El doctor Carlos Barros Martínez, jefe de Neurología del Hospital Escuela de Agudos “Dr. Ramón Madariaga”, manifestó que esta norma “contempla por un lado la prevención y el tratamiento de enfermedades crónicas, como la hipertensión, la diabetes, la obesidad, el tabaquismo; y por otra parte, que todos tengan un acceso equitativo a los tratamientos, ya sea el tratamiento en su fase crónica o en el tratamiento en su fase aguda”.
En este aspecto, explicó que es cuando sobre todo un ACV isquémico está en un «periodo de ventana». «Esto quiere decir que hay hasta 4 horas y media desde que inician los síntomas para recibir un tratamiento que permite por decirlo así disolver el coágulo que está obstruyendo el vaso sanguíneo isquémico y esto hay que hacer con todo un equipo de profesionales médicos, enfermeros, kinesiólogos. Tienen que estar preparados para poder activar el protocolo de ACV y el paciente recibe el tratamiento en forma oportuna», consignó el profesional de la Medicina.
Barros Martínez apuntó que si bien la edad promedio hoy en día ha cambiado mucho hay personas jóvenes que tienen ACV. «Generalmente está alrededor de los 50 años más que nada asociado también a los factores de riesgo que pueda tener esta persona», remarcó.
Seguidamente mencionó los síntomas que presenta. Al comienzo son debilidad, debilidad de la cara, de un brazo, de la pierna o de la mitad del cuerpo directamente. «Muchas veces puede ser un trastorno del lenguaje, dificultad para hablar o para pronunciar correctamente las palabras. Ante la presencia de estos síntomas en forma inmediata debería de activarse el sistema de emergencia para que puedan llegar a tiempo a un centro de referencia con potencial tratamiento trombolítico», observó.
Aclaró que no todas las personas son candidatas a recibir el tratamiento trombolítico. «Hay que ver hay algunas cuestiones de inclusión y otras de exclusión pero lo importante es tratar de minimizar las secuelas. Pueden ser dificultad para mover en forma permanente el brazo, la pierna inclusive, para hablar con un síntoma que se llama afasia así que es un trastorno del lenguaje que a veces afecta la expresión la comprensión o ambas cosas», puntualizó Barros Martínez.