Según los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), dormir bien “ayuda a pensar con más claridad, a tener mejores reflejos y a concentrarse mejor”. Para estos expertos, la fatiga afecta el rendimiento general, mientras que un sueño adecuado permite al cuerpo y a la mente alcanzar un funcionamiento óptimo: “Cuando uno está cansado, no tiene el mejor rendimiento posible”.
Justamente con respecto a pensar con claridad, especialistas han planteado que dormir bien puede ayudar a tomar mejores decisiones. “Para tomar una decisión, lo primero que uno necesita es poder percibir e interpretar con precisión la situación que atraviesa y sobre la cual debe decidir. La falta de sueño disminuye la capacidad de atención, interpretación y procesamiento de lo que ocurre en el entorno. En consecuencia, el primer paso ya se ve afectado”, le dijo a Infobae el doctor Facundo Nogueira, neumonólogo y jefe del Laboratorio del Sueño en el Hospital de Clínicas.
Al tiempo que añadió que la capacidad de generar una respuesta “se enlentece, lo cual probablemente hace que nuestra respuesta sea incorrecta, producto de una interpretación inicial errónea y de un enlentecimiento general”.
Nogueira advirtió, en ese tono, que las consecuencias de dormir mal “son innumerables” y pueden englobarse en varias categorías. Explicó que, en primer lugar, se reduce la capacidad de atención, aumenta el riesgo de errores y accidentes debido a la falta de concentración y a una respuesta enlentecida, lo cual, en casos extremos, puede llevar a enfermedades neurodegenerativas como la demencia o el Alzheimer.
Los estudios sobre el sueño y la toma de decisiones
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Duke en 2024 sugirió que el sueño podría influir positivamente en la toma de decisiones, al favorecer un análisis más racional y reducir la tendencia a dejarse llevar por primeras impresiones engañosas. En el experimento, los participantes participaron en un juego simulado de venta de garaje, en el que seleccionaban una caja de objetos no deseados, algunos de ellos de valor significativo. La recompensa en efectivo dependía del valor total de los objetos en la caja elegida.
Los resultados divulgados por la Asociación Americana de Psicología mostraron que, cuando los participantes decidían de inmediato, tendían a enfocarse en los primeros objetos encontrados en la caja, sin considerar el valor de los elementos posteriores. Esta reacción impulsiva destacó cómo las primeras impresiones pueden condicionar decisiones en entornos de juicio rápido.
Sin embargo, quienes durmieron antes de tomar su decisión al día siguiente realizaron elecciones más equilibradas, según los expertos. En este segundo grupo, la posición de los objetos valiosos no resultó determinante, lo que evidenció una mayor capacidad para evaluar la totalidad del contenido en lugar de solo los elementos iniciales.
En el trabajo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, algunas de las conexiones resultaban evidentes: por ejemplo, el elemento A se relacionaba de forma directa con el elemento B. Otras conexiones solo aparecían de manera indirecta en relación con el suceso. Así, el elemento D nunca se asociaba directamente con los elementos A o C.
Según los investigadores, el sueño facilitaría una comprensión más profunda de la estructura de asociaciones complejas, al permitir la conexión de elementos vinculados de forma sutil, en un proceso que mejora la percepción de relaciones subyacentes.
Sueño, toma de decisiones y cerebro
Por su parte, el neurólogo Alejandro Andersson, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), destacó que “un sueño reparador tiene un impacto significativo en el cerebro”, especialmente en la toma de decisiones, los niveles de neurotransmisores y las capacidades cognitivas relacionadas con la inteligencia verbal y ejecutiva.
Bajo esos preceptos, el experto indicó que durante el sueño, “en especial en las fases profundas, los neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la norepinefrina se equilibran y recuperan sus niveles óptimos”. Estas sustancias, esenciales para la regulación emocional y la atención, permiten que un cerebro bien descansado evalúe opciones “de manera más clara” y con menor carga emocional, mejorando el autocontrol y reduciendo la impulsividad.
Andersson también resaltó que el sueño “beneficia la inteligencia verbal y ejecutiva”, al facilitar habilidades como el procesamiento del lenguaje, la fluidez verbal y la planificación. Un descanso adecuado fortalece la corteza prefrontal, la región del cerebro asociada con la organización de ideas, el manejo de múltiples tareas y el control de impulsos, optimizando así “las capacidades cognitivas y de toma de decisiones”.
El impacto de descansar mal en la salud
Con todo, en líneas generales, Nogueira recordó que la falta de sueño genera una sobrecarga de tensión y de niveles elevados de adrenalina en sangre, lo que incrementa “el riesgo de hipertensión arterial, arritmias y problemas cardiovasculares y cerebrovasculares”. También, en términos metabólicos, postuló que la falta de sueño aumenta “el riesgo de sobrepeso, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico”. Estas tres áreas de consecuencias, sostiene Nogueira, “son graves y están directamente vinculadas con la falta crónica de sueño”.
La salud emocional también se ve afectada. Nogueira indicó que “la falta de sueño o deprivación de sueño produce cambios en el estado de ánimo”, algo que se expresa en primera instancia como mal humor, desinterés y apatía. A largo plazo, esta carencia de descanso predispone al desarrollo de “depresión, ansiedad y angustia”. “Existe una relación significativa entre el estado de ánimo y la calidad del descanso”, cerró el experto.
(Fuente: Infobae)