En el marco del Día Mundial contra el Cáncer, la historia de Víctor Kowalski resuena como un poderoso recordatorio de la resiliencia humana. Diagnosticado con cáncer en la base de la lengua, Víctor compartió su experiencia, desde el diagnóstico hasta su tratamiento, iluminando el camino de la esperanza y la superación.
El 25 de enero del año pasado, Víctor Kowalski recibió una noticia que cambiaría su vida para siempre. Tras un examen médico en Oberá, donde se detectaron ganglios inflamados en su cuello, fue referido a un cirujano en Posadas. Los estudios subsiguientes revelaron la presencia de un tumor en la base de la lengua, y aunque no se sabía si era maligno o benigno, el temor se apoderó de él. “Fue un baldazo de agua fría”, recuerda Víctor, quien, a pesar de sus antecedentes de tabaquismo, nunca imaginó el diagnóstico. La incertidumbre y el miedo acompañaron esos días oscuros, donde la palabra “cáncer” parecía un estigma, algo que le podría ocurrir a los demás, no a él.
La búsqueda de ayuda
Con la confirmación del diagnóstico por parte del Dr. Ángel D’Annunzio, director del Instituto Misionero del Cáncer (IMC), Víctor encontró un rayo de esperanza. “Me habló claramente sobre la situación”, señaló, enfatizando la importancia de la honestidad en el tratamiento. La conexión personal con el Dr. D’Annunzio, quien había tenido un vínculo previo con su familia, fue crucial para Víctor. “Lo que tenemos en el IMC es lo mejor que podemos tener en la provincia, incluso me animaría a decir que en el norte del país”, afirmó Víctor.
Además de destacar el equipamiento de radioterapia y los recursos con los que cuenta el instituto, reiteró: “Lo principal es el equipo humano que trabaja allí, desde el director hasta las y los técnicos, enfermeros y administrativos. Ahí uno se siente un ser humano con dificultades, que se encuentra con otros seres humanos comprometidos a apoyarte”.
El tratamiento y sus desafíos
El tratamiento que enfrentó Víctor consistió en 35 sesiones de radioterapia, complementadas con 3 sesiones de quimioterapia. Cada sesión de quimioterapia, administrada cada tres semanas, tenía como objetivo potenciar la efectividad de la radioterapia. “Cada sesión era desgastante, pero sabía que era parte del proceso”, relató. A lo largo de este arduo camino, Víctor encontró apoyo en su familia y amigos, quienes se convirtieron en su red de contención. También enfatizó el acompañamiento emocional no solo del equipo médico, sino del ambiente positivo del IMC: “El apoyo psicológico que recibes no siempre pasa solo por un profesional; también están las sonrisas, la cordialidad y ese sentido comunitario que encuentras con otros pacientes que enfrentan situaciones similares”.
Uno de los momentos más desafiantes para Víctor fue cuando la radiación afectó severamente su capacidad para comer: “La nutricionista fue un espectáculo. Me ayudó muchísimo a adaptar mi dieta para evitar complicaciones mayores como el botón gástrico”. A pesar del dolor y las restricciones, logró mantener una alimentación adecuada gracias a su orientación personalizada.
Los efectos secundarios, como el agotamiento extremo tras la quimioterapia, también lo llevaron a cuestionar todo, pero encontraba fortaleza en las palabras del Dr. D’Annunzio: “Que no te tiente la cama. Que no te tire la cama. Conservá la fe, peleá por cada día y no dejes que esta enfermedad te doblegue”. Estas palabras, junto con el apoyo de amigos que respetaban sus momentos de silencio, fueron fundamentales. “No me podían llevar tan fácil de este mundo”, reflexiona sobre su fortaleza para superar el calvario del tratamiento.
Reflexiones sobre la vida y la esperanza
Un año después de su diagnóstico, Víctor mira hacia atrás y reflexiona sobre su experiencia. Reafirma su gratitud hacia el Instituto Misionero del Cáncer y todo su personal: “Gracias a la infraestructura y recursos del IMC no tuve que salir de la provincia para tratarme, salvo por un PET que, ahora con la compra del equipo, ya no será necesario viajar a Buenos Aires. Es un lujo tener este instituto en un hospital público para todos los misioneros”. También pondera cómo el día en que aceptó la magnitud del diagnóstico inició su transformación: “Es importante llamar a las cosas por su nombre. Es cáncer, y al decirlo empiezas a enfrentarlo de verdad. No hay que esquivar la palabra porque es parte del proceso”.
Por último, subrayó la importancia de la solidaridad y del tratamiento igualitario que recibió en el IMC: “Aquí no importa si tienes una buena obra social, una obra social regular o no tienes cobertura, todos somos tratados como iguales. Lo que importa es que somos seres humanos enfrentando un problema que hay que resolver”.
En el contexto del Día Mundial Contra el Cáncer, su historia se convierte en un símbolo de esperanza, recordando a todos que, aunque el camino puede ser difícil, vencer la enfermedad es posible. El testimonio de Víctor Kowalski resalta la importancia de la detección temprana, la atención integral y el poder de la comunidad para superar la enfermedad.
canal12misiones
Kowalski y el compromiso del Instituto Misionero del Cáncer #DíaMundialcontraelCáncer #Misioneshttps://t.co/ILnfsY7FeT
— Jorge Kurrle (@jorgekurrle) February 4, 2025
En el marco del Día Mundial contra el Cáncer, la historia de Víctor Kowalski resuena como un poderoso recordatorio de la resiliencia humana. Diagnosticado con…