprender las técnicas adecuadas.
Desde hace casi tres décadas, el proyecto de sericultura ha recibido apoyo tanto de universidades como de organismos internacionales. Walantus relató que la investigación comenzó en la Facultad de Exactas de la UNaM, en la cátedra de Ecología General, y que en 2002 se unieron a la Red Argentina de la Seda, que involucra a universidades, el INTA, el INTI, productores y artesanos. «La red ha crecido mucho. Hemos recibido apoyo internacional, especialmente de Italia y la Comunidad Europea, lo que ha permitido a los productores mejorar sus capacidades y adquirir equipamiento», comentó.
El desarrollo de la sericultura no solo se limita a la cría de gusanos de seda, sino que también ofrece la posibilidad de generar productos finales, como prendas de vestir. «El primer paso es obtener el hilo de seda, un proceso que puede ser hecho de manera artesanal. No recomiendo que los productores vendan los capullos sin agregarles valor. Pueden fabricar hilo con una rueca, como lo hacía Gandhi, y luego tejer las prendas», sugirió Walantus. Esto permitiría a los emprendedores multiplicar el valor de su producción.
A través de la formación y el apoyo constante, la sericultura en Misiones ha mostrado un crecimiento significativo. Sin embargo, Walantus enfatizó que, para consolidarse como una industria competitiva, es esencial que los productores sigan apostando al valor agregado. «Es fundamental que los productores de seda no solo críen gusanos, sino que aprendan a transformar el capullo en productos finales. De esta manera, su producción puede multiplicar su valor y asegurar un mercado estable y rentable», concluyó el especialista.