Los indicadores están mostrando esta realidad y aquella proyección. Porque la yerba mate en las últimas dos décadas fue alcanzando precios cada vez más retributivos, al tiempo que dejaba de ser “la cenicienta” de la producción agraria argentina, para pasar a ser una infusión apetecible para mercados externos, con el aditamento de su calidad comprobada como alimento, inclusive anti-age.
Se había recorrido un largo y sacrificado camino para salir de la ruina de los ’90 cuando la eliminación por un DNU del presidente Carlos Menem apoyado por el ministro de Economía Domingo Cavallo (las coincidencias con la actualidad no pertenecen a la ficción sino a la realidad tangible) se derogaron la ley de la Comisión Reguladora de la Producción y Comercio de la Yerba Mate (Crym) y el decreto que crea el Mercado Consignatario de la Yerba Mate. Habían surgido en los años 30 para proteger a la producción y la industria nacional ante la inminente invasión de yerba mate brasileña al mercado argentino.
Casi un siglo después y al parecer olvidando por completo todo el largo camino recorrido, toda la experiencia desarrollada, los aciertos y los fracasos, Misiones y su producción madre, la yerba mate se encuentran a las puertas de un futuro ruinoso, acaso comenzando ya con la destrucción del presente rentable si se tiene en cuenta que el “Caputazo” desplomó rentas, ingresos. Quitó valor a las plantaciones, a los secaderos, a la molinería.
Claro que siempre hablando de pequeños y medianos productores, industriales, cooperativistas. Y ni qué decir del futuro del trabajador rural que puede regresar a tiempos de los mensúes y hasta los vales como sustituto de los salarios. Porque los únicos que podrán sobrevivir serán los grandes empresarios, ésos que hoy aplauden la quita de las atribuciones esenciales del Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym): los Puerta, los Valdes (correntinos), los Schiavoni. No sólo ellos, también los parlamentarios del ucerreismo misionero, llámense Martín Arjol, Pepe Pianessi, Florencia Klipauka que se han transformado en los brazos legislativos de Juntos por el Cambio, el PRO, La Libertad Avanza.
Lo único que los moviliza es el negocio a unos y otros. El “negocio” de los grandes es lograr todavía mayor concentración y dominio del mercado, al desaparecer los interlocutores ”incómodos”: productores, secaderos, trabajadores rurales. Y en la competencia partidaria esos mismos grandes son los que financian campañas electorales y sostienen, por ende, a jóvenes políticos como los que hoy se sientan en bancas radicales y son capaces de olvidar al correligionario que, haciéndose eco de la crisis que vivía la familia yerbartera producto de la desregulación de los ’90, promovió la creación del Inym, el ya fallecido Raúl Solmoirago.
Aparecería después en el escenario político aquello que no vieron venir en los ’90, la confluencia de peronistas, radicales e independientes, defensores de los legítimos intereses de Misiones, que respondieron a la convocatoria de Carlos Rovira para crear una nueva fuerza política, misionerista, capaz de decidir localmente. Con independencia de las fuerzas nacionales que nunca tuvieron a Misiones entre sus prioridades.
Ese Frente Renovador de la Concordia Social fue el que cambió la historia: la yerba mate dejó de ser la cenicienta, para transformarse en una valiosa producción argentina, rentable para toda la cadena productiva. Ahora ya con presencia internacional en expansión. Por eso el conductor de ese mismo Frente Renovador que gobierna Misiones, Carlos Rovira sale ideando una solución: la creación del Instituto Misionero de la Yerba Mate. Y en su acompañamiento se enfilan el presidente de la Cámara de Representantes Ocas Herrera Ahuad y el gobernador Hugo Passalacqua. Recurre Passalacqua a la justicia federal para mantener las atribuciones esenciales del Inym: fijación de precios, cupo de plantío y estampillado.
De un presente floreciente a un futuro ruinosohttps://t.co/daaRFG7HwL pic.twitter.com/kAsV65v228
— Jorge Kurrle (@jorgekurrle) December 23, 2023