Existe una extendida preocupación entre los productores de yerba mate por las incesantes versiones respecto de la eliminación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym) institución que bajo la conducción de Juan José Szychowski hizo florecer la actividad, logrando precios rentables para plantadores, secaderos y tareferos, con acompañamiento decidido del Gobierno de Misiones.
Puede considerarse “histórica” esta gestión ya que inclusive en el último laudo se obtuvo un ajuste del precio de la materia prima en función de la inflación, cuestión que antes siempre había sido evitada transformando a esta producción agraria en la “cenicienta” del agro. Junto al reconocimiento del valor de un producto que es apreciado además por su aporte a la salud humana, la proyección alcanzada a nivel internacional también fue inédita ya que proyectó a nuevas empresas pequeñas y medianas, muchas de ellas cooperativas.
Pero ahora, a días de la asunción del nuevo gobierno nacional que se ha pronunciado en favor de las privatizaciones y de la intervención del Estado para sostener el equilibrio en la economía, se teme por la eliminación del Inym, por obra de los mismos autores que, en la gestión del presidente Carlos Menem, lograron la eliminación por decreto de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (Crym). Gestión liderada por el entonces gobernador Ramón Puerta, un productor yerbatero que siempre jugó en las grandes ligas en perjuicio de los competidores locales, máxime si estos eran pequeños productores, cooperativistas.
A partir de esa gestión considerada “nefasta” se depreció el valor de la materia prima y los quiebres de pequeños y medianos productores, secaderos, industriales se dio en cadena. Las chacras fueron abandonadas o mal vendidas a los grandes yerbateros. La pobreza reinaba.
Por eso hay tanto temor hoy cuando recrudecen las versiones de la eliminación del Inym a manos de los representantes de la yerba “cuatrera”. Preocupa porque otra vez los precios caerían para la producción y volverían a ser más que rentables sólo para la gran industria.
Aparecen también los recuerdos de las épocas de los capangas, los mensúes, el trabajo infantil. El trabajo esclavo igualmente era parte de la realidad, disimulada por los grandes que lo “tercerizaban”.