Osvaldo Ramírez es abogado desde hace 20 años pero durante la pandemia su vida profesional y personal dio un vuelco. Con la paralización casi total de las actividades debido a la cuarentena obligatoria que provocó el coronavirus, fue entonces que se le ocurrió ingresar en un rubro totalmente distinto: la elaboración de chipas pero con una variedad diferente a la que ofrecía hasta ese momento el mercado gastronómico.
Luego de consultar con su familia dedicó tiempo, esfuerzo y ahorros en llevar adelante el emprendimiento. Y se largó entonces a la aventura.
De padres oriundos de Paraguay, Ramírez heredó de ellos el gusto por la comida típica regional. «Allá hay una empresa que ya exportaba a la comunidad latina en Miami (Estados Unidos). Entonces dije ´por qué no puede ser posible acá?´ y me puse a investigar. Comenzamos por prueba y error. Luego de un último intento, la masa quedó bien. Invitamos a los amigos y nos dijeron que estaba buenísimo. Ahí comenzamos», recordó.
Posteriormente a este intento que continuó con la instalación de una pequeña fábrica para elaborar el producto. Está ubicado en avenidas Lavalle y Bustamante», comentó.
Además, el emprendedor ya mantuvo contacto con autoridades provicinciales para ver la posibilidad de ampliar el horizonte comercial, vendiéndolo, además de los micros, en los vuelos de los aviones de cabotaje.
La bizcochipa ya se ofrece en supermercados de la capital provincial.
Además de comercializarse en Misiones también se venden en otras ciudades del país como Córdoba, Buenos Aires, Mar del Plata, Bariloche.
«Tiene un packaging de nivel internacional», destacó al referirse a la presentación de su producto.
En la entrevista televisiva, Ramírez explicó el proceso de elaboración de la chipa. Guardando celosamente la fórmula que utiliza para la fabricación en serie.
La iniciativa de Ramírez, al parecer, ya está bien encaminada. Así lo dejó en claro al hacer referencia a las conversaciones entabladas con funcionarios del más alto nivel del gobierno que estarían dispuestos a acompañar la propuesta.
El abogado emprendedor refirió luego a los horarios de trabajo que le dedican a la producción en el equipo. Y destacó que el emprendimiento da trabajo a 25 personas en forma directa.
«Ahora estamos trabajando un turno de 8 horas diario. En caso de que haya más pedidos se agregarían más horarios», apuntó.
La familia de Ramírez está compuesta por su esposa y sus cuatro hijos. Una de sus hijas es Nutricionista. «Es la que ya me hizo la certificación Sin TACC. Es una cosa muy buena que tiene la chipa porque está hecha con almidón de mandioca. Y también contamos con la certificación de Bromatología por la Provincia», señaló.
Además, tiene otra hija a cargo del Marketing y dos hijos varones. «Uno está estudiando Ingeniería en Oberá y otro que se quería ir. Dos se querían ir del país a Europa. Les dije que tenía una idea loca al que estoy apostando. Y les propuse quedarse para ver si anda. Y si no anda, yo mismo les pago el pasaje», expresó al relatar la experiencia familiar con el emprendimiento.
«Armé solo la fábrica, monté todo y fue así hasta que hicimos la primera venta, a una cadena de supermercados», refirió. Y la idea funcionó.
Ahora se expandieron a distintos supermercados y locales comerciales de la ciudad.
Sostuvo que hay dos tipos de productos (snack), de 100 gramos que cuestan en fábrica 250 pesos y otro de 35 gramos, para los colectivos, que cuestan 150 pesos en fábrica.
Indicó que una caja con 40 unidades de 100 grs cuesta 10.000 pesos. «Si vende esas 40 unidades saca una ganancia de 5 mil pesos», subrayó.
Ramírez puntualizó que el producto tiene una durabilidad de 12 meses. «Por eso le puse el nombre de Bizcochipas para diferenciarla de la chipa», agregó.
El desarrollo de la idea innovadora mantuvo unida a la familia de Ramírez y evitó el exilio voluntario.