Lo está gestando la primera mujer en acceder a la secretaría general de la Confederación General del Trabajo de Francia. Sophie Binet fue la sindicalista del consenso al interior de la CGT, cuando desplaza a otras dos mujeres, una de ellas, Marie Buisson, que representaba el continuismo del histórico Philippe Martínez, y la otra Céline Verzeletti, apoyada por el ala más radicalizada.
Es posible que los 66 miembros del comité ejecutivo de la central sindical hayan buscado justamente eso, una figura de consenso interno y acaso de un nuevo perfil, luego de duras e infructuosas protestas.
Binet de 42 años, es una dirigente de una larga carrera política dentro del segundo sindicato más grande de Francia. En el pasado fue supervisora escolar e integró el sindicato estudiantil UNEF, una rama de la CGT. Y hasta su elección se sedempeñaba como secretaria general de la Unión General de Ingenieros, Ejecutivos y Técnicos (Ugict-CGT). También era integrante del Alto Consejo para la Igualdad entre mujeres y hombres (HCE).
La búsqueda del diálogo, de la negociación como salida al conflicto, fue su propuesta desde el momento de asumir cuando confirmaba que participaría de la reunión de todos los sindicatos con la primera ministra, Élisabeth Borne, a quien exigirían «la retirada» de la reforma previsional que promueve el presidente Emmanuel Macron.
La lucha contra la reforma previsional que pretende llevar el retiro de los 62 a los 64 años y la exigencia mínima de cotizar de 43 años y no de 42 para percibir una jubilación completa, fue una de las reivindicaciones que esgrimió en su gestión sindical. Pero además ha venido protagonizando manifestaciones con marca propia y su opinión es requerida en cuanto conflicto se presenta.
Por caso está detrás de una mesa de negociación para los reclamos de los trabajadores de los Juegos Olímpicos y lamenta la falta de respuesta oficial cuando restan meses para el evento internacional.
Marchó también cuando los trabajadores de la Torre Eiffel hicieron un paro en demanda de mejor manejo financiero y aumentos salariales. «Nuestra crítica a la dirección de la Torre Eiffel es que se niega a negociar” apuntó Binet. Y terció ante el reclamo de los más radicalizados que pretendían poner en duda la seguridad del emblemático monumento: “la seguridad de los visitantes está garantizada”, apuntó.
En síntesis, antes que el enfrentamiento Binet prioriza la salida de la crisis, la resolución de los problemas y apuesta por una convivencia pacífica. Así se la vio en París el 1° de Mayo, marchando y cantando por las calles céntricas, lejos de los radicalizados que enfrentaron a las fuerzas del orden generando disturbios que finalizaron con detenciones.
Binet tenía un desafío interno principal al asumir: logran la unión de la fracturada central obrera. Hoy puede afirmar que “en la mayor parte del territorio las organizaciones sindicales están unidas y las manifestaciones están unidas”, al protagonizar la marcha del 1° de Mayo
“La intersindical sigue unida, en particular en nuestro rechazo a los proyectos de destrucción social del gobierno, empezando por la reforma del seguro de desempleo, denunciada por todas las organizaciones sindicales”.
Es decir, la búsqueda de soluciones a los problemas no supone renunciar a las demandas. Pero sí abandonar los caminos trillados del enfrentamiento, la radicalización que, inclusive, llevaron a las divisiones sindicales internas, sin obtener las respuestas buscadas. La CGT de Francia estaba dividida –desde el 2017 dejó de ser la principal central obrera, por pérdida de afiliados- y había transitado años de radicalización.