El ministro de Economía Luis Caputo le puso este martes fecha concreta al inicio de la negociación formal con el Fondo Monetario Internacional hacia un acuerdo nuevo que, espera el Gobierno, incluya dólares adicionales para apurar la salida del cepo cambiario. En el organismo aún no dan pistas sobre las condiciones que están abiertos a discutir, pero los tiempos para el Poder Ejecutivo se aceleran en medio de dudas en el mercado sobre el clima político que afronta el oficialismo y la acumulación de reservas en el Banco Central.
La fecha de referencia que planteó el jefe del Palacio de Hacienda es este jueves, cuando finalice después de un mes la octava revisión técnica y el directorio habilite, si lo aprueba, el desembolso de USD 800 millones hacia el Banco Central. Una suma mucho más onerosa es la que necesitará el Poder Ejecutivo para garantizarse un colchón de divisas suficiente para que la “fórmula” de cantidad de reservas razonable con los pasivos remunerados -una ecuación que Caputo todavía mantiene en secreto- permita levantar los controles cambiarios.
El calendario es aún incierto, el ministro de Economía aseguró que la negociación “llevará tiempo” y el Fondo Monetario da pocos indicios de qué es lo que está dispuesto a discutir para un programa nuevo. Consultados por Infobae, desde el organismo solo remitieron a una respuesta dada, en conferencia de prensa, por la portavoz Julie Kozack, ante una pregunta sobre un nuevo acuerdo.
“Lo que puedo decir es que seguimos centrados en este momento en la octava revisión, llevándola exitosamente a nuestra Junta para su aprobación. Así que no voy a especular sobre un nuevo programa o nuevo financiamiento en esta etapa, pero puedo decir que continuaremos discutiendo con las autoridades las modalidades sobre cómo involucrar y apoyar mejor a Argentina en el futuro”, dijo.
Por lo pronto, el equipo económico se propone que la asistencia del FMI le ayude a acelerar la salida de los controles cambiarios. De los cuatro requisitos que Caputo se trazó, el que asoma como el más decisivo y por el momento más lejanos a ser cumplido es el de acumulación de reservas. Es un frente, además, que empezó a ser mirado de reojo por el mercado, que esperaba a esta altura del año un ritmo de acopio de divisas más alto que el actual por la exportación de la soja.
Fuentes oficiales aseguran que las conversaciones con el FMI hacia un programa nuevo ya habían comenzado, al menos de manera informal, en las últimas semanas. El Ministerio de Economía y el Banco Central ahora quieren darle un carácter más formal al asunto, en un contexto de volatilidad en los bonos argentinos, suba del riesgo país desde el piso de 1.200 puntos y mientras el mercado espera un mensaje sobre los próximos pasos de política económica.
“En el FMI hay reconocimiento por lo que está haciendo el gobierno y noto buena disposición para un nuevo programa. Estimo que la determinación del presidente de equilibrar las cuentas públicas debería hacer que esta negociación sea más sencilla que las anteriores. De todos modos, cuando hablo con ex colegas percibo que hay dos temas que hacen ‘ruido’”, dijo a Infobae el ex director argentino en el board Héctor Torres.
“En primer lugar la consistencia del crawling peg del 2% con tasas de inflación mucho mayores y también la dificultad de eliminar los tipos de cambio múltiples mientras con un peso crecientemente apreciado y tasas de interés reales negativas”, planteó.
“En segundo lugar, creo que habrá que explicar si vamos hacia un bi-monetarismo (’competencia de monedas’) o hacia la dolarización. Mis interlocutores no llegan a entender cómo podría el peso ‘competir’ con el dólar si el gobierno insiste en eliminarlo (dolarizar) y, lo de la ‘dolarización endógena’ no es muy convincente”, advirtió Torres.
Las estimaciones de mercado sobre qué cantidad de desembolsos debería negociar con el FMI son variables, con un máximo de unos USD 15.000 millones, pero con pronósticos de sumas menores. La liberación del cepo va lenta, hacen falta más dólares en las reservas. “El ministro Caputo quisiera 15.000 millones de dólares del FMI, pero es improbable que esto ocurra”, planteó IAE Business School. La consultora Equilibra también llegó a calcular ese monto necesario hace algunas semanas. El asesor financiero Federico Domínguez habló de unos USD 8.000 millones y que con aportes de otros organismos multilaterales se llegaría a una suma de entre USD 12 mil y 15 mil millones.
Es una incógnita cuánta más exposición podría sumar el organismo a deuda con la Argentina, mientras además un programa que tengan financiamiento adicional requerirá del aval del Congreso, un reducto difícil para La Libertad Avanza. “No debería ser tan difícil como la Ley Bases”, anticipó un diputado del oficialismo sobre ese trámite en el parlamento.
Los próximos pasos de gestión económica no parecen incluir al menos por ahora, un salto en el tipo de cambio. Luis Caputo salió por X a desmentir una medida de esa naturaleza. “Ante los infundados rumores, aclaramos con Santiago Bausili, que en caso que se apruebe la ley Bases, la baja del impuesto país no viene asociada a ninguna devaluación. Tampoco se tocará el 80/20 actual ni el crawling de 2 por ciento” mensual, dijo el ministro de Economía.
El retoque al esquema de dólar blend (80% de la exportación liquidada a tipo de cambio oficial y 20% a contado con liquidación) hacia una fórmula distinta había surgido como una versión para permitirle al campo tener un tipo de cambio algo más favorable sin necesidad de elevar el dólar oficial y así acelerar la liquidación.
El corazón de la discusión que se abrirá con el FMI parece ser el próximo esquema monetario que buscará adoptar el Gobierno. Tanto el Ejecutivo como el Fondo le pusieron nombre: competencia de monedas. El organismo fue más allá y ejemplificó con Uruguay y Perú como casos testigo.
El debate se centra en todo lo que rodeará a ese esquema y cómo se llegará a él. El FMI pulseó, en los últimos meses, por una tasa de interés real positiva y un crawling peg más acelerado, a contramanos de dos pilares de la gestión económica: la licuación de pesos y el ancla cambiaria.
“La política monetaria deberá seguir evolucionando para anclar la inflación y las expectativas de inflación en Argentina, y la política cambiaria deberá volverse más flexible con el tiempo para salvaguardar una mayor mejora en la cobertura de reservas. Estos cambios de política serán necesarios a medida que los controles cambiarios se vayan suavizando gradualmente, en función de las condiciones que lo permitan, y a medida que las autoridades también hagan la transición a un nuevo régimen de política monetaria”, dijo la portavoz Kozack hace algunos días.
La nueva etapa con el FMI podría implicar un rediseño del marco general de metas. Hubo ya un primer reajuste de objetivos -las métricas fiscales y de acumulación de reservas- y en medidas estructurales -eliminación del impuesto PAIS y levantamiento de los controles cambiarios-, aunque se espera que el staff report que se conocerá este jueves contenga precisiones adicionales.
(Fuente: Infobae)