En el programa Punto de Vista, la neumonóloga pediatra Carolina Barrias explicó que durante el otoño e invierno los cuadros respiratorios en niños aumentan debido a la mayor circulación de virus. “En esta época tenemos mayor predisposición a otitis, laringitis, faringitis, broncoespasmos, neumonías y bronquitis”, señaló, y destacó que tanto las vías aéreas superiores como inferiores pueden verse afectadas.
La especialista aclaró que los síntomas suelen ser similares en la mayoría de los cuadros respiratorios, lo que puede dificultar su identificación. “Casi todos los cuadros respiratorios dan tos, catarro, moco y, en algunos casos, fiebre”, afirmó. Por eso, explicó, los padres deben estar atentos a signos de alarma como fiebre persistente, dificultad para respirar, rechazo de alimentos o cambios en el sueño.

Barrias recomendó que, durante la enfermedad, la prioridad sea la hidratación más que la alimentación. “Lo importante no es insistir con la alimentación, sino con la ingesta de líquidos, porque los chicos se deshidratan enseguida cuando tienen fiebre o vómitos”, explicó. Además, subrayó la importancia de mantener los ambientes ventilados, incluso en invierno, y usar calefacción de manera que no reseque las vías respiratorias.

Respecto a la frecuencia de las enfermedades respiratorias, la especialista señaló que es habitual que los niños pequeños se enfermen varias veces al año. Sin embargo, aclaró que los episodios recurrentes de neumonía, bronquitis o crisis asmáticas deben ser evaluados por un pediatra o neumonólogo.
Es normal que hasta los cinco o seis años puedan enfermarse entre 10 y 12 veces en el año”

En relación con el asma, Barrias indicó que en menores de seis años puede ser difícil establecer un diagnóstico definitivo, pero que existen criterios de alerta. “Generalmente los cuadros de asma son broncoespasmos a repetición. Si un niño tiene tres o más episodios en el año, recomendamos iniciar un tratamiento preventivo controlador”, explicó, destacando que estos tratamientos ayudan a reducir síntomas nocturnos, tos con el llanto o la risa y ausentismo escolar.

Finalmente, la especialista remarcó que cada caso debe evaluarse según la edad y el historial clínico del niño. “No es lo mismo un niño menor de tres meses que uno más grande. Siempre hay que valorar la recurrencia de los cuadros y si existen enfermedades crónicas, ya sean pulmonares o cardiológicas”, concluyó, señalando que el seguimiento profesional permite mejorar la calidad de vida de los pequeños.




