Casi cinco millones de paraguayos están habilitados para votar este domingo por primera vez con sistema electrónico al futuro presidente, en elecciones que definirán si mantienen el statu quo del histórico Partido Colorado – que gobernó 65 de los últimos 69 años- o buscan imprimir un cambio dándole la oportunidad a una alianza opositora que reúne partidos de izquierda, de centro y de derecha.
La respuesta se conocerá este domingo a partir de las 16.30 (17.30 en Argentina) cuando se cierren los comicios tras nueve horas y media, ya que no hay segunda vuelta y los sondeos ofrecieron un dispar panorama, que va de adjudicar una segura victoria del candidato oficialista, Santiago Peña, un empate entre éste y el principal opositor, Efraín Alegre, y hasta la aparición inesperada del outsider Paraguayo «Payo» Cubas.
Peña es un hombre de 44 años, considerado como un tecnócrata de poca experiencia política: su antecedente principal es haber sido ministro de Economía en el gobierno de Horacio Cartes (2013-2018), su actual padrino para esta elección.
Cartes, un polémico personaje sancionado por Estados Unidos por corrupción, pero que mantiene cierta respuesta positiva en la ciudadanía, asegura que en su gobierno hubo una bonanza económica y distribución de riqueza mayor a la que se vivió durante la presidencia de Mario Abdo Benítez, su tenaz opositor en la interna colorada.
Por eso, este domingo también podría jugarse el destino político de Cartes, un empresario que viene del mundo del fútbol como presidente del Club Libertad y se terminó convirtiendo en el principal «jefe» colorado -pese a que en realidad se afilió en 2009 cuando tenía 54 años-, para poder presentarse como candidato.
Mientras tanto, Peña intentó llegar a las elecciones haciendo un difícil equilibrio que le permitiera recibir los votos que convoca Cartes, pero tomando distancia de las distintas causas judiciales que tiene el expresidente.
Incluso en los últimos días, ante la insistencia de las preguntas periodísticas, tuvo que admitir que, en caso de asumir la presidencia el 15 de agosto actuará «en apoyo de la ley» ante un pedido de extradición de Estados Unidos para juzgar a su padrino político.
En cuanto a su plan de gobierno, anticipó una dura lucha para controlar la inflación y prometió la creación de 500.000 nuevos empleos en el período de cinco años, mediante el impulso de políticas públicas que incentiven y potencien los atractivos del país para que tanto los inversionistas extranjeros como los nacionales puedan ver en Paraguay una oportunidad de negocios.
También se propone ayudar a las pequeñas y medianas empresas a llegar a la formalización y adquirir préstamos blandos.
Alegre, a su vez, llega como candidato presidencial por tercera vez, después de haber perdido con Cartes en 2013 y con Abdo en 2018.
Católico practicante, contrario al aborto y al matrimonio igualitario, de 60 años y abogado de profesión con varias maestrías, el presidente del también histórico Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) entendió que su campaña electoral debía hacer foco en Cartes más que en Peña, hasta llegar a presagiar el jueves en su acto de cierre que este domingo vencerá al «Pablo Escobar paraguayo».
Más allá de esta demostración de confianza, no será fácil para él, al frente de la alianza Concertación por un Nuevo Paraguay, convertirse en el segundo candidato que le puede ganar una elección a los colorados, como hizo en 2008 Fernando Lugo aprovechando una profunda división interna en la Asociación Nacional Republicana (ANR, el nombre oficial del Partido Colorado) motorizada por Lino Oviedo.
Y en todo caso, de ganar tampoco tendrá fácil la gestión, porque la alianza que lo postula es demasiado amplia, con lo que podrían asomar diferencias internas ideológicas, como ocurrió justamente en el gobierno de Lugo, destituido en 2012 en un juicio político exprés luego de que el PLRA abandonara el gobierno.
Además de los debates internos, un Efraín Alegre presidente deberá lidiar con un Parlamento probablemente opositor, ya que los colorados tienen un amplio despliegue territorial que les aseguraría una buena cantidad de legisladores, especialmente en el Senado, donde 23 propios le dan a una fuerza la mayoría en la cámara de 45 bancas. (TELAM)