Las crisis vividas en la Argentina tras la redemocratización no han alcanzado a generar renovaciones que atendieran, en plenitud, las aspiraciones de una sociedad en permanente cambio e incansable búsqueda de una mejor calidad de vida.
A pesar de ello no hay una búsqueda de cuáles son las causas de una frustración que parece reciclarse a perpetuidad. De vez en cuando aparecen dichos acerca de la necesidad de consensos destinados a identificar políticas públicas que atiendan a los legítimos intereses del país. Sin embargo, no van demasiado lejos. Nadie parece dispuesto a respetar la otredad que bien entendida permitirá sumar en la sociedad posibilitando inclusión y una mirada más diversa acerca de los problemas por enfrentar y las soluciones a ensayar.
Los espacios políticos persisten en estas deficiencias y hay un sentimiento de orfandad cuando no de confusión en la gente a la que se la ve oscilar en opiniones cuando se la consulta en las encuestas. Hoy por hoy la sociedad líquida parece haberse licuado a los partidos políticos tradicionales que enfrentan, en consecuencia, nuevos desafíos acerca de cómo dar respuestas en el futuro inmediato y a mediano y largo plazo.
En la semana que acaba de finalizar un contundente paro nacional mostró no tanto una convocatoria de la histórica dirigencia sindical, sino la decisión de una gran mayoría de mostrar su disconformidad con una crisis económica y social que se exacerba con los más débiles pero que alcanza a grandes sectores de la sociedad igualmente.
Y de aquí debieran surgir reflexiones para todos, para quien gobierna desde el poder político y para los sindicalistas que no podrán vanagloriarse de un éxito que no fue. Porque el paro en la actualidad carece de validez en la búsqueda de soluciones, se agota en sí mismo. Y se confundiría esta antigua dirigencia si no entiende que se ha apelado a ellos por la adversidad del contexto en el que se vive, pero no porque se “acate” una decisión tomada por la dirigencia.
La radicalización no habilita caminos de salida. Este ha sido un duro aprendizaje para los trabajadores, profesionales, técnicos, obreros. El diálogo y la búsqueda de soluciones consensuadas parece en cambio, imponerse. Nadie puede negar el desgranamiento y la fracturación experimentada por las organizaciones sindicales y la no respuesta a la informalidad que ha crecido a niveles exponenciales.
La necesidad de un recambio dirigencial que suponga un recambio de las metodologías parece urgir en el presente. Si no ocurre el ganancioso terminará siendo un Jefe de Estado que parece carecer de la empatía imprescindible a tan alto cargo. Ergo, todo podría empeorar.
Ahora bien, así como se vio a nivel nacional la reiteración de una modalidad improductiva, a nivel local hubo dirigentes docentes que igualmente prefirieron la confrontación más allá de que a nada conduzca. Por el camino del diálogo, en cambio se lograron respuestas desde hace tiempo. En lo inmediato, la sustitución del Fondo Nacional de Incentivo Docente por el Fondo Provincial de Incentivo Docente. Y la reanudación de las tratativas se ha verificado, con acuerdos en puntos esenciales; también en la búsqueda de recomposición salarial.
Ha sobresalido esta situación porque a nivel político en Misiones se verifica una ampliación de espacios desde la Neo Renovación. Que ha sumado dirigentes y militantes nuevos entre los independientes, peronistas, radicales y ahora libertarios. Jóvenes estos últimos que responde a la fuerza política del Presidente y, sin embargo, hasta trabajan con el Gobierno de la Provincia, sin perder identidad. Nuevas modalidades políticas podr
Los nuevos tiempos demandan nuevas respuestas (Editorial)https://t.co/OoUColBqf8 pic.twitter.com/g9J3X9znM0
— Jorge Kurrle (@jorgekurrle) May 12, 2024