En Misiones, la tenencia de animales silvestres como mascotas sigue siendo un problema, a pesar de ser ilegal. Este fenómeno, más ligado al tráfico de fauna que a una cuestión cultural, continúa generando preocupación. La campaña «En Misiones NO se caza», impulsada por el Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables, busca concientizar sobre la importancia de respetar la normativa vigente y proteger la fauna autóctona.
En el mercado ilegal de fauna en Misiones, por ejemplo, una cría de mono caí puede llegar a venderse por 100 mil pesos. A través de las redes sociales, se ofrecen además loros y cotorras. Incluso, en 2022, un vecino de San Vicente intentó vender un Margay (Leopardus wiedii), un felino silvestre altamente trepador, a cambio de dinero y una moto. Este felino, que destaca por su agilidad, accede a lugares inaccesibles para otros cazadores en su búsqueda de roedores, comadrejas y aves. Son animales nocturnos que descansan durante el día en huecos de árboles o entre las ramas. El Margay en cuestión fue rescatado por la Dirección de Defensa del Medio Ambiente de la Policía provincial.
El comisario, Maximiliano Jaques, Director de DMA, destacó el trabajo realizado en 2023 para combatir el mascotismo y el tráfico de fauna. «Este año notamos una disminución significativa en las denuncias, lo que creemos que refleja una mayor concientización de la ciudadanía. Esto también se debe al esfuerzo conjunto de nuestra institución con otros organismos para abordar estos casos», explicó.
Jaques reconoció que el grueso de los operativos para el rescate de los animales cautivos tuvo lugar en las ciudades más grandes de Misiones: Posadas, Eldorado y Oberá. Mencionó que de estas tres, Posadas y sus localidades cercanas, como Garupá y Candelaria, fueron los puntos más calientes.
«Generalmente, las personas accedieron voluntariamente a entregar los animales. En muchos casos, no podían mantenerlos. Sucedió, por ejemplo, con algunos tenedores de guacamayos, que no podían costearles la dieta», precisó el comisario.
Dijo que los ejemplares más encontrados en estos operativos fueron monos caí, loros habladores, coatíes y guacamayos.
Jaques apuntó que en alguna ocasión hasta tuvieron que pedir una orden judicial para obligar a unos ciudadanos a que entregaran los guacamayos que tenían en su poder. «Lamentablemente, cuando volvimos con la orden, ya habían hecho desaparecer a las aves», recordó.
Defensa del Medio Ambiente trabaja con otras fuerzas y con el Ministerio de Ecología, que luego sigue la evolución y destino de los animales recuperados. Muchos de ellos van al centro de rehabilitación del Parque Ecológico El Puma de Candelaria.
El mascotismo impide al animal reinsertarse en su hábitat. Ocurre que ya no desarrolla la habilidad para conseguir el alimento ni defenderse. Son contados los casos en que pueden regresar a la naturaleza.
«Las personas que tienen en casa fauna autóctona difícilmente admiten el origen real del ejemplar. Muchos hablan de regalos de familiares. Pero sabemos que el tráfico ilegal está detrás. El grueso de los animales rescatados viene del Norte provincial», indicó el comisario.
La DDMA rescató coatíes en Garupá y Candelaria. Además, descubrió mediante patrullajes en redes sociales que ofrecían aves silvestres y las recuperó.
«Hay gente que, consciente de la infracción, avisa de la presunta aparición casual de fauna silvestre en su propiedad. Luego se determina que se trata de animales mascotizados», comentó.
El trabajo de concientización constante del Ministerio de Ecología y los operativos de la Policía, a través de la dependencia que conduce Jaques, tuvo su incidencia en la disminución de casos. Sin embargo, el mascotismo continúa en pie y es preciso combatirlo día a día.
Defensa del Medio Ambiente recibe denuncias, incluso anónimas, a través de sus cuentas en Facebook y en Instagram. También vía 911.