(Por Ariel Gauto *) Se define como un trabajador de la educación que desde la pequeña localidad cordobesa de San Marcos Sud fue tejiendo lazos en toda Sudamérica.
Casi por casualidad, tras el paso de un avión fumigador, gestó un proyecto artístico-educativo que a través de la música concientiza y sensibiliza acerca de problemáticas ambientales que rodean a cada comunidad, como el uso de agroquímicos, las energías contaminantes y los desmontes masivos.
Desde 2015 propone transformar la angustia en arte.
Fue así sumando a artistas de la talla de Pablo Milanés, León Gieco, Lito Nebbia, Javier Calamaro, Víctor Heredia, “La Mona” Giménez, Abel Pintos, Nito Mestre y Teresa Parodi. En total más de 500 músicos para 50 canciones.
Ramiro, asegura que cualquier problema ambiental plantea no sólo una cuestión ecológica sino también una consideración ética, económica, política y social.
Es por ello que durante su paso por el Teatro de Prosa del Centro del Conocimiento valoró el rol de la dirigencia política misionera en la preservación de la biodiversidad local a través de diferentes medidas y decisiones.
Destacó que “así como en Misiones es posible trabajar sin agrotóxicos se puede producir repensando el modelo productivo, y sobre todo cuidar la salud. Si perdemos la salud, de qué nos sirve enriquecernos más”.
En Posadas, Lezcano brindó charlas para alumnos primarios y secundarios, a partir de una iniciativa del Parque del Conocimiento, la Cámara de Representantes de la Provincia, el Consejo General de Educación y el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. En un intervalo entre sus actividades nos recibió.
-¿Quién es Ramiro Lezcano?
Me defino como un trabajador de la educación básicamente, en principio.
Más allá de mis títulos, que soy profesor de filosofía, psicología y ciencias de la educación, doy clases en escuelas rurales, no soy maestro de música.
Pero paradójicamente la música es como el vínculo que me conecta con el mundo y que me conecta con la educación también.
No ejerzo los títulos, si se quiere oficiales, sino que trabajo fuera del sistema formal educativo.
Educando a través del arte en general y de la música en particular.
Pero me defino como un trabajador de la educación y también un soñador porque este proyecto es el resultado de una gran utopía.
-¿Cómo comenzó este proyecto o que te motivó?
Y llegar a una escuela y ver… un día salimos a jugar a la pelota en una de las escuelas rurales ahí en mi región y a un chico le empezó a picar la garganta, a otro también, a otro le ardían los ojos y nos dimos cuenta que había pasado un pulverizador con agrotóxicos y que eso nos había afectado.
Y tuvimos después una semana sin ir a la escuela, intoxicados.
Y les propuse a mis alumnos cómo transformar esa angustia y ese pesar que sentíamos en arte.
Como exorcizarlo y de alguna manera ponerlo en palabras para que otras personas sepan lo que pasamos nosotros en el campo.
Entonces decidimos componer, empezar a escribir una canción. El proyecto no iba a ser un proyecto, iba a ser una canción.
Pero la fortuna quiso que un alumno me preguntara: “Profe, qué lindo que suena esta canción que escribimos”.
Yo había llevado el estudio de grabación a la escuela, fue toda una fiesta ver un estudio de grabación en la escuela rural.
Por supuesto que para mí sería, hubiera sido mucho más fácil que ellos viajaran a mi estudio de grabación.
Pero la idea era poner en lugar el territorio, la ruralidad como usina creadora.
Llevé el estudio, grabamos la canción y ese alumno quería que yo invitara a cantar ese señor que yo les había hecho escuchar la clase anterior.
Y ese señor era Pablo Milanés. Por supuesto que le dije que no.
Porque Pablo, le digo no es amigo mío, ni Pablo, ni Víctor, ni León, ni todos los artistas que yo les traigo para que ustedes escuchen son conocidos míos, no podemos invitarlo.
El alumno me entendió lo que yo le contesté, pero yo de regreso a mi casa volví con un sentimiento de angustia porque me di cuenta que yo había perdido la capacidad de soñar y que esos alumnos no.
Y que los adultos vamos perdiendo la capacidad de soñar.
Entonces volví a la escuela con la certeza de que ese alumno tenía que saber que yo lo había intentado.
Hicimos una pancarta que decía “Pablo ayudanos, cantá con nosotros”.
La mandamos al único Facebook que encontramos de Pablo Milanés sin saber que podría haber sido un Facebook hecho por un fan.
Yo no tenía ninguna expectativa que alguien me conteste, pero yo quería que ese alumno y todos vieran que lo habíamos intentado: mandamos la foto y la canción.
Volví a mi casa con la sensación de la tarea cumplida, pero a los 10 días suena el teléfono y era Pablo que me llamaba de México y que me decía: “yo no sé quién sos vos Ramiro, no sé quiénes son tus alumnos, pero me gustó la canción. Vuelvo a la Habana y grabo”.
Yo ahí vuelvo a la escuela y digo “chicos no lo puedo creer, Pablo grabó nuestra canción”.
Y el pibe de segundo grado me dice: “profe, viste que iba a grabar?”. Como diciéndome, viste profe que había que intentarlo.
Desde ese día me di cuenta que me tenía que sentar en el piso empezar a mirarlos a los ojos y que yo no iba a enseñar a la escuela que iba a aprender también.
Y tenía que aprender mucho de lo que me había olvidado que era soñar como un niño.
Y desde ese día empezamos a invitar a nuevos artistas, se sumó Zeta Bosio, se sumó Fabiana Cantilo, Lito Vitale, Litto Nebbia, Miguel Cantilo, Nicki Nicole, y así se fueron sumando artistas no solamente de Argentina, sino Rubén Blades, Hugo Fattoruso, artistas de todo el mundo.
Invitándolos a que se sumaran en estas canciones que empezábamos a escribir y que abordaban no solamente nuestra problemática, la que habíamos padecido, sino otras como los humedales, como los desmontes masivos, las energías contaminantes.
-¿Cómo se fue dando la evolución y crecimiento de Canciones Urgentes…?
Y así durante 6 años grabamos 30 canciones a las que se sumaron 300 artistas y luego empezamos a componer nuevas canciones que se van a editar ahora, donde hay 19 canciones, donde se sumaron 200 artistas más.
En total son 500 artistas cantando con nuestros niños canciones que nosotros componemos y es un proyecto que no tiene antecedentes en Argentina ni en América, y estamos muy orgullosos de que nazca en la profundidad del interior de nuestro país.
El nombre porque creemos que es urgente pensar y repensar nuestro modelo productivo y en el mundo en el que estamos viviendo y dejar de llamar recursos naturales a los que son bienes comunes y que tenemos que empezar a cuidar nuestro planeta porque de acá, a no mucho el agua va a valer más que el oro.
Y el mundo está mirando Argentina. ¿Porqué? Porque tenemos una reserva de agua que no tienen, que tienen muy pocos países en el mundo, tenemos una diversidad que no tienen otros países.
Y me parece que es hora de empezar a cuidarnos y a cuidar nuestra casa común.
Por eso se llama “Canciones urgentes para mi tierra”, que es la tierra de todos, nuestra casa común.
Y esto empezó aproximadamente en el 2015, 2016 y que no era un proyecto era una canción, dos, pero bueno se sumaron 80 estudios de grabación de todo el mundo diciendo yo grabo y no les cobro.
El Proyecto no tiene fines de lucro, ni artistas, ni estudios, ni diseñadores, ni en cineastas.
Nadie cobra por su trabajo, todo se hizo colaborando y cada uno aportó su trabajo, por eso este proyecto digo no tiene antecedentes en el mundo porque no tenemos fines de lucro y no tenemos ninguna institución que nos patrocina.
Más allá de que hay gente que nos ayuda con distintas cuestiones, es un proyecto totalmente independiente que tiene a la educación pública como eje cantando por un planeta más justo y más digno.
Lo sentí, lo viví, lo sigo sintiendo, pero la convicción y estas voluntades como lo que hemos vivido hoy refuerzan no solamente mi convicción.
-¿En éstos años sentiste presiones o algún intento de boicotear este proyecto?
Yo soy la cara visible de un proyecto donde hay muchísima gente que está andamiando y sosteniendo este sueño colectivo.
Así que más allá de esas adversidades que son reales, que muchas veces se muestran tácitas y aparecen sin dar la cara, pero sentimos esas presiones, esas fuerzas, que son de los grandes poderes económicos, por supuesto, porque hay muchos intereses en juego.
Pero sabemos que acá están las infancias, que están los docentes, que están también los dirigentes como aquí en Posadas, en Misiones, que hay antecedentes que nos contaron ayer que nosotros accedimos a esa información.
Que acá quisieron venir papeleras, con lo que eso significaba económicamente para la provincia y que se les dijo que no.
Y que eso es una decisión política y valoramos y por eso estamos aquí en Misiones.
Porque creemos que esto no se construye solamente con los docentes y los alumnos sino con decisiones políticas firmes que prioricen la vida antes que las mezquidades económicas.
Y yo creo que este es un claro ejemplo. La octava economía del país, Misiones, una provincia de una extensión mucho más pequeña que otras provincias.
Y eso demuestra de que se puede trabajar sin agrotóxicos, que se puede producir, que hay que repensar ese modelo productivo, y cuidar la salud, que es fundamental.
Porque si perdemos la salud, de qué nos sirve enriquecernos más.
En los pueblos donde yo vivo, la tasa de cáncer supera cuatro veces la de la media de cualquier ciudad que no está lindante con el campo.
Entonces, de qué nos sirve producir si nuestra gente se muere por distintas enfermedades causadas por estos venenos.
Así que me parece que es fundamental repensarlo y la educación creo que es el núcleo para poder generar esos cambios.
-¿La economía puede estar por arriba de la vida o la salud?
Un periodista me preguntó: “¿Ustedes están contra el campo?” Y digo cómo vamos a estar contra el campo si nosotros somos el campo. Yo doy clases en una escuela rural, estoy en el medio del campo y somos productores también. Pero reproducimos arte y conciencia. También somos el campo.
Esto de que vemos gente que se arroga: “eh pero nosotros somos el campo”. No, no son el campo. El campo también somos nosotros que estamos en el campo y que yo voy desde hace 20 años a las 6 de la mañana y a veces cuando llueve vamos caminando y también nos embarramos.
Y también vamos al campo, pero también nos enfermamos.
Así que me parece que si la economía está por encima de los valores fundamentales como la vida y como la salud, le estamos errando el camino.
Yo creo que primero hay que preservar la salud y todo y después, en vez de ganar 100 ganemos 98 de última.
Pero no es así, porque hay países que tienen elevados índices de producción sin agrotóxicos.
Quiere decir que es un cambio de mentalidad animarse a ese cambio de modelo productivo, y yo creo que acá en Misiones es uno de esos ejemplos.
Estamos acá porque tenemos la convicción de que es una provincia que ha tomado esa iniciativa y que tiene que ser ejemplo para el resto del país.
Es un camino que por momentos me pone un lugar incómodo, porque es como que soy como un referente.
Pero lo que me tranquiliza es que sé que si yo me tuviera que bajar del proyecto, el proyecto sigue caminando porque hay voluntades, porque hay músicos porque hay más de 500 voluntades, 500 músicos que le dijeron que sí al proyecto.
Hay alumnos como los de hoy, que se fueron a su casa y seguro que están cantando las canciones y contándole a sus padres que vinieron unos músicos a decir que hay que cuidar nuestra casa común y nuestro planeta.
Y esas voluntades y esos alumnos son los que van a continuar este camino.
Así que tengo la certeza esa también de que más allá de que soy la cara visible hoy, yo sé que detrás mío y al lado mío, hay personas y voluntades fundamentales e indispensables.
Y como dice ese dicho yo creo que “El secreto del éxito es rodearse de gente mucho más talentosa que uno”. Y ese es este caso.
(*) Periodista