No hay duda posible, la decisión fue clara. Y cobró mayor fuerza si se quiere, por la adversidad climática que bien podría haber incidido en forma desfavorable en la jornada electoral. No fue así, aún con lluvia intensa, tormenta en las tres cuartas partes del territorio provincial, la ciudadanía fue a los centros de votación a expresarse.
Desde esta columna se había hecho notar, una semana antes del comicio, esta vocación republicana de los misioneros. Que se había manifestado incluso en la pandemia. Y la voluntad allí expresada admite variadas lecturas, en tanto diversos han sido los candidatos a representar a los ciudadanos en la conducción de la cosa pública.
Podría decirse, por ejemplo, que fue ésta una de las contadas veces en que quienes habitan en el centro de Posadas, se expresaron a favor de la reelección de un intendente, como fue el caso de Leonardo Stelatto, ya que casi siempre eran captados por expresiones políticas del centro o de la derecha de expresiones políticas tradicionales, o recientes como Juntos por el Cambio. La sumatoria de los sufragios emitidos en estos centros de votación, se sumaron a los de los vecindarios.
Y aquí también hubo diversidad: desde un barrio relativamente nuevo como Itaembé Guazú, todavía en expansión y por lo mismo, con servicios por sumar, por multiplicar, hasta los nuevos que surgieron con la regularización dominial de los más vulnerables o la creación de vecindarios con personas relocalizadas. O de muy antiguos problemas ahora resueltos, tal el caso del Tajamar.
La resolución de la propiedad del terreno en los barrios más vulnerables, que significó su transformación en tales desde el simple “asentamiento” es una experiencia que no tiene equivalente en ninguna otra ciudad del país, dicho por observadores extraprovinciales.
Y esta es una política que tiene su correlato a nivel provincial, iniciada ya años atrás por el mismo Frente Renovador, en parajes y zonas rurales donde había radicaciones mucho más que ventiañales u otras más recientes pero que requerían de igual forma la intervención del Estado para regularizar la presencia de familias agricultoras en la zona.
Este hecho tiene particular importancia porque Misiones arrastraba de antiguo grandes extensiones casi deshabitadas –solo algunas aldeas mbya- que o eran propiedad del Estado o eran “regalos” a sus amigos que llegaban desde la época de los Roca, que luego tendrían propietarios más nuevos, pero igualmente ausentes del territorio provincial. Es decir, manteniendo tierras no cultivadas o en las que se practicaba la industria extractiva de la yerba o de la madera.
La situación varía ahora en 180 grados. Porque hay área protegidas por mantenimiento de la Selva Paranaense, minifundos y propiedades de mediana extensión, todos en producción. Grandes extensiones, de grandes firmas, también productivas.
Hay nuevos emprendimientos en la economía del conocimiento. Y hay indicadores sociales de crecimiento que son categóricos: descenso de la morbimortalidad infantil y materna, del embarazo adolescente no deseado. La tasa de mortalidad neonatal en 2022 fue de 5 y la post neonatal 2,88 de neo y post neonatal. Y si estos indicadores s obtienen luego de 20 años de políticas públicas enderezadas a esos objetivos.
Misiones votó, mayoritariamente, esa realidad, ese modelo de crecimiento. De manera clara, contundente, inequívoca.