El número de muertos por el devastador terremoto que azotó Turquía y Siria ya superó los 21 mil.
La esperanza de encontrar más sobrevivientes se desvanecía en las zonas afectadas, mientras que la Argentina envía una brigada de 28 efectivos a la zona de desastre con equipamiento para la búsqueda y rescate de personas.
Los equipos de rescate continúan la búsqueda de miles de personas que se sospechan están atrapadas entre los escombros, pero el optimismo mengua ante las gélidas temperaturas y la superación del plazo de 72 horas que se considera crucial para salvar vidas.
El nuevo balance basado en datos oficiales y médicos es de 17.674 muertos en Turquía y 3.377 en Siria, aumentando el balance general a 21.051 muertos. Los expertos consideran que el balance aumentará.
Los socorristas continúan la búsqueda de miles de personas que se sospechan atrapadas entre los escombros, pero el optimismo decrece ante las bajas temperaturas invernales y la superación del plazo de 72 horas que se considera crucial para salvar vidas. A ello hay que sumar las pérdidas económicas, que según la agencia de calificación Fitch probablemente pueden «superar los 2.000 millones de dólares» y «podrían alcanzar los 4.000 millones de dólares o más». Además, unas 23 millones de personas están «potencialmente en riesgo, incluidos unos cinco millones de personas vulnerables», según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que teme una grave crisis sanitaria, con enfermedades como el cólera, que causaría aún más daños que el terremoto.
El terremoto de magnitud 7,8 ocurrió en la madrugada del lunes, mientras muchas personas todavía dormían tanto en Turquía como en Siria. En este último caso, muchos ya sufrieron la pérdida y el desplazamiento debido a la guerra civil.
Este jueves, en el noroeste de Siria, controlado por los rebeldes, esperaban un primer convoy de ayuda internacional a través del paso fronterizo de Bab al Hawa, el único autorizado para estos envíos desde Turquía. Aunque era un paquete de asistencia previsto desde antes del sismo, «podría considerarse una respuesta inicial de Naciones Unidas y debería continuar, como nos prometieron, con convoyes más grandes para ayudar a nuestra gente», dijo Mazen Alloush, responsable del paso fronterizo.
En Turquía, el descontento crece ante la reacción de las autoridades al terremoto que, según admitió el miércoles el mismo presidente, Recep Tayyip Erdogan, tuvo «deficiencias». «Por supuesto, hay deficiencias, es imposible estar preparado para una catástrofe así», dijo durante una visita a algunas de las zonas más castigadas.
Numerosos sobrevivientes tuvieron que buscar por sí mismos comida y refugio. Sin equipos de rescate en varias zonas, algunos contemplaron impotentes cómo sus familiares atrapados pedían ayuda hasta que sus voces se apagaban.
Ayuda humanitaria
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, instó el jueves al Consejo de Seguridad a autorizar la apertura de nuevos puntos fronterizos entre Turquía y Siria para entregar ayuda humanitaria de la ONU a las víctimas del terremoto.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que un primer convoy de ayuda a las zonas rebeldes del noroeste de Siria ingresó el jueves por el puesto fronterizo de Bab al-Hawa, según la ONU y un responsable en ese lugar.
La entrega incluye mantas, colchones, tiendas de campaña y artículos básicos de socorro para cubrir las necesidades de al menos 5.000 personas.
n Bruselas, la Unión Europea prepara una conferencia de donantes en marzo para movilizar ayuda internacional para Siria y Turquía.
«Nadie debe quedarse solo cuando una tragedia como esta golpea a un pueblo», dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La cuestión de la ayuda es espinosa en Siria, castigada por la guerra civil, con zonas del país bajo control rebelde y un gobierno enemistado con Occidente.
La Unión Europea envió rápidamente equipos de rescate a Turquía, que también recibió ayuda de Estados Unidos, China o los países del Golfo, pero inicialmente ofreció una asistencia mínima a Siria por las sanciones contra Damasco.
El miércoles, sin embargo, el gobierno de Bashar al Asad solicitó formalmente ayuda a Bruselas y la Comisión Europea instó a los Veintisiete a «responder favorablemente», aunque vigilando que la ayuda «no sea desviada».
El enviado especial de la ONU para Siria pidió el jueves no politizar la ayuda humanitaria. «Tenemos que hacer todo lo posible para asegurar que no hay ningún obstáculo a la ayuda vital que es necesaria en Siria», dijo Geir Pedersen.
En una región de recurrente actividad sísmica, el terremoto del lunes es el más fuerte en Turquía desde 1939, cuando una sacudida mató a 33.000 personas en la provincia oriental de Erzincan.
En 1999, otro sismo de magnitud 7,4 causó más de 17.000 muertes. (ambito.com)