El 20,6% de inflación de enero que informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) confirmó que el costo de vida sigue viajando a niveles récord de más de tres décadas. Y apenas en los dos meses en que le tocó gestionar a Javier Milei acumuló un salto del 51,35%. Pero en el Ministerio de Economía decidieron difundir una mirada optimista: aseguran que el índice de precios al consumidor (IPC) del mes pasado ratifica que se ha iniciado un “sendero de desaceleración”.
Luis Caputo y sus funcionarios vinculan la actual dinámica de precios a un “desborde monetario” heredado de la gestión anterior, aunque admiten que entre los detonantes de la disparada inflacionaria estuvieron la megadevaluación de diciembre, ejecutada días después de la asunción del actual gobierno, la fuerte suba de los combustibles y la eliminación de los acuerdos de precios, en particular los de consumo masivo.
Con todo, valoran positivamente dos cuestiones. Por un lado, que 20,6% se ubicó por debajo de la mediana de las proyecciones recogidas por el Banco Central en su Relevamiento de Expectativas de Mercado de diciembre (en el que se esperaba 25%) y de enero (21,9%). Por otro, destacan que existe un “sendero de desaceleración en la nominalidad que se viene observando desde mediados de diciembre”, algo previsible luego del fogonazo inicial post-devaluación.
Inflación: ¿qué dicen en el Gobierno?
La lectura que hacen en los despachos oficiales es que el traslado a precios del salto cambiario de diciembre fue “mucho menor” al que hubo después de la devaluación posterior a las PASO que el Fondo Monetario Internacional le impuso al equipo económico anterior. Remarcan que en aquel entonces la suba del tipo de cambio real se licuó “en menos de dos meses” y que ahora del dólar oficial subió 129% mientras que la inflación acumuló algo más de 51% en el mismo lapso.
¿A qué lo atribuyen? Al fuerte ajuste fiscal de shock, a la drástica contracción monetaria a partir de la licuación de los pesos de la economía mediante la baja de tasas de interés y a la política de crawling peg de 2% mensual implementada desde la devaluación. Lo que evitan mencionar es la principal ancla que genera esta estrategia: el ancla recesiva, materializada en el desplome de los salarios, la caída del consumo y el parate de la producción.
“La combinación de ancla fiscal, monetaria y cambiaria, y la normalización en el comercio exterior aseguran una trayectoria inflacionaria decreciente”, aseguran. Y destacan que el dato de enero incluyó un “elevado arrastre estadístico de diciembre”. Caputo augura que en febrero el IPC perforaría el piso del 20% mensual y que bajaría otro escalón en marzo. Aunque hay consultores que matizan la posibilidad de una desaceleración constante, habida cuenta de los incrementos ya aplicados y anunciados en el transporte y las tarifas energéticas, y las dudas sobre cómo continuará la administración del tipo de cambio.
Mientras tanto, la inflación interanual se aceleró el mes pasado al 254,2%. Y la licuación avanza a paso firme: el poder adquisitivo del salario y las jubilaciones se acerca al piso marcado tras la crisis de 2021 y la eclosión de la convertibilidad.