En un escenario social marcado por la fragmentación, la incertidumbre y el debilitamiento de los lazos comunitarios, el trabajo territorial vuelve a ocupar un lugar central. Allí donde el tiempo adulto escasea, la conectividad se vuelve intermitente y las condiciones materiales dificultan la continuidad educativa, las Bibliotecas Futura se consolidan como una respuesta situada, sensible y profundamente política.
En Argentina, la educación formal cumple un rol insustituible. Pero no puede hacerlo sola. Las trayectorias educativas de niños, niñas y adolescentes se construyen también fuera del aula, en los márgenes donde muchas veces cuesta llegar. En ese intersticio emergen las Bibliotecas Futura: no reemplazan a la escuela, la rodean; no compiten con ella, la sostienen. Funcionan como espacios de apoyo escolar, promoción de la lectura, contención emocional y reconstrucción del lazo comunitario.
“El problema no es solo pedagógico, es profundamente humano”, señala Natalia Giménez, coordinadora de las Bibliotecas Futura, una de las líneas de acción de la Fundación Futura.
“Cuando el contexto se vuelve hostil, los chicos y las chicas necesitan un lugar donde alguien los espere, los nombre, los acompañe. La biblioteca es eso: una presencia constante cuando todo lo demás es inestable”.
Durante 2025, la Red de Bibliotecas Barriales Futura sostuvo más de 60 horas semanales de actividades educativas en tres barrios de Posadas, acompañando a alrededor de 150 niños y niñas y a sus familias. Este trabajo, anclado en la cercanía territorial, se apoya en promotoras educativas formadas en los propios barrios, en articulación con instituciones comprometidas con el desarrollo humano y comunitario.

En un contexto de fragmentación social, estas acciones micro en territorio se vuelven indispensables. Las bibliotecas funcionan como verdaderos páramos de contención: espacios donde el cuidado emocional, el acompañamiento social y el amor organizado restituyen aquello que falta. “No exageramos cuando decimos que, para muchos chicos, la biblioteca es uno de los pocos lugares donde pueden concentrarse, leer tranquilos y sentirse cuidados”, afirma Giménez.
“Es un refugio, pero también un punto de partida”.
Ese carácter territorial es, al mismo tiempo, pedagógico y político. Las Bibliotecas Futura ayudan a sostener la escolaridad garantizando continuidad educativa, fortaleciendo la comprensión lectora y acompañando las trayectorias escolares. Pero también construyen comunidad, reconfiguran vínculos y amplían horizontes. “Defender estos espacios es defender la idea de que ninguna infancia está perdida”, subraya la coordinadora. “Cuando el Estado se articula con el territorio, aparecen respuestas reales”.

Proyección 2026: leer para comprender, pensar y crear
De cara a 2026, la Red de Bibliotecas Futura se propone dar un salto cualitativo en su rol pedagógico y comunitario, consolidándose como un dispositivo clave de acompañamiento a las trayectorias educativas y de fortalecimiento del desarrollo cognitivo, emocional y creativo de las infancias y adolescencias.
El eje central de esta proyección es claro: restituir el valor de la lectura sostenida y comprensiva como práctica cultural, pedagógica y política. En un contexto atravesado por la hiperestimulación, la fragmentación de la atención y el consumo acelerado de contenidos, las Bibliotecas Futura asumen el desafío de volver a poner en el centro el tiempo lento, la concentración y el pensamiento profundo.
“Leer no solo para decodificar palabras, sino para comprender, interpretar, reflexionar, imaginar y crear” reflexiona Giménez.
Leer de corrido para construir sentido, fortalecer el lenguaje, ampliar el mundo simbólico y habilitar la palabra propia. Este enfoque responde a una necesidad urgente: sin comprensión lectora no hay continuidad educativa posible, ni ciudadanía crítica, ni igualdad real de oportunidades.
En este camino, la tecnología no aparece como sustituto del vínculo pedagógico ni del espacio físico de la biblioteca, sino como herramienta complementaria y cuidadosamente diseñada. La Fundación Futura impulsa el desarrollo de FutuLectura, una aplicación de lectura con enfoque pedagógico y cognitivo que busca recuperar el placer de leer sin distracciones, priorizando el texto, la progresión lectora y la atención sostenida. A diferencia de las lógicas de consumo digital predominantes, la aplicación se concibe como un entorno de lectura consciente: sin estímulos fragmentarios, sin notificaciones invasivas y con acompañamiento pedagógico real. Su versión beta web ya se encuentra disponible y permite ensayar nuevas formas de mediación entre lectura, tecnología y aprendizaje significativo: https://futulectura.vercel.app/

Para 2026, el objetivo es ampliar la plataforma a dispositivos móviles, integrándola de manera orgánica al trabajo cotidiano de las bibliotecas barriales. De este modo, la lectura se extiende más allá del espacio físico sin perder su anclaje territorial, reforzando el acompañamiento presencial y ofreciendo continuidad pedagógica en contextos donde el acceso a recursos educativos suele ser desigual. Esta proyección no es solo tecnológica: es profundamente humana.
Implica fortalecer la formación de promotoras educativas, profundizar el trabajo con escuelas e instituciones formadoras, y consolidar a las bibliotecas como ecosistemas de cuidado, aprendizaje y producción cultural, donde la palabra vuelve a tener peso y sentido.
Las Bibliotecas Futura no son solo espacios con libros. Son territorio, son cuidado, son sostén de la escuela y, sobre todo, son un páramo de amor donde muchas veces no lo hay. En tiempos difíciles, seguir construyendo estos refugios comunitarios es una decisión ética y política: la de no soltar a las infancias y seguir creyendo en el futuro.




