Los episodios fueron provocados por una importante acumulación de moco endobronquial y el consiguiente broncoespasmo y se realizaron dos broncoscopias que requirieron aspiración de secreciones abundantes; el pronóstico sigue reservado
Después de dos días de condiciones clínicas “estables”, la situación del papa Francisco se agravó nuevamente este lunes, cuando padeció otra vez dos crisis respiratorias agudas y debió regresar a una ventilación mecánica no invasiva, es decir, volvió a tener que utilizar el aparato con máscara que cubre nariz y boca para poder respirar que ayer domingo había podido dejar.
“El Santo Padre ha presentado hoy dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda, provocados por una importante acumulación de moco endobronquial y el consiguiente broncoespasmo. Por lo tanto, se realizaron dos broncoscopias que requirieron aspiración de secreciones abundantes. Por la tarde se reanudó la ventilación mecánica no invasiva”, indicó el parte elaborado por el equipo médico que lo atiende en el hospital Gemelli, que fue difundido poco antes de las 19 locales. “El Santo Padre siempre se ha mantenido vigilante, orientado y colaborador. El pronóstico sigue siendo reservado”, concluyó el parte, que volvió a disparar todas las alarmas y que representó un paso para atrás, respecto de los últimos dos días.
Una fuente del Vaticano explicó que lo ocurrido suele ser “normal” dentro del cuadro complejo desde siempre pintado por los médicos de la situación de Jorge Bergoglio, internado desde hace 18 días. “Claramente la acumulación de muco es una consecuencia de la neumonía bilateral: es una reacción de los pulmones a las bacterías presentes en los bronquios, que intentan eliminar y entonces se genera un espamo”, explicó. “Esto hace que el paciente respire mal porque intenta expulsar lo que hay adentro y molesta”, agregó, al subrayar que lo ocurrido tampoco es un “elemento nuevo”, sino que es consecuencia del cuadro general. La misma fuente resaltó que a diferencia de la crisis de broncoespasmo del viernes pasado, no hubo inhalación de vómito: lo que generó las crisis fueron los bronquios que intentaban expulsar el muco.
Por la mañana a primera hora, como viene sucediendo en estos días de ansiedad por la salud del máximo líder de la Iglesia católica, el vocero papal, Matteo Bruni, había hecho saber que el Papa “ha descansado bien toda la noche”.
Fuentes vaticanas filtraron que probablemente el exarzobispo de Buenos Aires había tenido un mejor reposo porque el parte de ayer había informado que ya no había necesitado ventilación mecánica no invasiva -el aparato con máscara que cubre nariz y boca para poder respirar-, sino que había vuelto a las cánulas nasales de alto flujo de oxigenación, algo más suave y llevadero, en una situación que luego volvió a cambiar dramáticamente.
“El Papa se despertó, desayunó y sigue con su terapia”, habían añadido las mismas fuertes. El parte de ayer había sido tranquilizador porque por segundo día consecutivo había dicho que las condiciones clínicas del Papa eran estables y que había superado la crisis de broncoespasmo que el viernes pasado. Pero este lunes todo volvío a precipitar.
Antes, mientras el Papa se encuentra aún combatiendo una neumonía, envió un mensaje de fuerte contenido a los participantes de la asamblea general de la Pontificia Academia para la Vida, que se reúne en estos días en un seminario titulado “¿Fin del mundo? Crisis, responsabilidad y esperanzas”.
Allí, en un mensaje datado y fechado en el policlínico Gemelli, Francisco, de 88 años, reflexionó sobre el término de la “policrisis” puesta bajo los reflectores, que “evoca la dramaticidad de la coyuntura histórica que estamos viviendo, en la que convergen guerras, cambios climáticos, problemas energéticos, epidemias, fenómeno migratorio, innovación tecnológica”.
“El entrelazamiento de estas cuestiones críticas, que afectan simultáneamente diferentes dimensiones de la vida, nos lleva a cuestionarnos sobre el destino del mundo y nuestra comprensión del mismo”, planteó.
“El primer paso para dar, es examinar más detenidamente cuál es nuestra representación del mundo y del cosmos. Si no hacemos esto y si no analizamos seriamente nuestra profunda resistencia al cambio, tanto como personas como sociedad, seguiremos haciendo lo que hemos hecho con otras crisis, incluso las muy recientes”, indicó.
“Pensemos en la pandemia de Covid: la hemos ‘desperdiciado’, por así decirlo; podríamos haber trabajado más profundamente en la transformación de las conciencias y de las prácticas sociales”, lamentó.
“Y otro paso importante para no quedarnos inmóviles, anclados en nuestras certezas, nuestros hábitos y nuestros miedos, es escuchar atentamente el aporte del conocimiento científico. El tema de la escucha es decisivo. Es una de las palabras clave de todo el proceso sinodal que hemos iniciado y que ahora se encuentra en su fase de implementación”, subrayó.
En este marco y esto fue lo más importante, subrayó que debe reelaborarse nuestro modo de entender la “creación continua”, “sabiendo que la tecnocracia no nos salvará”.
“Apoyar una desregulación planetaria utilitarista y neoliberal significa imponer la ley del más fuerte como única regla; y es una ley que deshumaniza”, advirtió, aludiendo claramente a la nueva ola de ultraderecha en auge en varias partes del mundo, incluida su madre patria.
El Papa lamentó, además, una “progresiva irrelevancia de los organismos internacionales, que también se ven socavados por actitudes miopes, preocupadas por proteger intereses particulares y nacionales”. Y llamó a construir “organizaciones globales más eficaces” – dotadas de autoridad para garantizar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la pobreza y la defensa segura de los derechos humanos fundamentales-, para promover “un multilateralismo que no dependa de circunstancias políticas cambiantes ni de los intereses de unos pocos y que tenga una eficacia estable”. “Esta es una tarea urgente que concierne a toda la humanidad”, sentenció.
En medio de un clima de nuevo alterado por el nuevo parte médico, el Vaticano informó que guiará esta noche la maratón del rezo del rosario por la salud del Santo Padre el cardenal estadounidense -pero con mucha experiencia en América latina-, Robert Prevost. Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América latina, es considerado un candidato papable.
Por Elisabetta Piqué
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