El cineasta correntino Joaquín Pedretti presentó «Una sola primavera», su segunda película -la primera fue Un Gauchito Gil- con gran convocatoria en varios cines del país y de Barcelona, España, donde el joven estudió cine.
Por Patricia López Espínola
En Posadas se estrenó en el Imax con la presencia del director y la protagonista, la actriz María José Cabrera, y parte del equipo.
«La coproducción argentino-paraguaya está inspirada en hechos reales, concretamente en la historia de Pablina -a la que decían «Mina»- la abuela de Pedretti, una «luchadora incansable y con tremendo coraje», destacó, y que lo motivó a escribir un guión.
Se trata de una obra impresionante y conmovedora desde el inicio al final sobre la política y el amor. Una película feminista en una época y en un país en el que todavía hoy la mujer es sojuzgada y prepondera el machismo.
Entre las notables actuaciones sobresalen las actrices paraguayas, Salma Vera y María José «Majo» Cabrera, que también brilló en la serie «Nada», con Robert De Niro y Luis Brandoni.
El resto del elenco acompaña la historia con talento y solvencia como el misionero Mauricio «Piku» Paniagua, y Ever Enciso, entre otros. La atractiva fotografía a cargo del misionero, Guillermo Rovira, embellece la obra. La música es otro hallazgo, y cuando resuena «Mi dicha lejana», una guarania bella y nostálgica, creada por Edmigio Ayala Báez, motiva a que la película además de conmover, induzca a pensar que en medio de las adversidades, siempre está latente la esperanza en un futuro mejor, en este caso la primavera democrática.
«Mientras yo vivía en España, mi abuela comenzó a contarme cosas que parecían sacadas de una película, y decidí grabar esas charlas. En ese proceso ella sufrió una serie de ACV que le hicieron perder la memoria, y finalmente murió, y creí que se terminaba mi proyecto», cuenta Pedretti.
Tiempo después, con fragmentos de las grabaciones hizo el cortometraje «Distancia», que recorrió varios festivales; pero seguía sintiendo que había una película dando vueltas.
«Durante un verano viajé por el interior de Paraguay para indagar en el territorio que habitaron mis antepasados, en la historia que no me habían contado, y pude recabar muchos datos que enriquecieron cada vez más el relato, con los saberes de mis tíos, mi madre y gente que vivió esa guerra. Y así empezó esta película», afirmó.
Contar la historia desde una mirada femenina
La historia transcurre en Asunción, donde Nina (Majo Cabrera), joven de 20 años sueña con ser actriz y cantante; pero su destino se ve atravesado por la guerra civil. Ante la apresurada huida de su familia revolucionaria, no le queda otra alternativa que ir a vivir a casa de su tío Heraldo y su esposa, un dirigente del partido colorado que, autoritariamente, hace y deshace los designios del hogar donde Nina que -luego se rebela- habita y trabaja como criada junto a Chichi (Salma Vera), su hermana más chica.
La Revolución del ‘47 es un episodio histórico poco explorado en el cine paraguayo, y «Una sola primavera», basada en una profunda investigación, ayuda de alguna manera a desentrañar ese relato. El cineasta escribió la primera versión que llegó a la productora, guionista y directora paraguaya, Renate Costa Perdomo, quien lo alentó a seguir.
Al proyecto se sumaron las productoras, Lucía Alcaín, de la Productora de la Tierra, Gabriela Sabaté y Cynthia García Calvo, artífices fundamentales para que el largometraje tomara impulso.
En el transcurso, Pedretti ganó concursos que le permitieron iniciar la producción. Leyó mucho e indagó en el archivo de Paraguay, en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Argentina tratando de entender el contexto desde lo que estaba escrito, y en esa etapa fue importante el aporte que hizo la periodista e investigadora, Milda Rivarola, quien lo ayudó a entender el Paraguay de ese entonces.
«El conocimiento de Milda y su capacidad para leer en una fotografía todo un contexto sociopolítico, fueron fundamentales para la investigación», aseveró.
Una guerra afuera y puertas adentro
Para Pedretti su intención siempre fue contar la historia desde el punto de vista de una mujer joven. Ya que -opinó- el cine de algún modo, tiende a relatar historias generales, a través de casos particulares. En este caso el realizador no quería contar sobre la guerra, sino enfatizar en las dos hermanas que luchan por su emancipación en tiempos adversos.
Al proyecto se sumó la escritora paraguaya Liz Haedo, con la que profundizaron la historia, le dieron forma y cuerpo al guión y a partir de ahí la película se convirtió en una historia paraguaya y a la vez universal. «El aporte de Liz fue muy importante para darle voz a esas mujeres, detallar el guión y escribir en guaraní.
Al principio tenía muchas dudas, primero porque no soy mujer, ni de origen guaraní, pero me criaron mujeres paraguayas, y en ese país viví momentos determinantes de mi infancia. Fue Renate Costa la que me animó a escribir desde ese lugar, y era inevitable que se tocara el tema político», sostuvo el realizador.
Trató de situarse en lo que habrían sentido esas mujeres, envueltas en una guerra, pero a la vez sometidas a un sistema que las obligaba a vivir una vida que no deseaban. Es decir, una guerra afuera, y también puertas adentro.
La película mezcla elementos de la vida íntima con el trasfondo de un conflicto bélico. Y las notables actuaciones de «Majo» Cabrera y Salma Vera ayudan mucho a reconstruir los personajes para darles mayor entidad, y el de Nina junto a su hermana encara una lucha por su libertad y sus ideales.
Construcción de personajes contradictorios
El realizador recuerda a su abuela como una luchadora con un carácter muy particular. «Era enojosa; pero también muy amorosa y con tremendo coraje para vivir. Pasó por mil cosas, mantuvo sola a sus hijos, porque mi abuelo la abandonó. Se fue a vivir a otro país y los crió con mucho esfuerzo y luego hizo lo mismo con sus nietos entre las fronteras. Nos llevaba de Argentina a Paraguay, cargando bolsos, tomando varios colectivos. Una persona muy aventurera pero siempre para ayudar a alguien. Vivía al servicio de los demás y en ese sentido era muy religiosa».
Esos fueron los rasgos que utilizaron para construir el personaje de Nina, y le añadieron ciertas cuestiones más ligadas a los deseos carnales, y a los más banales. «Majo lo entendió muy bien, y con ella, Salma Vera, Sabina Buss -que realizó la dirección de actores y actrices-; Virginia «Bichi» Romero, en la producción y Liz Haedo, construimos personajes contradictorios, atravesados por los deseos típicos de la adolescencia, inspirado también en esos personajes de telenovelas y melodramas mexicanos que yo miraba con mi abuela cuando era niño», detalló el cineasta.
Lo personal es político
En «Una sola primavera» el amor y la política son dos hilos conductores de la historia, y en esa línea el director sostiene que la política también se construye con los gestos cotidianos. «Entré a esta historia por algo familiar, emocional, nunca quise narrar la historia oficial de la guerra que es algo muy complejo y no me siento autorizado para hacerlo».
Y aunque era inevitable tocar el tema político, se concentraron en qué les pasaba a esas mujeres en ese contexto. «Queríamos dejar testimonio de lo que no encontrábamos a través de una mujer, no desde el frente de batalla, sino desde lo cotidiano, que sostiene y lleva adelante la vida más íntima en condiciones muy desfavorables. Eso me parece admirable, y quizás mucho más revolucionario que salir a luchar en nombre de la Patria», ponderó.
Pedretti manifestó que todo el trabajo que insumió la obra fue muy difícil y no se hubiera logrado sin un esfuerzo colectivo, del equipo y de sus familias. «Así como las productoras que se desvelaron para lograr una obra en condiciones óptimas. Todo es difícil en una película de época, pero a la vez es un trabajo hermoso, una experiencia colectiva que deja muchas enseñanzas».
Buscaron que la trama despertara el interés de otras personas en indagar sobre cómo afectó la guerra a su familia, su pasado, para construir una memoria colectiva con los relatos que surgieran desde ahí.
Reivindicar la memoria histórica
Para Pedretti con «Una sola primavera» busca transmitir la importancia de la memoria, el lenguaje y la libertad de elección. «A mí me traumó mucho que mi abuela perdiera la memoria, y fue muy sanador poder indagar en su pasado que inevitablemente es el mío. Siento que si las personas que ven la película indagan en su historia, podrán encontrar información que les será útil para habitar mejor su presente».
Hizo hincapié en que el filme, también de alguna manera es un homenaje a miles de migrantes que cruzan fronteras en busca de un futuro mejor. Él mismo tuvo que emigrar desde muy joven, algo que lo marcó y le permitió conocerse, expresarse y entender la historia de sus antepasados.
«Siento que es un tema muy actual, porque vivimos en un mundo que nos alienta a migrar muchísimo, y yo que lo hice, entendí que para habitar mejor mi presente, debía conocer mis raíces, eso hice y quise transmitir. Y si las personas que la vean, comienzan a indagar en lo que pasó en sus familias durante esa guerra, y pueden hablar del tema, seguramente generará un aporte más importante de lo que pueda transmitir la película. Y eso sería un gran logro», expresó Pedretti.