En el bloque de la Licenciada en Educación María Pezuk dialogó con la docente de Matemática e Informática Carmen Oviedo sobre el uso del celular y las pantallas en el ámbito escolar, a partir de su experiencia cotidiana en las aulas y del debate que se generó en distintos países por las nuevas regulaciones. “Los chicos hasta la semana que viene todavía”, señaló al inicio sobre el cierre del ciclo, antes de profundizar en cómo la tecnología interviene en la dinámica educativa.
Oviedo relató que durante años utilizó el celular como herramienta pedagógica para mostrar ejercicios, gráficos o enunciados con mayor rapidez. Sin embargo, la disponibilidad permanente del dispositivo dificultó el desarrollo de las clases. “No podía dar clases, tenía que cortar porque no te atienden”, explicó, y añadió que al revisar los teléfonos observaba que “estaban jugando”. En su escuela, contó, se decidió limitar el uso: solo se permite cuando el docente lo indica.

La docente comparó esta situación con lo que ocurre en Australia, país donde vivió y que recientemente estableció la prohibición del celular para menores de 16 años. “Fue noticia la prohibición y que se iba a empezar a implementar desde el 10 de diciembre como una cuestión de Estado”, explicó. Señaló que Australia suele anticiparse en materia educativa. «Seguramente ya tienen muchos más resultados sobre el efecto de las pantallas sobre los chicos”

Oviedo también describió la tensión entre las normas escolares y las decisiones familiares. Recordó que en ocasiones algunos padres envían igualmente a sus hijos con el teléfono. “Mi hijo necesita el teléfono”, mencionó como una frase que se escucha con frecuencia. Para ella, el desafío incluye trabajar con los adultos, sobre todo con quienes crecieron utilizando dispositivos desde edades tempranas y no identifican los riesgos.

Sobre el impacto en el aprendizaje, remarcó que la atención es la base del proceso. “Lo primero que hay que hacer es atender”, dijo, y planteó que la distracción constante interfiere en la comprensión, especialmente en Matemática. También observó que muchos estudiantes fotografían el pizarrón en lugar de copiar.
Sacan la foto y después en su casa tienen que perder tiempo para escribir”

Otro tema abordado fue el aumento de situaciones de bullying y ciberacoso. Oviedo indicó que la tecnología extendió estas dinámicas fuera del espacio escolar. “El bullying es como que se potenció con el celular, porque es más privado”, señaló. Mencionó que los chicos reciben mensajes, llamadas o participan en grupos anónimos, sin que las familias o la escuela lo perciban.

En el cierre, la docente destacó la importancia de avanzar en acuerdos entre instituciones y familias. “No se trata de prohibir, sino de regular y entender qué es lo que pasa”, afirmó. Además, remarcó que es necesario acompañar a los chicos con alternativas por fuera de las pantallas y anticipar los efectos del uso indiscriminado de los dispositivos.





