Es el segundo tipo de tumor con mayor incidencia en la Argentina y cada año provoca más de 7 mil muertes. Los expertos advierten que tiene un impacto cada vez mayor en pacientes más jóvenes. Cuáles son las pautas de prevención, cómo son los métodos de detección y los principales tratamientos.
El cáncer colorrectal (CCR) es uno de los tumores más frecuente y mortales en la Argentina y tiene la particularidad de que –a diferencia del de mama y pulmón- impacta casi en igual proporción en hombres y en mujeres. Los expertos advierten que el número de casos viene en aumento en los últimos años. Si bien históricamente su incidencia es mayor a partir de los 50 años, se detectó una tendencia que encendió las alarmas: cada vez hay más casos entre los adultos jóvenes. Como contrapartida, se trata de una patología prevenible y que, si se la diagnostica a tiempo, tiene altísimas probabilidades de cura.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), este tipo de cáncer es el tercero con mayor incidencia en la región, tanto en hombres (10,6% de todos los tipos de tumores) como en mujeres (9,6%). Sin embargo, al ver las últimas cifras relevadas en la Argentina por el Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Reporte del Cáncer (SIVER-Ca), que publica el Ministerio de Salud, en nuestro país se ubica un escalón más arriba: se encuentra segundo en ambos géneros (13,6% y 10,8%, respectivamente). En números, esto representa que se detectan cada año 15.800 nuevos casos y se registran más de 7 mil muertes.
“En Argentina, de acuerdo con proyecciones actuales, se mantiene la tendencia hacia un incremento en la incidencia y también en la mortalidad”, advierte el oncólogo clínico Juan Manuel O’Connor (MN 102684), jefe del área de Tumores Gastrointestinales del Instituto Alexander Fleming (IAF), quien agrega que por ese motivo es imperioso trabajar en las medidas de prevención primaria y secundaria para disminuir el impacto de esta enfermedad.
Al hacer un análisis más profundo y poner el foco en los distintos grupos etarios, surge la tendencia que hoy preocupa a los expertos. “Si observamos las curvas de incidencia y mortalidad, por ejemplo en Estados Unidos, se puede ver claramente diferencias en grupos desagregados por edad. En el grupo de personas mayores a 50 años, la incidencia y mortalidad se encuentra en descenso. La relación inversa se puede ver en personas menores de 50 años, que son considerados adultos jóvenes, en los cuales la incidencia y mortalidad muestran una tendencia en ascenso”, detalla el especialista.
Frente a la evidencia de que esta patología oncológica aparece cada vez más temprano, O’Connor remarca que afecta a personas “que se encuentran en su etapa de mayor productividad, por lo cual se genera un mayor impacto en la actividad diaria. Cabe destacar que de acuerdo con los datos de la Agencia internacional del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) y el Observatorio Global del Cáncer en nuestro país también se observa un incremento de la mortalidad en el grupo etario de personas menores a 50 años. Las curvas incluso parecen con mayor tendencia en cuanto a aumento de la mortalidad que la observada en países de altos ingresos”.
En este contexto, el Día Mundial de Cáncer de Colon que se conmemora este domingo 31 de marzo representa una oportunidad para poner sobre la mesa las pautas de prevención y cuidados que constituyen las principales herramientas para crear conciencia, frenar el avance de esta enfermedad y reducir su impacto en nuestra sociedad.
Los dos tipos de factores de riesgo
El primer paso para hacerle frente a cualquier enfermedad es conocer cuáles son los factores de riesgo que predisponen a su desarrollo o favorecen su incidencia. En el caso del cáncer colorrectal, pueden dividirse en ambientales y no ambientales. Entre los segundos se encuentra, por ejemplo, la edad, que es un elemento destacado ya que el riesgo de desarrollar tumores aumenta con el envejecimiento, más allá de que las tendencias actuales dejan en evidencia que no es el único elemento que se debe tomar en consideración.
“La historia familiar de cáncer colorrectal, así como ciertas condiciones de salud como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn también pueden aumentar significativamente el riesgo de padecer esta enfermedad. Asimismo, haber tenido cáncer colorrectal previamente resecado o la presencia de pólipos en el colon también se consideran factores de riesgo para su desarrollo”, afirma el oncólogo clínico Federico Esteso (MN 108803), subjefe de Tumores Digestivos del Instituto Alexander Fleming.
¿Cuáles son los factores de riesgo ambientales?
El doctor Esteso responde que en este grupo figuran el consumo excesivo de calorías y de carnes rojas, el alto nivel de grasas saturadas, el consumo de alcohol, el tabaquismo, la falta de actividad física y la obesidad. Muchos de estos factores han aumentado debido a los hábitos sedentarios y una dieta poco saludable.
“Por otro lado, un consumo adecuado de frutas y verduras que puede reducir el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. Además, se ha observado que aquellos pacientes que mantienen una ingesta adecuada de calcio en su dieta tienen un factor de protección adicional contra esta enfermedad”, agrega el especialista del IAF.
El doctor Juan Manuel O’Connor hace hincapié en que se trata de una enfermedad de origen multifactorial y que, incluso, no siempre se puede determinar qué la inició. “En nuestra práctica vemos pacientes jóvenes, sin claros factores de riesgo y en buen estado general, con mayor incidencia de tumores del lado izquierdo del intestino grueso y del recto sin que lo podamos atribuir a alguno de los factores de riesgo mencionados. La microbiota, es decir la composición de la flora bacteriana intestinal, es un tema de gran estudio actualmente y los cambios de la misma constituyen otro factor de riesgo en constante investigación”, aclara.
Las claves de prevención y los controles
La prevención primaria del cáncer colorrectal –es decir, aquellas medidas que se toman para evitar la aparición del tumor- se basa en adoptar un estilo de vida saludable, lo que implica como indicaban previamente los especialistas una dieta rica en frutas y verduras, reducir la ingesta de carnes rojas, evitar el alcohol y el tabaquismo, mantener un peso adecuado, realizar actividad física regularmente y asegurar una ingesta adecuada de calcio.
“La videocolonoscopia, realizada con la frecuencia adecuada, puede ayudar a prevenir la enfermedad al detectar lesiones precursoras de cáncer, conocidas como pólipos. Son crecimientos que pueden desarrollarse en el interior del intestino y, en algunos casos, pueden transformarse con el tiempo en cáncer”, explica el doctor Esteso.
Las estrategias de detección precoz –que constituye la prevención secundaria- apuntan a detectar el tumor antes de que aparezcan los primeros síntomas, “ya que cuando se diagnostica en estadios tempranos, el tratamiento puede ser menos invasivo, a veces incluso mediante resecciones endoscópicas o cirugía, y las posibilidades de cura superan el 90%”, destaca el experto.
La principal estrategia para lograr esta detección precoz es el rastreo conocido como screening o tamizaje. “En Argentina, se aconseja que todas las personas mayores de 50 años se adhieran a un programa de screening. La recomendación general del Instituto Nacional del Cáncer es la realización del test de sangre oculta en materia fecal de manera anual. Aquellos que obtengan un resultado positivo deben someterse a una videocolonoscopia, siempre que haya acceso a este procedimiento”, agrega.
La ventaja de la videocolonoscopia –cuyo acceso puede ser limitado o dificultoso en algunos sectores de la población- es que permite detectar lesiones precursoras y tomar medidas terapéuticas adecuadas de manera inmediata. Además, si se identifica alguna lesión sospechosa de cáncer, se puede realizar una biopsia para obtener un diagnóstico preciso y decidir el tratamiento apropiado.
¿Tengo que empezar antes los controles?
La aparición de un síntoma o los miedos que pueden producir los antecedentes cercanos de CCR despiertan en muchos pacientes la inquietud de si deben anticipar el inicio de los controles, a fin de tener mejores posibilidades detectar a tiempo un potencial tumor. La primera respuesta de los expertos es que cada caso tiene sus particularidades y requiere la mirada del oncólogo para poder definir. En segundo lugar, hay algunas pautas generales que sirven de guía para saber si es tiempo de acercarse a hacer una consulta.
Para la prevención del cáncer de colon se consideran tres subgrupos de personas. La mayoría de los casos son parte de lo que se denomina población general, que representa cerca de siete de cada 10 pacientes. “Son todas aquellas personas que no tienen ningún familiar cercano (hasta tercer grado de parentesco, es decir abarcando padres, hermanos, hijos, tíos, abuelos y primos hermanos) y tampoco tienen condiciones que aumenten el riesgo de cáncer colorrectal como enfermedad inflamatoria intestinal. La chance de ser diagnosticado con cáncer de colon a lo largo de la vida es en promedio del 10-13% y en general este riesgo comienza a acumularse a partir de los 50 años”, explica la doctora Luisina Bruno (MN 116823), jefa de Oncogenética y miembro del Staff de Área Digestiva del Instituto Alexander Fleming.
Es por eso que recién a partir de esa edad se sugieren los controles con colonoscopías periódicas (cada 5-10 años) o estudio anual de sangre oculta en materia fecal. Si en la colonoscopía inicial se detectan pólipos, el intervalo del próximo control se acorta, dependiendo del tipo y número de pólipos y la sugerencia del gastroenterólogo.
El segundo grupo son personas con antecedentes familiares de cáncer de colon, que constituye entre un 20 y 25 por ciento del total de la población. “Se recomienda comenzar antes los controles con colonoscopía, como mínimo a los 40 años o 10 años antes de la edad de diagnóstico del familiar que tuvo cáncer. Luego continuar controles cada 3-5 años, salvo que se detecten pólipos que indiquen adelantar los controles”, explica la experta, quien además recomienda que el familiar afectado consulte con su médico acerca de la necesidad de ser evaluado por un servicio de asesoramiento genético. Esto le permitirá identificar o descartar un síndrome de predisposición a cáncer de colon, que determinaría la necesidad de adelantar mucho más aún los controles de sus familiares sanos.
El tercer grupo son justamente los pacientes portadores de estos síndromes hereditarios asociados a alto riesgo de cáncer de colon, que representan entre el 5 y 10% del total. “El estudio de este síndrome se recomienda que comience por la persona que tuvo cáncer en la familia y se detecta por un análisis de sangre que es un test genético. Una vez identificado el síndrome, se chequean los familiares sanos ‘en cascada’ y aquellos portadores comienzan sus controles de colonoscopías a edades muy tempranas (alrededor de los 20-25 años)”, agrega la doctora Bruno y destaca la importancia de definir a qué grupo de riesgo corresponde cada paciente para así poder conocer su historia familiar y definir de un modo más preciso cómo debe ser su estrategia de prevención.
Los tratamientos y desafíos de cara al futuro
Una vez detectado el tumor, la estrategia terapéutica apunta a ser cada vez más personalizada. “El tratamiento actual del cáncer de colon es individualizado y por eso los tiempos y las opciones que serán implementadas dependen de cada paciente. Una opción es la cirugía, que realiza la resección del tumor en sus diferentes formas; por el otro lado, existen la quimioterapia o la radioterapia que se involucran en la medida en que sea necesario”, afirma el doctor Alejandro Pairola (MN 103360), cirujano del staff de Cirugía Abdominal del IAF.
El experto plantea que el trabajo multidisciplinario es de vital importancia en el manejo de patologías tan complejas como son las enfermedades oncológicas, ya que facilita el diagnóstico y permite acceder a una atención más efectiva. En el caso del CCR, el equipo médico está integrado por clínicos, gastroenterólogos, oncólogos, radioterapeutas, imagenólogos y cirujanos, además de enfermeros y psicólogos, todos ellos trabajando en forma integrada con el compromiso de mejorar el manejo de los pacientes y de su familia.
“El cáncer de colon sigue siendo un desafío en salud pública. Tenemos que impulsar la prevención primaria y mejorar el acceso a los métodos de detección, como el test de sangre oculta en materia fecal y la colonoscopía”,plantea el doctor Pairola al ser consultado sobre las metas que plantea a futuro el abordaje de la enfermedad. “Para lograr una disminución de la incidencia, es vital promover la incorporación de dietas balanceadas, ejercicio regular y la eliminación del tabaco. Es importante tener un enfoque integral entre salud pública, difusión y educación de técnicas de detección y promover estilos de vida saludables”, concluye el especialista del IAF en el marco del Día Mundial del Cáncer de Colon. (Gentileza: Ines Peralta Ramos – www.mprcomunicacion.com) (Imagen: Télam)