El plan económico del gobierno de Javier Milei mantiene el foco en el frente financiero, con eje principal en la situación fiscal -mediante motosierra y licuadora), y la baja de la inflación con corrección de precios relativos y reacomodamiento de tarifas.
Pero el sector productivo parece fuera de la agenda oficial. El consumo, por efecto de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, está deprimido, y tiene su correlato en la actividad, que ya empieza a mostrar también sus consecuencias sobre el empleo.
Las luces de alerta en el tablero económico son preocupantes. En los últimos días se conocieron datos serios sobre la caída de la industria y la construcción. También en el consumo. La CEPAL ya estimó que la Argentina será el único país de la región que verá una contracción de su economía en 2024: más de 3%.
Los economistas ya coinciden mayoritariamente en que la recuperación no será en «V». No habrá rebrote brusco. Los más optimistas hablan más de uno moderado. Otros creen que cuando frene la caída, la actividad seguirá amesetada cerca de ese piso.
Caída de las actividades productivas
La caída en los ingresos se traslada a la actividad: el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de INDEC muestra una caída de actividad entre diciembre y febrero del 3,7%, más del doble que la caída en todo 2023 (explicada por la sequía), incluso a pesar del fuerte repunte del sector agropecuario.
En marzo, la producción industrial cayó un 21,2% interanual, mientras que el índice de actividad de la construcción se desplomó un 42,2%, según datos del INDEC. Además, las ventas en comercios registraron una disminución promedio del 16%. Estos indicadores también mostraron retrocesos respecto al mes anterior, con una caída del 6,3% en la industria y del 14,2% en la construcción.
La consultora Facimex Valores recopiló datos correspondientes a abril que mostraron caídas de 33% en el índice Construya (venta de insumos para la construcción por parte de empresas líderes), de 21% en producción de autos y 6% en patentamientos de vehículos, entre otros.
Por otra parte, la consultora ACM consideró que “los sectores más orientados al mercado doméstico se vieron afectados por la caída de la demanda interna: los más transables no logran revertir esta tendencia, las mayores contracciones corresponden a equipos, aparatos e instrumentos 37%; maquinaría y equipo 35,5% e industrias metálicas básicas 25,6 por ciento”.
Datos del último relevamiento de la Asociación de Fabricantes de Automotores (Adefa) reflejan la difícil situación que está atravesando la industria automotriz. «La caída en la producción, exportación y venta de autos es histórica. Congelar la economía no puede ser la salida para los problemas de Argentina», cita el informe y ejemplifica con los números del sector.
La producción automotriz argentina no logra recuperarse y registró un nuevo retroceso, al caer un 21% en abril, frente al mismo mes del año pasado, mientas que las ventas cayeron un 33,6% y las exportaciones un 32,9%.
En abril se produjeron 42.974 vehículos, una baja de 0,4% en cantidades respecto de marzo, pero un 21,4% menos de los 54.399 unidades que se produjeron en abril del año pasado.
En cuanto al mercado externo, el informe apunta que se exportaron 20.611 unidades, un 12,4% menos que la cifra de marzo. y un un 33% menos que en abril del 2023.
Al respecto del comportamiento de la actividad, el presidente de ADEFA, Martín Zuppi, aseguró que «como lo veníamos anticipando, en el mes de abril las principales variables del sector continuaron mostrando una adecuación a la nueva realidad económica».
En lo relativo a la venta de automóviles También marca el movimiento negativo de las ventas. Aquí sostiene que se alcanzaron las 22.450 unidades, un 26% por debajo de los registros de marzo. En la comparación interanual, en abril del 2024 se vendió un 33% menos que en abril del 2023.
Reclamos, peleas y apoyos de los empresarios
A pesa de la situación, no son pocos los empresarios que apoyan con fiereza el rumbo hacia el que quiere navegar Javier Milei. Son principalmente quienes pregonan una economía de libre mercado, en la que el Estado no tenga prácticamente intervención. Pero no es menor destacar que algunos de los que aplaudieron la desregulación, luego protestaron.
También quienes están encantados son los que apuestan por el mercado financiero y muchos con negocios inmobiliarios. A casi todos los que sí los une es el apoyo a una reforma laboral que limite las regulaciones actuales.
Días atrás, la Junta Directiva de la Unión Industrial Argentina (UIA) analizó las últimas medidas del Gobierno en materia aranceleraria y dio su respaldo a los cambios laborales incluidos en la Ley Bases, que ahora son analizados en el Senado.
Los empresarios manifestaron que la modificación de aranceles de bienes industriales «debería darse en sintonía con mejoras en la macroeconomía, baja de la presión impositiva y recuperación de la actividad económica».
«En virtud de estas asimetrías, nuestro país compite en condiciones desfavorables con empresas que enfrentan menores erogaciones en impuestos y costos logísticos, acceden al financiamiento para la inversión y cuentan con mejor infraestructura», indicó la UIA en un comunicado.
Además, los representantes sectoriales y regionales manifestaron su preocupación por la caída de la actividad, el incremento de los costos energéticos y el impacto del contexto, en particular, en el sector PyMI.
En el marco de la necesidad de la búsqueda de equilibrios macroeconómicos, los representantes pidieron medidas que colaboren para sostener la demanda, el empleo y la producción.
En el medio, el Gobierno acumula roces con distintos sectores. Con las prepagas por el valor y los aumentos de las cuotas llevó el conflicto hasta la Justicia. También trata de ejercer presión sobre los comerciantes de consumo masivo para que bajen los precios. Ahora la nueva batalla es con las energéticas, a las que Luis Caputo, convertido en el «campeón» de Milei para cada una de esas peleas, les quiere pagar la multimillonaria factura que debe el Estado con un bono con quita del 50%.
Cae el poder de compra de los salarios
El consumo masivo cayó un 20,4% interanual en abril como consecuencia de la persistente pérdida de poder adquisitivo de los asalariados, lo que impactó en retroceso en los volúmenes de las compras minoristas.
Al comparar con marzo, el retroceso de las compras fue del 17,1%, tal como surge del relevamiento de la consultora Focus Market vía Scanntech (lector de código en 756 puntos de venta de todo el país)
La cantidad de tickets cayeron un 8,9% frente al mes anterior y un 11,2% frente al año anterior. Las unidades por ticket retrocedieron un 4,5% interanualmente a 4,2 unidades por ticket y 13,2% frente a marzo 2024 a 4 unidades por ticket.
El índice de salarios subió 10,3% en marzo último, y volvió a perder ante una inflación que redondeó el 11%, según informó el INDEC. Además, se incrementó 200,8% interanual.
El indicador acumula una suba del 45,5% respecto de diciembre previo, cuando los precios subieron 51,6%. El crecimiento mensual se debe a subas de 10% en el sector privado registrado, 11% en el público y 9,7% en el sector privado no registrado, indicó el INDEC.
Adiós a la clase media
Según la Dirección de Estadística y Censos de Ciudad de Buenos Aires, una familia tipo porteña necesitó en abril ingresos superiores a $1.26 millones (sin considerar el alquiler) para ser considerada de clase media. Si alquila, esa misma familia tendría que tener entradas por encima de los $1.500.000 mensuales.
Con relación con un año atrás, la línea de pobreza se encareció 295,9% (pasó de $208.569 a $825.809). Representa un alza superior a la inflación promedio interanual que, en CABA, fue del 292,5%. Así, la inflación golpeó más a las familias de menores recursos.
Por la desaceleración de los precios de los alimentos y la aceleración de las tarifas y los servicios, la canasta básica de la clase media aumentó más que la de indigencia y de pobreza.
El mes pasado, en CABA, hubo fuertes aumentos en los servicios privados y públicos, que en mayor proporción afectan a la clase media, que representaba hasta hace poco la mitad de la población de la Ciudad de Buenos Aires. Subieron el suministro de agua (181,1%) gas y electricidad (54,1%), servicios financieros (25,9%) prepagas (16%), educación (15,1%), gastos comunes por la vivienda (15,7%) e Información y comunicación (11,7 %).
En abril, la canasta familiar de pobreza fue de $825.809 en la Ciudad de Buenos Aires, una suba del 7,8% en relación con los $766.146 de marzo.
El piso para ser considerado de clase media, aumentó de $1.157.084 a $1.264.441, un incremento del 9,3%
Por su parte, por la disparada de los precios de los alimentos, en especial pan, frutas y verduras, la línea de indigencia subió de $290.411 en diciembre a $350.564 en enero, a $402.752 en febrero, a $442.239 en marzo y a $467.177 en abril: un 290,2% por encima del valor de abril 2023 ($119.742)
Con estos valores, si a la canasta familiar de pobreza ($825.809) se suma un alquiler modesto, una familia tipo (matrimonio y 2 hijos menores) necesitó más de $1 millón para no ser pobre.
Los $825.809 de la línea de pobreza superan la remuneración promedio nacional de los salarios formales, que en marzo fue de $705.832,58, según el RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de Trabajadores Estables). Y muy por encima de los $234.315 del salario mínimo, vital y móvil (SMVM) de abril.
¿El inicio de la recuperación?
El impulso en la economía puede venir de la mano del campo, con una cosecha que será sustancialmente mejor que la del año pasado, cuando se produjo la histórica sequía que le costó al agro -y al Gobierno- pérdidas superiores a los u$s22.000 millones.
Dentro de lo que se puede ver como señales positivas, la inflación en baja perforó los dos dígitos y se espera que este martes el INDEC informe que será menor al 10%.
En tanto, la consultora LCG señaló que “algunos indicadores de la actividad muestran un ligero repunte en abril, aunque este está muy lejos de compensar la caída experimentada en marzo. Se espera que la disminución de la actividad, especialmente en estas magnitudes, llegue a un punto mínimo. Haber subordinado la recuperación económica al objetivo de desinflación, hace pensar que la recuperación de ambos sectores será marginal”.
“No obstante, es probable que se suavice el ajuste a medida que los índices de inflación sigan en baja. Nuestra proyección es una caída anual promedio del 14,7% en el caso de la industria y del 31% en el caso de la construcción, sector que se ve más afectado por el freno drástico de la obra pública y disminución de la brecha cambiaria que implica suba de los costos medidos en dólares”, concluyeron en la consultora.(ambito.com)