La cadena de ganados y carnes atraviesa un momento complejo y mediante distintos planteos pide medidas concretas para que la herida no sea profunda y cicatrice sin pasar por una infección. La preocupación actual está vinculada a una posible pérdida de puestos laborales en la industria y surge como consecuencia de un menor consumo en el mercado interno y por problemas en la exportación.
Es importante recordar que la sequía de los últimos años aceleró la liquidación de hacienda y sobrecargó el mercado en momentos en los que había mucho dinero circulante: ese combo hizo que la carne tuviera valores atractivos en función de los precios relativos, por eso comprar carne fue durante mucho tiempo una gran conveniencia.
Los números confirman esta afirmación. Según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), la producción cayó un 7,6 % durante el primer trimestre de año en la comparación interanual. Se sacrificaron 1,05 millones de cabezas de ganado vacuno, lo que implicó una caída interanual por cuarto mes consecutivo, marcando uno de los niveles de actividad más bajos de los últimos cuarenta y cinco años.
Uno de los problemas que más asfixia a la industria local es la caída en el consumo en un contexto de poca disponibilidad de hacienda. La sequía dejó un escenario de menor oferta de carne por la reducción de terneros y la liquidación de hembras (que se recuperan con vaquillonas) y eso tiene un costo enorme que influye directamente en una menor producción de carne.
Si hay menos carne disponible, los precios suben y en medio del ajuste que sufre la población se hace evidente la caída en el consumo. Según datos de CICCRA, comparando primer trimestre del 2024 con el ciclo previo se cayó un 18,5 % lo que implicó pasar de 52 kilos el año pasado a 42 kilos en la actualidad.
Todo lo que está ocurriendo lo advirtió la propia industria durante los últimos dos años, sólo que ahora se sufre doblemente porque se suma la suba de costos, insumos y combustible en un contexto en el que el salario rinde cada vez menos. Esto lo siente toda la cadena, desde las carnicerías hasta los frigoríficos.
La industria atraviesa un “ciclo negativo”
Ninguna actividad productiva se mide sólo por etapas; se trata de evaluar lo que ocurre en períodos mas extensos en los que intervienen no sólo cuestiones biológicas, sino también las políticas, económicas y sociales. Hay momentos en los que hay mayor rentabilidad y otros en los que hay menos.
En este sentido, Víctor Tonelli, consultor y experto en el sector ganadero, aseguró que “todas las actividades de la economía atraviesan un momento muy complejo. En el caso de la industria frigorífica lo que ocurre es que el esquema de costos -que estaba muy atrasado- se actualizó con un modelo explosivo, donde las cifras se multiplicaron en pesos con un dólar que quedó planchado tras la asunción de Javier Milei. Lo único que tenemos es una actualización del 2% mensual con una inflación acumulada que incluyendo abril supera el 70% y una caída del dólar billete del 15%. Es muy complejo y a esto hay que sumarle la liquidación de hacienda de los últimos dos años que les permitió a los frigoríficos comprar animales en volumen y calidad a precios que les servían. Hoy todo eso cambió, porque la faena es menor y porque el dólar que fue bueno en diciembre y relativamente bueno en enero ahora ya no lo es porque quedó retrasado”.
Según pudo reconstruir tras dialogar con varios referentes del sector de la industria de la carne, “hasta ahora no hay crisis y tampoco problemas en las cadenas de pagos. Muchos exageran cuando hablan de suspensión de personal”. En cuanto a este punto, Javier Peralta, Secretario de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales de la República Argentina (Fibra), aseguró a este medio que “en estos días se están discutiendo paritarias, pero no se piensa en la suspensión de personal”.
El sector reclama cambios en la política ganadera
Con un mercado exportador deprimido y la plaza local en caída, no quedan dudas de que es necesario tomar algún tipo de medida a corto plazo para el sector de la carne. Una fuente consultada por este medio vinculada al mercado internacional consideró que “se necesitaría un dólar de exportación de aproximadamente $ 1100 para tener una ecuación similar a la que había hace algunos meses”.
Sin estridencias, el sector de la carne está advirtiendo que si todo sigue igual, mantener las fuentes laborales puede ser un problema en el segundo semestre del año y para evitar estos inconvenientes, reclama por un movimiento mayor en el tipo de cambio o una rebaja en las retenciones. Los altos precios internacionales de hace algunos años no se van a repetir en el corto plazo, por lo tanto deberá ser la política agropecuaria local la que corrija el rumbo. Las mejoras no van a venir desde afuera sino que habrá que arremangarse y empezar a tomar decisiones de base económica para que la actividad se sostenga.
Los operadores de la exportación sostienen que la Argentina quedó cara en dólares, que el comercio exterior cayó en volumen y en valor y tras la suba de costos internos quedan afuera del mercado internacional. La foto de hoy no es alentadora pero tampoco apocalíptica y sirve para no olvidar que hay cosas que deberían cambiar, que el Gobierno conoce (y prometió resolver) para que la ganadería crezca en productividad y en exportaciones.