El Gobierno convocará a una nueva mesa de diálogo y tiende puentes con el sector moderado de la Confederación General del Trabajo (CGT), luego de que la central obrera rechazara una primera invitación oficial.
Desde la Secretaría de Trabajo que conduce Julio Cordero, y el área de Educación que responde al Ministerio de Capital Humano a cargo de Sandra Pettovello impulsan negociaciones para sellar un acuerdo político en temas socioeconómicos, tras el portazo inicial de la CGT que reclamaba a la Casa Rosada iniciativas por la generación de trabajo genuino y la defensa de la producción nacional.
El jueves último, Carlos Torrendel, secretario de educación de la Nación, mantuvo un encuentro con un dirigente del consejo directivo de la central obrera, Sergio Romero, secretario de políticas educativas de la central y titular de la Unión de Docentes Argentinos (UDA).
Allí debatieron “profundos temas educativos vinculados, entre otros, a alfabetización, formación y capacitación en servicio”, señaló la UDA a través de un comunicado.
Romero, por su lado, fue más allá y lanzó un guiño al acercamiento que busca concretar el Gobierno. “La única manera de sacar la educación adelante es con diálogo, predisposición a encontrar puntos de encuentro y mejores salarios para los docentes”.
En simultáneo, tomaban impulso los trascendidos sobre la intención oficial de recomponer relaciones con la CGT a través de una nueva convocatoria. El Gobierno busca capitalizar las diferencias internas en la central obrera para conseguir una tregua que, entre otras cosas, aborte la posibilidad de un nuevo paro general contra la gestión de Javier Milei.
Puertas adentro de la entidad madre del sindicalismo hay un sector que busca delinear una postura cautelosa tras haber concretado ya dos paros generales (24 de enero y 9 de mayo) contra la administración libertaria, pero también existe un ala combativa que desconfían de los canales de negociación propuestos por el Gobierno y presionan por una nueva medida de fuerza en el corto plazo.
La última reunión entre miembros del Ejecutivo y la cúpula de la CGT fue el 16 de julio, y no terminó bien. La idea era abrir un canal de diálogo en medio de las tensiones por las reformas en materia laboral aprobadas por el Congreso, en el marco de la Ley Bases. Sin embargo, la central obrera lanzó un duro comunicado al finalizar el encuentro.
“No hay perspectivas de recuperación”, subrayaron entonces, y agregaron que el Gobierno lleva adelante un programa económico “que no contempla la producción, el desarrollo y el trabajo, privilegiando solo la cuestión monetaria e inflacionaria”.
La CGT marchó el miércoles junto a los piqueteros en la celebración de San Cayetano. Pablo Moyano, uno de los líderes y exponente del ala dura de la central sindical, afirmó que la movilización fue “la continuidad del plan de lucha“ contra el Gobierno y anunció la convocatoria a un plenario de secretarios generales “para definir los pasos a seguir”.
Sobre los acercamientos propuestos por el Gobierno, fue terminante: “Sabemos que sólo es para la foto y lo vamos a rechazar”. En los próximos días se sabrá si el diálogo por el que puja la Casa Rosada prospera o no.
(TN)