La liquidación de divisas del campo cerraría enero con el peor registro en nueve años, ya que a pocas horas de que concluya el mes las empresas agroexportadoras habían ingresado al mercado de cambios local apenas u$s890 millones, una cifra que ya está por debajo del acumulado del primer mes del 2014, que había sumado poco más de u$s1.069 millones.
Las ediciones del dólar soja lanzadas en septiembre y noviembre del año pasado, sumado además a la sequía que afecta a la nueva campaña de soja y los recortes de la cosecha de trigo, son los principales causantes de este fenómeno que afecta directamente a la economía.
Si se compara con el registro de enero del año pasado, cuando ingresaron más de u$s2.400 millones, el retroceso interanual superaría el 58% en caso de que el mes cierre en torno a los u$s1.000 millones. El contexto demuestra que la economía y los productores se están moviendo literalmente al ritmo de la sequía. En primer término el dato clave es que hubo un recorte del 50% en la cosecha de trigo y eso también significó menos dólares que debían entrar justamente entre diciembre del año pasado y los primeros meses de este 2023. En tanto, la falta de precipitaciones que afectan a la soja y al maíz de la nueva campaña desalienta cualquier decisión de venta por parte del productor que todavía cuenta con stock de soja en sus silos.
En rigor de la verdad, los productores que aún mantienen soja de la campaña pasada son justamente aquellos que cuentan con mayor espalda financiera y ya aprovecharon para vender en las dos ediciones pasadas del denominado Dólar Soja que estableció un tipo de cambio diferencial para acelerar la liquidación de divisas.
En este contexto en el sector ya se especula con la posibilidad que el Gobierno vuelva a echar mano a esta herramienta conocida, próximamente o luego de la cosecha de la nueva campaña de soja. Entre los fundamentos del productor para retener el mayor grano posible -luego de hacerle frente a sus compromisos financieros- es que la oleaginosa es su refugio de valor en un contexto en el que la brecha entre el dólar oficial- al que liquidan, menos retenciones del 33%- y los paralelos supera el 100%. Además otra cuestión fundamental que puede ralentizar decisiones de venta son las elecciones presidenciales este año y la continuidad o no del actual modelo económico.
Como antecedente se puede mencionar lo que sucedió en 2015 cuando Mauricio Macri ganó las elecciones a Presidente y prometió una baja en las retenciones apenas asumiera. Incluso uno de sus lemas de campaña fue “Retenciones cero”. A partir de ese triunfo y hasta diciembre del mismo año, los productores no vendieron soja esperando así la baja del tributo que se hizo efectiva el 15 de diciembre de ese año. El ex mandatario eliminó así los impuestos a la exportación para el trigo (que pagaba un arancel del 20%) y el maíz (23%) y redujo las alícuotas sobre la soja del 35% al 30%. Prometió además seguir reduciendo esa tasa un 5% cada año, para finalmente eliminarla en 2022. Lo cierto es que mucho ante de esta fecha, en septiembre de 2018 y luego de haber tomado un crédito de más de u$s50.000 millones con el FMI, Macri volvió a instaurar el tributo para los cereales y canceló cualquier baja para la oleaginosa.
Más allá de este antecedente político que marcó el rumbo de la economía hacia adelante, los productores agropecuarios también están siendo afectados hoy por la sequía en un contexto en el que se espera además una tendencia a la baja de los precios internacionales. La buena noticia es que esta semana se espera una nueva tanda de precipitaciones entre el miércoles y el jueves en la zona núcleo por lo que el perfil de humedad de los suelos continuaría mejorando y así se frenaría también el recorte productivo de la cosecha y por ende del ingreso de divisas planteado para este 2023 que a pesar de todo, está proyectado en más de u$s36.000 millones. (Ambito.com)