Con el propósito de incentivar la creación de nuevas historias audiovisuales e impulsar la escritura de guiones, el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM) otorgó un premio de $200.000 al proyecto “El cuerpo sabe lo que está pasando” de Natal Cano Rojas, participante del Laboratorio de Desarrollo de Guiones de Cortometrajes de Ficción que se desarrolló en el marco del programa IAAviM Lab.
La premiación se llevó a cabo durante la ceremonia de clausura de la 20° edición del Festival Internacional de Cortometrajes “Oberá en Cortos. Por la identidad y diversidad cultural”, el pasado sábado 14 de octubre.
Natal subió al escenario del Cine Teatro Oberá para recibir el reconocimiento de manos de la gerenta de Capacitación e Investigación del IAAviM, Mariana Lombaridini, y de dos de los jurados presentes que realizaron la selección: el reconocido cineasta paraguayo Hugo Giménez (Matar a un muerto, Fuera de campo, Sin felicidad, etc.) y la directora, productora y guionista argentina Sofía Vaccaro (Nina, ¿Qué ves?: ecos de lo invisible, etc.)
El jurado, que también incluyó la evaluación de forma virtual de la guionista y directora Fernanda Ribeiz (Natacha), expresó que el proyecto fue seleccionado por presentar “un guión con una rica y sólida escritura. Una estética que nos invita a sumergirnos en una experiencia sensorial completa, con énfasis en el universo sonoro. A su vez, rescatamos la dimensión de un personaje principal complejo. Una estructura coherente y clara que manifiesta el contexto sociocultural propio y sensible del autor. Por ello creemos que existe una promesa de película en el guión de “El cuerpo sabe lo que está pasando””.
«Me parece un privilegio tremendo haber sido solamente leído ya por personas que manejan tan bien el lenguaje cinematográfico, que tienen proyectos muy destacados, y no solamente destacados en el sentido de conocidos, sino que trabajan el tema de la memoria, de la identidad, de lo regional, de la frontera, que les interesa estos temas que justamente son motivaciones muy propias», manifestó Cano Rojas en referencia al jurado de selección.
Contó también que al finalizar la ceremonia tuvo la oportunidad de charlar con Giménez y Vaccaro, quienes le dieron algunas recomendaciones para su proyecto. «Atesoro muchísimo lo que me dijeron esa noche, y quiero seguir trabajando y profundizando, justamente porque esas palabras me sirvieron un montón para seguir pensando el proyecto, y para darle forma, y en algún momento poder concretarlo en imágenes, y poder filmarlo».
Natal afirmó que se trató de una «sorpresa muy grande» recibir el premio al Mejor Guion de Cortometrajes de Ficción realizado en el marco del Laboratorio de Desarrollo de Guiones. «Había visto el laburo de mis compañeros y compañeras de laboratorio que eran también proyectos súper personales que les atravesaban desde las historias de cada uno, y me parecía que era muy probable que gane cualquiera porque tenían tremendos trabajos y realmente fue un proceso súper interesante más allá del premio».
La propuesta de capacitación profesional que lleva adelante la Gerencia de Capacitación del IAAviM, que cuenta con el apoyo del Consejo Federal de Inversiones, se desarrolló durante tres meses y estuvo a cargo de los guionistas y tutores Sergio Acosta, Fernando Pacheco y Luciana Porchietto. Junto a Natal Cano Rojas, fueron también parte del laboratorio Ainara Rolandi, Natalia Magali Romero, Carlos Ariel Kusiak, Gastón Lopez y Renata Otto, quienes concluyeron el laboratorio con un guión de cortometraje terminado.
«En mi caso trabajé con el tutor Sergio Acosta en algunos encuentros individuales por videollamadas y nada, fue un trabajo súper recursivo de escritura, de revisión y de volver a escribir… Intentar crear una historia bastante sensible con un clima bastante espeso, afiebrado, que se perciba cierto calor, cierto sudor, cierta humedad del aire, lo sofocante de un verano misionero; y también mucho sobre el deseo y la prohibición, digamos, una historia que trabaja mucho el fuera de campo, el trabajo de sonido y lo que no se ve…», relató el joven guionista. Agradeció además a su tutor por saber acompañar de manera crítica los límites de la historia, haciéndole ver cuando era necesario dejar afuera o revisar parte de la historia. «Es un privilegio tremendo tener a los tutores que tuvimos para poder ayudarnos a escribir, a delimitar y a encontrarle la potencia a cada una de las historias», concluyó.