Misiones ha comenzado a profundizar su relacionamiento con los Estados fronterizos del Sur de Brasil, promoviendo su perfil vanguardista, el de la economía del conocimiento. Un área en la que ha avanzado igualmente el estado de Rio Grande do Sul, de manera que se ha visto como muy positiva la propuesta de intercambio en materia de tecnología y de educación disruptiva, con especial interés en el Silicon Misiones. No solo desde la perspectiva del gobierno estadual, sino también de las empresas stand-up existentes allí.
De hecho, el Silicon Misiones participará de la mayor feria tecnológica y de innovación de Sudamérica que tiene su sede en Porto Alegre, la capital del Estado sureño.
Y acaso los más reticentes en aceptar esta realidad innovadora de Misiones se avengan a comprenderla si la reflexión se profundiza. Porque acá hay mucho más que un simple acompañamiento de la evolución internacional que experimenta tanto la educación como la ciencia y la tecnología e el campo de la economía.
Ese mucho más tiene que ver con una visión de presente y futuro a partir de la propia realidad. Porque Misiones ha ido potenciando sus economías regionales: yerba mate, té, foresto industria, le ha sumado otras vinculadas. Por caso, ganadería bajo cubierta. Y ha potenciado la conservación de su biodiversidad, en el marco de la preservación de la Selva Paranaense que se desarrolla en su territorio.
Pero había, hubo y habrá un condicionante: su relativamente pequeño espacio territorial. Un tercio lo ocupan los asentamientos humanos –ciudades, pueblos, parajes-, otro tercio tiene que ver con la explotación agrícola e industrial y el tercero, la selva resguardada.
Cómo –entonces- y de qué manera crecer. Aprovechando el aporte de la inteligencia, del conocimiento. Es decir, la economía del conocimiento que ocupa un espacio menor, que es capaz de desarrollarse mediante la miniaturización de la producción. Ejemplo, los nano sensores, que Misiones inclusive empezó a producir en plena pandemia cuando hace los termómetros infrarrojos. Los kits de robótica y hasta los productos de movilidad sustentable.
Esta economía del conocimiento le aporta un extra sustantivo para el crecimiento. Es decir, puede crecer sin afectar más el espacio territorial. Y si a ello se le suma la posibilidad de exportar, por un lado, y de acordar convenios binacionales que cooperen con un mayor desarrollo, por el otro, serán más que bienvenidas las gestiones emprendidas ahora.
De modo que este camino no ha sido elegido al azar, hay un pensamiento, un proyecto concreto que será muy ponderado también en el futuro, porque permitirá sostener la expansión económica. Y sonarán hasta estridentes las remeras que hablan de “la tierra roja”, desdeñando, incluso oponiéndose, a la economía del conocimiento hace una década despuntaba.
La mira corta, el interés ajeno, suelen jugar estas malas pasadas.
Alejado de esa estrechez de miras, se llevó a cabo una apertura del ciclo escolar con la presencia del ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk. Nueva presencia del gobierno del presidente Alberto Fernández en búsqueda de conciliar intereses, de aliados que en el Congreso les den salida a proyectos de peso. Como la moratoria previsional que beneficiará a unos 800 mil argentinos, entre los que se cuentan más de 20 mil misioneros.
Hay también una lectura para la cooperación mostrada por el embajador Daniel Scioli en las tratativas con Brasil. Además de ser un funcionario siempre cercano a Misiones, la economía del conocimiento demandaba una presencia nítida, definida, con progresos en la materia para presentar en Brasil. Y eso fue y es Misiones.