El nuevo presidente en Argentina se decidirá entre el peronista Sergio Massa y el libertario Javier Milei. El politólogo de ese país, Mario Riorda analiza lo que fue la reciente campaña electoral y ofrece algunas claves para entender qué es lo que puede venir a partir de este momento.
-Los peruanos –posiblemente por la experiencia histórica– se preguntan cómo un ministro de Economía de un país con alta inflación puede ser la primera opción para ser presidente. ¿Qué explica la victoria de Massa en primera vuelta?
-En la Argentina funciona, como en gran parte del sistema político latinoamericano, mucho más cuando hay sistemas de partidos rotos, lo que se conoce como la “second best option”.
-La segunda mejor opción.
-O mucho más específico desde el argentinismo, funciona la lógica de lo menos malo. La gran puja en la campaña fue entre la ira –representada por Javier Milei– y el miedo –representado por Sergio Massa–. La ira aglutinaba el descontento –incluso violento– con el sistema, la percepción de un país desintegrado y en caída libre.
-¿Qué aglutinaba el miedo?
-A gente que todavía tiene una identidad política con el peronismo, con el valor del Estado, pero, sobre todo, que tenía miedo a un candidato como Milei. En los últimos veinte días de la campaña, su entorno dijo cosas que son muy caras a los consensos políticos argentinos, como afirmaciones sobre Malvinas, sobre cortar relaciones con el Vaticano…
-Lo que se dijo sobre las víctimas de la dictadura.
-Sobre romper el consenso democrático sobre si hubo o no terrorismo de Estado. Son demasiado fuertes estas cuestiones como para que no hubiera aflorado el miedo, que terminó primando en la sociedad.
-¿Qué ve el votante de Milei en él?
–Milei es premiado no para que ordene sino para que rompa lo malo. Habría que imaginar una especie de metáfora en la que a Milei se le ve como un candidato “martillo”, un candidato golpeador. Incluso muchos de sus propios votantes estaban absolutamente en contra de muchas de sus políticas públicas, sin embargo, lo consideraban eficaz para romper un sistema y un pasado malos. Esa capacidad asustó muchísimo por sus modos y consecuencias, no digo a todo, pero sí a gran parte del electorado que no lo apoyaba. Milei es la expresión circunstancial de la catarsis nacional frente a las gestiones de las dos grandes coaliciones que dominaron los últimos doce años en Argentina. Milei es un emergente del descontento.
-El “martillo”.
-Pero sin una estructura o, para el caso del balotaje, con una estructura alquilada o bien prestada por sus nuevos socios.
-¿Continuará en la segunda vuelta esta disputa entre la ira y el miedo? Milei está tratando de cambiar en algo su discurso.
-Hay cambios estratégicos en las dos fuerzas. Ambos comprenden que hay un contexto crítico, pero la manera en que lo afrontan es distinto. En el caso de Milei, particularmente con sus nuevas sociedades…
-Patricia Bullrich.
-Y Mauricio Macri, intentan repotenciar la culpabilización del kichnerismo. Si les sirve o no, veremos. Pero se apunta a la vieja grieta del kichnerismo versus el antikichnerismo.
-¿Y en el caso de Massa?
-No hay que olvidar que el 36% que obtuvo es el peor registro del peronismo en la reciente historia democrática argentina, lo que implica que su oferta para salir de este presente malo es la de un gobierno de unidad nacional, de articulación de consensos amplios. Es decir, no es una propuesta defensiva, sino una ofensiva, de grandes acuerdos. Uno de los discursos que más me llamó la atención el día de las elecciones fue el de Sergio Massa y la idea de un gobierno de unidad nacional con un acuerdo de programas y no de personas, algo inédito en Argentina.
-Massa es alguien con una carrera política dilatada. ¿Qué tipo de perfil tiene?
-Massa fue todo, desde intendente, legislador, jefe de gabinete, ministro. Es un actor con una voluntad política impactante. Diría que es de un pragmatismo brutal, con la capacidad de construir y acumular poder. Y eso es lo que el peronismo ha terminado aceptando de él.
-¿Quién representa un peligro mayor para la democracia argentina?
-Sergio Massa puede gustar o no gustar –de hecho tiene un diferencial negativo muy consolidado actualmente–, podrá hacer un mal gobierno –o quizás uno bueno, no se sabe–, pero no creo que represente, en absoluto, ningún tipo de riesgo democrático. Sin embargo, en las expresiones de Milei y mucho más de su entorno sí hay interrogantes sobre la democracia, sobre la posibilidad de romper consensos sociales que podrían generar violencia. Y no me refiero a una violencia física –aunque tampoco la descarto– sino a la manera en la que se gestaría el debate en Argentina, sobre todo en un contexto de crisis económica y social. Así que no veo un riesgo democrático con Massa y sí hay alarmas que han generado Milei y personalidades de su entorno, que aparentemente estarían tratando de suavizar ahora.
-Uno de los análisis que leí es que Milei se confió luego de los resultados de las PASO, que le fueron muy favorables. ¿La capacidad de movilización del peronismo se recuperó?
-No fue tan así en las PASO, pero sí se evidenció en la primera vuelta. De hecho, gran parte de los lugares en donde el peronismo logró revertir la performance de Milei en las primarias fue en provincias de gobernadores peronistas. Nunca hay que subestimar el peso de las estructuras. Curiosamente, estas habían quedado relativizadas en su importancia durante las primarias. Más que una tarea de movilización, estas estructuras hicieron una tarea de concientización, de interpelación. El peronismo estuvo a un pasito de caer en el error de enojarse con el votante que eligió a una fuerza radical de derecha. Dejó ese nivel de hostilidad inicial, que sucedió a pocos días de la victoria de Milei en las primarias, y cambió su discurso hacia un formato más de interpelación. Es decir, si hoy hay problemas serios y graves, los cuales nadie niega, la capacidad de daño, de pérdida futura con Milei sería superlativa. Ese proceso de interpelación fue mucho más racional y ahí la estructura jugó un papel de evangelización partidaria.
-¿Inscribe a Milei en esta generación de políticos de ultraderecha que se ven en la región?
-Cien por ciento, sí. Es parte de esta generación que ha gestado una especie de nueva internacional de la ultraderecha.
(Fuente: La Republica)