La memoria es la capacidad de los seres humanos para aprender, evocar y almacenar la información aprendida. Sin embargo, últimamente parece verse afectada por múltiples factores, como el estrés, el multitasking y las distracciones provocadas por los dispositivos electrónicos que están causando una especie de “epidemia” de falta de memoria.
Para “fijar” un recuerdo en el cerebro se atraviesan tres procesos, explican los expertos: la codificación o aprendizaje de información, el almacenamiento, a través del cual se guarda la información, y la evocación, que es la capacidad de recuperar aquellos datos cuando los necesitamos.
La licenciada Marina Dolmatzian, miembro del Departamento de Neuropsicología de Ineco, explicó en Infobae: “Los problemas de memoria son un motivo de consulta frecuente en el consultorio. En esos casos, las personas suelen manifestar que ya no pueden recordar cosas como lo hacían antes, que se olvidan de compromisos importantes o que ya no recuerdan lo que otras personas le dicen”. Y explicó que muchas veces esas fallas de la memoria aparecen como una manifestación de problemas atencionales o de evocación de la información.
¿A qué edad comienza la pérdida de memoria?
Según una investigación publicada en Dement Geriatr Cogn Disord Extra que estudió el rendimiento cognitivo de acuerdo a la edad, la educación y el género entre adultos sanos de entre 30 y 100 años, llegó a la conclusión que generalmente el cerebro está en su punto máximo en términos de rendimiento cognitivo a mediados de los 20 años.
En tanto, los investigadores concluyeron que entre los 50 a 55 años, se inicia cierto declive: “existió una tendencia decreciente en el desempeño cognitivo en todas las subpruebas a medida que avanzaba la edad”, señalaron en el estudio.
Muchas veces la gente puede atemorizarse pensando que esa falla cognitiva se debe a algún trastorno neurodegenerativo, como el Alzheimer. “A la enfermedad de Alzheimer se la llama ‘la enfermedad de la memoria’, porque en su forma más típica empieza por olvidos”, afirmó a Infobae el doctor Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva de Fleni. “Los olvidos son la forma de inicio de la enfermedad, pero son también normales en el sujeto que envejece. De allí la importancia de diferenciar lo que es un olvido normal de uno patológico”, explicó el médico.
¿Cuál es su diferencia? El doctor Allegri explicó: “En el olvido benigno, el sujeto no se acuerda de parte de una situación o una palabra y la recuerda posteriormente en forma espontánea o ante una ayuda. El sujeto está mucho más preocupado por los olvidos que su entorno. Un ejemplo es cuando uno está hablando y no aparece un nombre pero sí sabemos de quién hablamos y todo su entorno. Al rato, manejando el auto, nos aparece espontáneamente ese nombre o alguna situación nos lo trae. Esto es un olvido normal”.
En cambio, en el olvido patológico “la persona olvida una situación completa que no recupera posteriormente. Hay frecuentes reiteraciones de preguntas o comentarios. El sujeto está anosgnósico (no reconoce y minimiza lo que le pasa) y esto lo lleva a que su entorno esté mucho más preocupado que él. Un ejemplo típico es si yo fui a cenar anoche a la casa de un familiar mayor y hoy a la mañana lo llamo por teléfono y me dice: ‘Hace tanto tiempo que no nos vemos’. Este es un olvido patológico (no recuerda algo reciente, no recuerda la experiencia completa y no se facilitó con mi llamado), indicó el médico. En los pacientes con Alzheimer aparecen los olvidos patológicos.
Qué hábitos ayudan a prevenir el deterioro cognitivo
Según un estudio del Instituto Nacional de Envejecimiento de Estados Unidos realizado a 3.000 participantes se demostró que seguir cinco factores de estilo de vida saludables, tiene importantes beneficios para la salud física y también cognitiva:
- Hacer al menos 150 minutos de actividad física por semana de intensidad moderada a vigorosa.
- No fumar
- No consumir demasiado alcohol
- Seguir una dieta de estilo mediterráneo
- Participar en actividades mentalmente estimulantes, como leer, escribir cartas y distraerse con juegos
Otros hallazgos han mostrado que hacer estos pequeños cambios diarios puede generar importantes beneficios para la salud. El riesgo de tener la enfermedad de Alzheimer entre las personas que ponían en práctica al menos cuatro de estos comportamientos de estilo de vida saludables disminuía en un 60%. Incluso quienes practicaban solo dos o tres de estas actividades disminuían su riesgo en un 37%.
Otra investigación de 2019 comprueban que el control intensivo de la presión arterial puede retrasar el daño cerebral relacionado con la edad e incluso el deterioro cognitivo leve (que puede aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer o una demencia relacionada).
Los juegos mentales que ayudan a entrenar la memoria
Además de un estilo de vida saludable, el Instituto Nacional de Envejecimiento de Estados Unidos recomienda ejercitar el cerebro a diario y tratar de aprender con frecuencia una nueva habilidad para mejorar la función de la memoria.
Un estudio con adultos de 60 años o más mostró que la participación constante en actividades novedosas y cognitivamente exigentes potenció la función de la memoria. Específicamente, las nuevas habilidades aprendidas en este estudio fueron: aprender a usar software de computación para editar fotos y aprender quilting, que es una técnica de costura para hacer colchas que consiste en coser tres materiales en capas.
Aprender un nuevo juego, instrumento, manualidad u otra habilidad puede ser divertido y puede tener el beneficio adicional de evitar la pérdida de memoria a medida que se envejece, aseguró el instituto.
Según la Fundación Pasqual Maragall para la investigación sobre el Alzheimer, este tipo de actividades contribuye a aumentar la reserva cognitiva.
El doctor Claudio G. Waisburg (MN 98128), neurocientífico, speaker y director del Instituto SOMA, explicó a Infobae que “la reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para resistir daños y mantener un funcionamiento normal a pesar de las lesiones o cambios patológicos. Este concepto explica por qué algunas personas pueden tolerar mejor que otras los efectos del envejecimiento o enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer”.
El experto señaló que la reserva cognitiva se desarrolla a lo largo de toda la vida y destacó que es fundamental hacerlo desde la infancia, “a través de la educación, las experiencias laborales, el aprendizaje continuo y actividades cognitivamente estimulantes”.
Son herramientas útiles de aprendizaje y de actividad cognitiva recomendables a cualquier edad. Algunos ejemplos de este tipo de juegos de memoria para adultos que propuso la fundación son:
- Ajedrez y damas. “Basado en la estrategia y la táctica, requiere de la activación de funciones ejecutivas, como la atención, la concentración, el pensamiento crítico (al tratar de prever la estrategia del adversario), la lógica, la capacidad de ordenar ideas y decidir, la flexibilidad de pensamiento, la planificación y previsión de consecuencias, y la resolución de problemas”, dijo la fundación.
- Memotest. Es otro juego para ejercitar la mente, especialmente la memoria visuoespacial.
- Hacer cálculos mentales. María Luján Naury, neuropsicóloga e integrante del departamento de Neuropsicología de Ineco recomendó en una nota reciente en Infobae realizar cálculos mentales sin usar la calculadora para estimular la memoria.
- Asociación de palabras. Este juego requiere varios participantes. En él, el primero dice una palabra y la siguiente persona debe responder con otra que empiece con la misma letra que la que acababa de decir el individuo anterior. Mejora la velocidad de procesamiento y agilidad mental, así como la creatividad.
- Parchís. Ejercita habilidades como la motricidad fina y la coordinación visuomotora, la atención visual, el cálculo y la resolución básica de problemas.
- Dominó. “Estimula la atención y la concentración, la memoria de trabajo y la memoria a corto plazo, el cálculo, la percepción visual, el pensamiento crítico y la flexibilidad de pensamiento (para ir adaptando la propia estrategia a los cambios que se produzcan en el juego)”, detalló la fundación.
- Juegos de cartas. La mayoría exigen capacidad de atención, concentración, estrategia y memoria y, algunos, velocidad de procesamiento de la información. “Los juegos de cartas más complejos también contribuyen al desarrollo del pensamiento crítico, como el bridge o el póker”, añadió la fundación.
- Rompecabezas. Al hacerlos se estimulan distintos tipos de memoria. Además, hacer puzles favorece la concentración, la capacidad de planificación y la motricidad fina.
La Licenciada Naury afirmó: “Son útiles para estimular la memoria de trabajo, ya que implican retener activamente la información, manipularla, mantener la concentración y resolver problemas de manera efectiva”.
- Sudokus. Permiten ejercitar la percepción, la memoria, la lógica, la deducción, la capacidad de planificación y la memoria de trabajo.
- Sopas de letras. Son juegos para ejercitar la mente que estimulan el léxico, activan la atención y concentración, así como la visuopercepción.
- Crucigramas y autodefinidos. “Permiten trabajar diversas funciones lingüísticas (fundamentalmente, el léxico y la memoria semántica) y la flexibilidad mental, al asociar definiciones y palabras y al buscar sinónimos que se ajusten a la longitud del espacio disponible”, indicó la fundación.
- Buscar las diferencias. “Los pasatiempos que consisten en buscar las diferencias exigen altas dosis de capacidad de observación y atención, así como la habilidad para el análisis sistematizado y ordenado de las situaciones”, señaló la fundación.
La entidad destacó que si bien los juegos para ejercitar la mente son un efectivo recurso para activar la memoria, también hay que realizar actividades variadas para estimular distintas capacidades cognitivas. Así, recomiendan también leer un libro, escribir un diario, volver a estudiar, hacer manualidades, aprender nuevas habilidades y participar en actividades culturales y sociales.
Finalmente, la licenciada Naury recomendó: “Realizar actividad física, como por ejemplo clases de baile, puede presentarse como un desafío útil para aprender nuevas secuencias de movimientos e intentar recordarlos. Asimismo, realizar ejercicio acompañado de música tiene un efecto positivo en el estado de ánimo y bienestar”.
(Fuente: Infobae)