La dolarización que tuvo lugar en los meses previos a las elecciones fue histórica, pero la economía logró resistir el gigantesco shock: el tipo de cambio se mantuvo dentro de las bandas cambiarias, no se disparó el tipo de cambio y la economía logró mantenerse a flote, en un contexto de fuerte suba de la tasa de interés.
Pero el mes siguiente a los comicios la caída de la demanda de divisas para ahorro fue también histórica: pasó de un pico de USD 4.600 millones en septiembre (cuando el kirchnerismo ganó las elecciones en la provincia de Buenos Aires) a apenas USD 200 millones en noviembre. Esto significa una disminución de nada menos que 95% con una diferencia de solo dos meses
La cotización del dólar lo reflejó. En un momento de mínima liquidación del campo, el tipo de cambio se estabilizó sin esfuerzos en niveles de 1.460 pesos. El Tesoro empezó a comprar para impedir una apreciación excesiva del peso, aunque hasta ahora lo hizo a cuentagotas.
El dato que muestra el derrumbe de la compra de dólares en noviembre surge de una presentación del vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, en un seminario internacional de inversores. “Pasada la elección, las expectativas cambiarias (tanto del mercado como de los analistas) muestran un aumento de la credibilidad en el régimen de bandas cambiarias”, aseguró el funcionario.
Además, se refirió se refirió al shock cambiario como un verdadero cisne negro, por la enorme magnitud que tuvo. Más de un 50% del M2 (circulante más depósitos a la vista) compró dólares o instrumentos de cobertura en moneda dura (como futuros o compra de bonos ajustados).
También se compró
También defendió la política de compra de dólares, indicando que se compraron USD 27.000 millones en los dos años de gobierno de Javier Milei. “Pudimos aumentar las reservas brutas, también con ayuda del FMI”, explica. El pago de obligaciones con esos dólares permitió bajar en USD 50.000 millones el stock de deuda.
Con este escenario, es posible que la compra de dólares se acelere en las próximas semanas. Ahora será el Tesoro, que precisa acumular para hacer frente al pago de deuda de USD 4.200 millones en enero. Más adelante será el Banco Central, que deberá poner en marcha el plan para remonetizar la economía, es decir emitir pesos sin esterilizar contra la compra de dólares.
La oferta de divisas debería aumentar significativamente en las próximas semanas, permitiendo esta acumulación. Por un lado, ingresarán los dólares de la cosecha de trigo, que tendrá una campaña récord. Pero también tienen que entrar los dólares captados por empresas y provincias que consiguieron más de USD 5.000 millones en colocaciones internacionales en el último mes pero que aún no ingresaron.
La emisión del Bonar 29 que realizó el Tesoro esta semana dejó un sabor agridulce. La operación marcó el regreso de la Argentina al financiamiento en dólares por primera vez desde 2018. Sin embargo, la tasa estuvo por encima del 9% pese a que Luis “Toto” Caputo había asegurado que estaría por debajo apenas un día antes.
Riesgo país y opciones de financiamiento
Quedó claro que un riesgo país de casi 650 puntos básicos no es propicio para buscar financiamiento fresco. Pero se buscó dar una señal que muestre las distintas opciones con las que cuenta el Gobierno para afrontar sus próximos vencimientos de deuda.
Las luces amarillas siguen estando por el lado del nivel de actividad. Un informe de la consultora LCG marca el fuerte impacto sobre todo a nivel productivo. En comparación con noviembre de 2023, la industria textil está 37% abajo en relación a dos años atrás, caucho y plástico 24% abajo, productos de metal 21%, prendas de vestir 16% abajo, al igual que la industria automotriz.
El boom de plataformas y de importación provocó una fuerte caída en algunos precios (electrodomésticos, autos, textiles) y a la vez una retracción de la producción local
La demanda tampoco da señales de reacción, aunque el gran cambio en la modalidad de compra hace difícil las comparaciones. El boom de plataformas internacionales, el aumento del comercio electrónico y el gran aumento de la importación en distintos sectores provocaron dos efectos: una significativa caída en precios (como electrodomésticos, autos y textiles) y al mismo tiempo una fuerte retracción de la producción local.
Se trata de un histórico cambio que empieza a tener lugar en una economía que hace más de medio siglo que vive de espaldas al mundo, con elevadas barreras proteccionistas.
La reforma laboral y luego la impositiva serán claves para que las empresas tengan alguna oportunidad de hacerle frente a una ola de importaciones que amenaza con aniquilar a sectores enteros. Es quizás la última oportunidad para bajar el famoso costo argentino y dar una oportunidad de supervivencia a las empresas más afectadas por la apertura.
(Guente: Infobae




