(Por María Eva Jiménez)
Como sabemos, el fútbol históricamente ha sido un deporte masculino. Aunque el fútbol femenino comenzó a surgir a principios del siglo XX, no fue hasta 1991 que se realizó el primer torneo mundial de fútbol femenino, según datos del BID. Las desigualdades y las barreras culturales han limitado el acceso de las mujeres a este deporte. Sin embargo, la voz y la determinación de las futbolistas están desafiando estas barreras y generando un cambio fundamental en el panorama deportivo y de género.
La noticia de los últimos días en ese sentido fue la renuncia de más de 80 futbolistas españolas a la Real Federación Española de Fútbol, luego de que el presidente de la misma, Luis Rubiales, besó en la boca sin consentimiento a la futbolista Jennifer Hermoso durante la entrega de medallas de la final del Mundial de Fútbol Femenino y como si no fuera suficiente en una conferencia de prensa justificó sus actos.
A pesar de los avances y contra avances, en los últimos años, se ha iniciado una valiosa transformación en nuestra ciudad: la expansión y consolidación del fútbol femenino.
Este avance no sólo desafía la noción tradicionalmente masculina del deporte, sino que también tiene un papel clave en la lucha contra las desigualdades de género arraigadas en la sociedad en general, y en el mundo del deporte en particular. A través de una encuesta realizada a jugadoras de distintas ligas y torneos de Posadas, surgen datos reveladores acerca de los progresos alcanzados y los desafíos que aún debemos enfrentar para construir sociedades más igualitarias.
Es innegable el crecimiento que se ha dado en el fútbol femenino en la última década.
Nuestros datos muestran que la mitad de los equipos se formaron en el último año, destacando un cambio cultural que está comenzando a tomar forma. Sin embargo, solo el 29% de estos equipos son dirigidos por mujeres. En este punto, es necesario reconocer la importancia de un liderazgo diverso en la promoción de igualdad de género y empoderamiento.
Un factor que no debe pasarse por alto es el horario de entrenamiento. El 75% de las sesiones se llevan a cabo después de las 20:00 horas, una realidad que puede influir en la participación de las mujeres, particularmente aquellas que realizan tareas domésticas y de cuidado no remunerado. La dedicación semanal de aproximadamente 4 horas a la práctica deportiva señala un compromiso notable, pero también marca la necesidad de adaptar horarios para garantizar la inclusión.
Una tendencia que revela la investigación es que el 67% de las jugadoras comenzaron a practicar fútbol en la adultez, mientras que solo el 8% lo hicieron en su infancia. Este dato apunta a las barreras históricas que limitaron el acceso de las niñas a este deporte y resalta la necesidad de fomentar la participación temprana, desafiando los estereotipos de género arraigados desde la primera infancia.
No obstante, la resistencia a romper con los estereotipos perdura. El hecho de que el 63% de las jugadoras hayan enfrentado comentarios negativos o críticas por su participación en el fútbol refleja la necesidad continua de interpelar y cambiar percepciones que atrasan.
La encuesta también destaca una brecha evidente en recursos y equipamiento. El 63% de las jugadoras informaron que sus equipos carecen de lo necesario para competir y entrenar adecuadamente. Esta desigualdad en la inversión y el apoyo financiero es un reflejo de las disparidades de género presentes en la sociedad en general y en el deporte en particular.
Más allá del campo de juego, las jugadoras también enfrentan desafíos en la conciliación del deporte con el trabajo y las responsabilidades familiares. La distribución de tareas no remuneradas sigue siendo desigual, y aunque algunas jugadoras pueden acceder a cuidados adecuados para sus hijos durante los entrenamientos y eventos deportivos, este sigue siendo un problema significativo que afecta su participación.
En este panorama, es inspirador ver que el fútbol femenino ha generado sentimientos de «diversión», «pasión» y «alegría» entre las jugadoras. Estos términos fueron los más asociados a la actividad, y resaltan la importancia de brindar un espacio donde las mujeres puedan disfrutar y desarrollarse sin limitaciones, donde puedan romper barreras y encontrar otros espacios de empoderamiento.
El panorama del fútbol femenino en Posadas ha experimentado un cambio profundo en los últimos años, desafiando los estereotipos arraigados y promoviendo la igualdad de género en el deporte. Sin embargo, en medio de los avances logrados y los desafíos que persisten, emerge un tema esencial que a menudo pasa desapercibido: la recreación como un derecho fundamental. Históricamente, los esfuerzos y las políticas públicas han tendido a centrarse en cuestiones de deberes y obligaciones, pasando por alto la importancia de la recreación como una fuente de empoderamiento y bienestar para las mujeres.
La recreación es un componente vital en la construcción de una sociedad equitativa y saludable. Más allá de la mera competencia, el fútbol femenino ofrece a las jugadoras un espacio de escape, donde pueden disfrutar de la diversión, la pasión y la alegría mencionadas en la encuesta. A través de esta recreación, las mujeres encuentran una plataforma para desafiar las barreras de género, construir su confianza y forjar conexiones valiosas entre ellas. Sin embargo, es imperativo reconocer que la recreación no es un lujo, sino un derecho humano fundamental que debe ser
promovido y protegido.
(+) Lic. María Eva Jiménez
Psicóloga
Concejala de la ciudad de Posadas

(Foto portada : Ilustrativa. Facebook GAF)