Mientras dignatarios, jefes de Estado y líderes eclesiásticos se reúnen en Roma para despedir al Papa Francisco, una presencia destaca no por su poder político ni su título eclesiástico, sino por su discreta carga emocional: Mauro Bergoglio, sobrino del Papa, ha llegado a la Ciudad Eterna por primera vez en su vida, gracias a un acto de generosidad.
Mauro, enfermero de Buenos Aires e hijo del fallecido Oscar Bergoglio, uno de los hermanos de Francisco, siempre había soñado con reunirse con su tío en Roma, pero nunca tuvo la oportunidad. Cuando se conoció la noticia del fallecimiento del Papa, expresó su profundo deseo de asistir al funeral, pero admitió que las limitaciones económicas lo impedían. En una entrevista con la televisión argentina a principios de semana, Mauro había dicho con franqueza: «Estoy buscando la manera de ir. Quiero ir, pero no puedo pagar el viaje».
Ese momento de vulnerabilidad fue suficiente. Conmovida por su historia, una empresaria argentina —cuyo nombre no se ha revelado públicamente— se ofreció a cubrir el costo total de su viaje. Mauro aceptó la ayuda con gratitud y cierta incredulidad. «Nunca pedí nada», declaró en una entrevista desde Roma con Radio Mitre. «Me lo ofrecieron y acepté porque era la única manera de despedirme».
La historia ha resonado profundamente en Argentina y más allá, no solo porque resalta un conmovedor vínculo familiar en medio del duelo mundial, sino porque ha generado un contraste incómodo: Mauro, miembro de la propia familia del Papa, llegó a Roma no con una delegación oficial, sino gracias a la amabilidad de un desconocido. Mientras tanto, la delegación oficial argentina, encabezada por el presidente Javier Milei y compuesta por seis funcionarios del gobierno, no incluye a ningún miembro de la familia Bergoglio.
La imagen de la delegación —sin familiares del difunto pontífice— ha suscitado un debate público sobre el respeto, la representación y la relación, a menudo tensa, entre el Papa Francisco y la clase política de su país.
Para algunos observadores, el viaje solitario y discretamente financiado de Mauro se ha convertido en un símbolo de la humildad personal que caracterizó la vida de su tío, en contraste con la pompa de las ceremonias oficiales. Al pisar Roma por primera vez, Mauro lo hace en circunstancias que jamás imaginó. No hay sesiones de fotos ni recepciones de estado, solo el deseo de un sobrino de estar junto a los restos de su tío, al que admiraba desde lejos. Representa no solo a la familia Bergoglio, sino a innumerables argentinos comunes que vieron en el papa Francisco no solo a un líder espiritual, sino a uno de los suyos. (ZENIT Noticias / Roma, 24.04.2025).-
(Mauro Bergoglio, Sobrino Del Papa, Ha Llegado A La Ciudad Eterna Por Primera Vez En Su Vida Foto: 24horas)
Delegación Oficial de Argentina

(Imagen Delegación: (@web_pastor)