Después de al menos 8 años de escolarización obligatoria (desde sala de 4 hasta 6° grado), uno de cada tres estudiantes no alcanza los niveles esperados de comprensión lectora al finalizar la primaria. No es que no reconozcan las proposiciones subordinadas o ignoren los nombres de los tiempos verbales: carecen de las habilidades básicas que, según el diseño curricular, debían estar garantizadas en el primer ciclo.
El 98% de esos estudiantes ingresa a la secundaria: ¿cómo garantizar su alfabetización plena para que puedan aprender durante el resto de su trayectoria escolar?
La preocupación por la alfabetización hoy está el centro de la agenda educativa, luego de que el Gobierno nacional y las provincias aprobaran el Compromiso Federal por la Alfabetización y presentaran sus respectivos planes para garantizar las habilidades de lectura y escritura. Esta semana se lanzó la Red Federal de Alfabetización, que reúne a los referentes de las 24 jurisdicciones y la Nación para articular la implementación de esos planes en los diversos contextos. El jueves 4 de julio el presidente Javier Milei lanzará oficialmente el Plan de Alfabetización en San Juan, en un acto en la Casa de Sarmiento. Viajará allí junto con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y el secretario de Educación, Carlos Torrendell.
Si bien los lineamientos nacionales aluden a la “transversalidad” de la alfabetización, un relevamiento del Observatorio Argentinos por la Educación encontró que solo 16 planes provinciales prevén acciones específicas para el nivel secundario. Sin embargo, los datos muestran que muchos estudiantes ingresan a primer año sin tener garantizado el derecho a saber leer y escribir de manera acorde a su edad.
Hoy entran a la escuela secundaria unos 160 mil chicos y chicas que aprobaron la primaria sin dominar esos saberes básicos, según un estudio conjunto de Unicef Argentina, Unicef Uruguay y Unesco a partir de los datos oficiales del Relevamiento Anual 2022 de la Secretaría de Educación y la prueba Aprender 2023 de primaria.
En 6° grado –el último de la primaria en la mitad de las provincias–, uno de cada tres estudiantes (33,6%) no alcanza el nivel satisfactorio en Lengua (en Matemática la cifra es más alta: 48,6%). Pero la tasa de promoción de 6° grado ronda el 98%: muchos estudiantes pasan a primer año (o a 7° grado) sin esos aprendizajes. Hay consenso entre los especialistas en que hacerlos repetir no garantizaría los saberes que faltan. Pero la pregunta crucial es cómo lograr que, además de aprobar, los estudiantes adquieran las habilidades de lectura y escritura que necesitarán para poder acceder al resto de los aprendizajes, incluso los de matemática, que requieren por ejemplo poder leer y comprender un problema.
“Resulta clave poder identificar y visibilizar esta problemática para poder desarrollar estrategias específicas en un nivel que no está preparado para esto, ya que por definición los profesores de la escuela secundaria no se forman para trabajar con adolescentes que no tienen saberes mínimos de comprensión lectora”, advierte Cora Steinberg, especialista en educación de Unicef Argentina.
El aprendizaje de la lectura y la escritura no solo es un objetivo básico del primer ciclo de primaria –para algunos especialistas, debería ser un objetivo del primer grado–, sino que además se trata de capacidades fundamentales “para la continuidad escolar, para seguir aprendiendo y desarrollar otras capacidades, ejercer una ciudadanía plena y poder definir un proyecto de vida e inserción laboral futura”, explica Steinberg.
Tres desafíos para abordar el problema
La especialista de Unicef identifica tres desafíos centrales. El primero: “Asegurar en el nivel primario los alertas y dispositivos para poder enseñar a leer y escribir cuando se detecta que estos saberes no han sido logrados, no importa la edad o grado”. Esto requiere “dotar a los maestros y escuelas de capacidades y recursos para detectar e intervenir en estas situaciones”; Steinberg señala que también es clave “fortalecer las capacidades de los espacios no formales o comunitarios donde los chicos realizan apoyo escolar, que muchas veces son espacios privilegiados para acompañar procesos de alfabetización complementarios”.
El segundo desafío tiene que ver con repensar una escuela secundaria que no fue diseñada para alfabetizar, pero que ahora se ve obligada a hacerlo: “Los profesores de secundaria no están formados para enseñar a leer y escribir. La organización institucional, disciplinar y los tiempos escolares no contemplan que los ingresantes al nivel no alcancen estos dominios de lectura y escritura que les permiten apropiarse de los contenidos curriculares de las disciplinas, aprender y promocionar”.
Para Steiberg, es clave definir estrategias para abordar este problema: “No importa la edad y el año en que esté un chico o una chica, es deber de la escuela brindar oportunidades para asegurar la alfabetización y dominio de la lectura y escritura”. Según relata la especialista, desde Unicef están trabajando con algunas provincias para avanzar en el diseño de diagnósticos oportunos y el desarrollo de estrategias apropiadas para la edad, además de la formación docente necesaria.
Un tercer desafío, considera Steinberg, es identificar la especificidad de este desafío, que es distinto del que se plantea en el nivel inicial o en los primeros grados de primaria: “Es importante visibilizar la problemática y desarrollar conocimiento en torno a las estrategias de trabajo con adolescentes, un desafío que no ha sido ampliamente abordado por la investigación educativa o las políticas”.
Qué puede hacer la escuela secundaria
¿Qué se puede hacer en la escuela secundaria para “remediar” las falencias en el aprendizaje de la lectura y la escritura? Valeria Abusamra, doctora en Lingüística, investigadora del Conicet y autora de varios libros en el campo de la ciencia de la lectura, menciona en primer lugar la necesidad de una responsabilidad compartida: “Enseñar a comprender no depende exclusivamente de un profesor o profesora ni de una disciplina particular. La alfabetización es incumbencia de todos. Cuando el niño o la niña entran a la escuela secundaria, el sistema genera una atomización de la enseñanza que hace que más de una decena de profesores se impliquen en el proceso. Esto muchas veces lleva a desligar responsabilidades. Pero la comprensión de textos es instrumental a todas las disciplinas: es necesaria para resolver actividades de economía, de biología o de matemáticas”.
Abusamra también pone en valor la lectura en voz alta: “Puede ser una gran aliada para la detección de dificultades y la posibilidad de revertirlas. La única forma que tengo de saber cómo un estudiante lee es haciéndolo leer. En este sentido, podría explotarse ese potencial incitando a leer en voz alta, por ejemplo, obras de teatro, o implicando incluso a los estudiantes de los primeros años de escuela secundaria en la lectura de cuentos a niños y niñas más pequeñas”.
“La transición hacia la escuela secundaria sigue siendo un espacio fundamental para avanzar en el desarrollo de las habilidades ligadas a la alfabetización”, sostiene Abusamra. Si bien se supone que los estudiantes llegan a la secundaria con habilidades de lectura y escritura “desarrolladas y hasta automatizadas”, los resultados de las pruebas nacionales e internacionales muestran que “estamos lejos de estos estándares deseados”. Es un problema de la escuela, pero también de la ciudadanía democrática y hasta de la construcción de la propia identidad: “No podemos perder de vista que leyendo y escribiendo uno obtiene su voz”, subraya Abusamra.
Resolver los problemas de lectura en secundaria es un desafío “tremendamente complejo”, advierte Florencia Salvarezza, lingüista especializada en neurociencias y educación, investigadora del Haskins Lab de la Universidad de Yale y formadora de docentes en la Universidad de la Ciudad. “En función del llamado efecto Mateo, sabemos que los que empiezan peor terminan peor: la brecha se va ampliando a lo largo del tiempo”.
Salvarezza plantea que es muy difícil revertir lo que no se logró a tiempo: “La realidad es que nunca vamos a tener en esa población resultados lectores como los que hubiéramos tenido si se hubiera enseñado a leer bien y si se hubiera empezado a trabajar con los que quedaban atrás en primer grado”. La especialista señala que desde hace muchos años existen en Argentina programas “remediales”, y que su impacto en la mejora de los aprendizajes en secundaria ha sido bajísimo: “Es como ponerle curitas al Titanic”.
Para Salvarezza, “la única forma de lograr una mejora sustancial sería trabajar muy intensamente en un programa de dos horas por día, todos los días de la semana, abordando por niveles la decodificación, la fluidez lectora y la comprensión lectora”. Para evitar este escenario, el desafío es que los estudiantes lleguen a la secundaria con los niveles esperados de lectura. Salvarezza subraya: “Hay que cambiar cómo se enseña a leer en primer grado, tener pruebas de fluidez, de comprensión y de precisión lectora en primer grado, seguir a los chicos todo el año, escucharlos leer en voz alta para que todos lleguen a segundo grado sabiendo leer”.
Qué prevén los planes de alfabetización
En el marco del Compromiso Federal por la Alfabetización, la Secretaría de Educación de la Nación y los ministros de educación de las 24 jurisdicciones argentinas presentaron a fines de mayo sus planes para garantizar el aprendizaje de la lectura y la escritura. Según un informe del Observatorio de Argentinos por la Educación que relevó todos los planes, hay 16 jurisdicciones que prevén acciones específicas para fortalecer la alfabetización en el nivel secundario: CABA, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Río Negro, San Juan, San Luis y Tucumán.
En CABA, por ejemplo, el plan de alfabetización se enmarca en el plan Buenos Aires Aprende 2024-2027. Los datos de la evaluación FEPBA 2023 muestran que en 7° grado de primaria 4 de cada 10 estudiantes (38,3%) tienen un nivel de desempeño bajo o por debajo del nivel bajo. Entre otras líneas de acción, el Ministerio de Educación porteño prevé aplicar una evaluación “formativa” de Lengua en primer año de secundaria para examinar la lectura y comprensión de textos literarios y no literarios. Además, el plan alude a la “priorización de contenidos nodales” de Lengua y Literatura en el nivel secundario. Según sugiere el documento oficial, la idea es jerarquizar los contenidos e indicadores de logro para “ofrecer a los equipos docentes una herramienta de trabajo para la toma decisiones sobre la enseñanza”.
En la provincia de Buenos Aires, el plan de alfabetización no contempla específicamente el nivel secundario, pero la Dirección General de Cultura y Educación lanzó un “programa de fortalecimiento de la enseñanza” enfocado en la lectura, la escritura y la oralidad para el período 2024-2027. El programa se basa en los resultados de las “pruebas escolares” de Prácticas del Lenguaje (en 3er año) y Literatura (en 6° año) que la provincia aplicó en 2023 en una muestra de 213 escuelas secundarias estatales y privadas. Entre otros objetivos, el programa se propone “explicitar algunos criterios comunespara planificar la enseñanza” y, más específicamente, definir “tres textos literarios y un conjunto de producciones escritas y orales comunes e irrenunciables para cada uno de los años de la escuela secundaria”.
El plan de Córdoba parte de un diagnóstico similar al que se registra a nivel nacional: al finalizar la primaria, 3 de cada 10 estudiantes no alcanzan los desempeños esperados en Lengua y Literatura y “solo pueden interpretar textos sencillos”. Entre otras cuestiones, el “Compromiso Alfabetizador Córdoba” establece que la oralidad, la lectura y la escritura deben abordarse “desde todo el currículum” y en todos los niveles educativos, desde el inicial hasta el superior, ya que son “fundacionales” para el desarrollo de las demás habilidades. El plan cordobés prevé que durante el segundo semestre de este año se aplique una evaluación de fluidez y comprensión lectora en primer año de secundaria (además de tercer grado de primaria). También continuará la realización anual del “Festival de la Palabra”.
El plan de Mendoza fue diseñado en continuidad con el Programa Provincial de Alfabetización lanzado en 2017 y también prevé seguir con los Censos de Fluidez Lectora que comenzaron a aplicarse en 2019. El año pasado, participaron del Censo alrededor de 342 mil estudiantes, desde el primer grado de primaria hasta el último de secundaria, según informó el gobierno provincial. Los resultados de 2023 para el nivel secundario mostraron que el porcentaje de estudiantes en el nivel crítico de fluidez lectora se redujo a la mitad en el transcurso del año y mejoró un 8% con respecto a la medición de 2022. Además de continuar con las mediciones periódicas de fluidez en todos los años de secundaria, la Dirección General de Escuelas prevé aplicar una prueba muestral de comprensión lectora en primer año.
(Fuente: Infobae)